Doctorante, maestrante y un error diplomático

Hace ya varios años, Alí Acosta, educador y dirigente del Magisterio venezolano, me planteó una inquietud respecto del nombre que deben recibir las personas que cursan una maestría. Luego de consultar a la Real Academia Española, le di mi opinión, con base en el criterio de la docta institución. Al profesor Acosta no le convenció mi argumento, publicado en un diario de mi país.

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Alí Acosta

Sostuvo que la palabra adecuada es maestrante, sin ningún argumento que diera cabida a la confrontación de ideas, que a la postre pudiera resultar provechosa. Me di cuenta que la intención no era aclarar su duda, sino dejar sentado que él tenía razón y que yo estaba equivocado. Además, no era posible que todas las universidades estuvieran equivocadas.

Del mismo tenor es doctorante, utilizada para mencionar a los que estudian para obtener el último preeminente grado en una facultad. Hoy, al volver a  hablar de maestrante, también lo haré de doctorante, además de que comentaré un error ortográfico en el que incurrió el conocido político Gustavo Tarre Briceño, designado por Juan Guaidó como embajador de Venezuela ante la OEA.

Es posible que por analogía con estudiante, participante, concursante u otro vocablo parecido, la fuerza de la costumbre haya impuesto la forma maestrante, que como ya se sabe, es la que han adoptado todas o casi todas las universidades venezolanas para designar a los cursantes de maestrías.

No ha habido forma ni manera de que entiendan que una maestranza es, según el diccionario académico: “Sociedad de caballeros cuyo objeto es ejercitarse en la equitación, y que en su origen fue escuela del manejo de las armas a caballo. 2. f. Conjunto de los talleres y oficinas donde se construyen y recomponen los montajes para las piezas de artillería, así como los carros y útiles necesarios para su servicio. 3. f. Conjunto de oficinas y talleres, análogos a los de una maestranza, destinados para la artillería y efectos movibles de los buques de guerra. 4. f. Local o edificio ocupado por los talleres de una maestranza. 5. f. Conjunto de operarios que trabajan en los talleres de una maestranza o en los demás de un arsenal”. Y de maestrante dice: “Cada uno de los caballeros de que se compone la maestranza”.

Como habrán podido notar, en ambas definiciones no hay nada que guarde relación con maestría. En el mismo diccionario se encontrará que el verbo maestrar, que pareciera tener algún parentesco con maestrante, está en desuso, y en su lugar aparece amaestrar.

En resumen, el que cursa una maestría es maestrando, y nadie deberá tener dudas y menos aun temor de ser corregido, pues así está plasmado en el registro lexical de la Real Academia Española.

En el caso de los que estudian para ser doctores, también hay dudas en cuanto a cómo llamarlos: ¿doctorantes o doctorandos? El diccionario de la Rae establece que doctorando o doctoranda es la persona que está próxima a recibir el título de doctor. Es posible que el vocablo doctorante, usado en Venezuela y quizás en otros países de la América hispana, tenga influencia del doctorant francés, que en ese idioma tiene el mismo significado del doctorando español.

A todas esas, debe llamárseles doctorandos, en analogía con educandos, a pesar de que muchas personas, incluidos rectores de universidades, se resistan a propiciar el cambio de denominación.

Con respecto al embajador Tarre Briceño

Recientemente, Gustavo Tarre Briceño publicó un tuit en el que escribió: “Celebramos la recuperación formal de la sede de nuestra misión y nuestra embajada en Estados Unidos. Esto significa que oficialmente tenemos control de todas nuestras cedes diplomáticas en Estados Unidos”.

Por supuesto que los cuestionamientos no tardaron en llegar, y tal como ocurrió con Jorge Rodríguez cuando escribió haya en vez de halla, hubo una “lluvia” de descalificaciones. Llama la atención en el citado escrito, que en primer lugar aparece sede, y casi al final del mismo se lee cedes, lo cual permite colegir que tuvo un lapsus calami.

Por lo general, personas como Tarre Briceño tienen secretarios o secretarias que les manejan la correspondencia y las publicaciones, aunque eso no las exime de responsabilidad, pues deben revisar antes de ordenar la difusión.

Es justo y necesario destacar y reconocer que Gustavo Tarre Briceño y Jorge Rodríguez conocen ampliamente la estructura gramatical del idioma español, y manejan con relativa facilidad el lenguaje que emplean.

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

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