‘Duelo de Alfiles’ de Vicente Valero, ajedrez y literatura en estado puro

En escasas fechas se han editado cuatro libros relacionados con el ajedrez y todos desde distinta visión. Al ya analizado ‘El camino del ajedrez’ de Amador González de la Nava, con una labor divulgativa, se unen la novela negra con temática ajedrecística ‘El peón envenenado’ de Ricardo Alía, ‘Eso no estaba en mi libro de ajedrez’ del prolífico y veterano especialista Antonio Gude y el que ahora nos ocupa, el más referido a la literatura y el ajedrez, ‘Duelo de Alfiles’ de Vicente Valero.

Duelo-de-alfiles-cubierta 'Duelo de Alfiles' de Vicente Valero, ajedrez y literatura en estado puroEl escritor, ensayista y poeta mallorquín Vicente Valero desgrana un texto que es pura literatura, lee, relaciona lo leído y lo funde con sus vivencias aportándolos al lector y todo ello unido con el juego de los 64 escaques.

Su obra abarca el periodo anterior y posterior de la Europa de entreguerras de la mano de Friedrich Nietzsche (1844-1900), Rainer Rilke (1875-1926), Franz Kafka (1883-1924), Walter Benjamin (1892-1940) y Bertolt Brecht (1898-1956) mientras recorre toda una serie de ciudades europeas, de Helsinborg a Svendborg, de Turín a Génova, de Ausburgo a Munich y de Zúrich a Berg am Irchel.

El autor ha tenido muy a bien relacionar todo con el ajedrez y no en vano haciendo una inicial referencia vital a su experiencia con el más que milenario juego. En su primer apartado, en tierras suecas y danesas, recuerda que el poeta y dramaturgo Bertolt Brecht jugaba regularmente al ajedrez con el filósofo y crítico Walter Benjamin y se dirige al lugar de los hechos.

Brecht cuando huyó del nacionalsocialismo recibió durante su exilio en Svendborg, Dinamarca, de 1933 a 1938, la visita durante tres veranos (1934,1936 y 1938) de Benjamin, cuya amistad se remonta a 1924. Durante esos encuentros, los dos jugaban ajedrez a diario, después de las comidas.

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Partida entre Bertolt Brecht –izquierda- y Walter Benjamin en 1934 en Svendborg, Dinamarca.

El filósofo era “rocoso e incisivo” y en las tres fotos que se conservan del encuentro de 1934 había “tomado una ventaja posicional importante” y también recuerda el autor el poema de Brecht a Walter Benjamín, -en realidad fueron cuatro poemas- dedicado a quien “se quitó la vida huyendo de Hitler”. Cita los versos relacionados con el ajedrez: “Cansar al otro era tu táctica preferida /en la mesa de ajedrez a la sombra del peral” aunque en la traducción que aporta Valero sería: “Te gustaban las tácticas de desgaste /sentado delante del tablero de ajedrez a la sombra del peral”.

Hay que recordar que el juego de ambos estaba influenciado por alguien que vivía muy cerca de donde los escritores disputaban sus partidas, uno de los fundadores de la llamada escuela hipermoderna del ajedrez, Aron Nimzowitch (1886-1935), nacido en Riga pero vivía en Copenhague desde 1922, de hecho, tenía la nacionalidad danesa.

En las cuatro partes que se divide la obra hay una frase común y un elemento relacionados con el juego. La frase: “En fin, como afirman los grandes maestros de ajedrez, hasta donde te puede llevar una partida es un misterio” acompaña a todos los viajes del autor (páginas 16, 61, 92 y 145). A esto hay que unir que Valero, en todos los lugares excepto el último, en Suiza, juega al ajedrez, bien en una casa o en cafés, pero siempre aparece un tablero donde, como en la vida misma, a veces gana y otras pierde mientras desarrolla distintas aperturas.

Precisamente es el último apartado, el más digamos ajedrecístico, ya que la excusa que lo lleva a Suiza, además de celebrar su medio siglo de vida, es el Zúrich Chess Challenge donde participaba, entre otros, el actual candidato a campeón del mundo, el italoamericano Fabiano Caruana, quien además ganó ese año el torneo. Además coincide, como bien apunta, con la ciudad que alberga al club de ajedrez más antiguo del mundo, con más de dos siglos.

Sí merece una reflexión personal la paradoja que confiesa: asistió al torneo “haciéndome pasar por periodista especializado en ajedrez” lo que merece varios comentarios. Por mi experiencia sé que no es la primera ni la última que en cualquier acto, del tipo que sea, obtienen credenciales de prensa quien no es periodista, a veces ni relacionado con los medios, es algo, por desgracia, más habitual de lo que se piensa.

En este caso, por los conocimientos que exhibe a lo largo del libro bien podría haberlo sido, sin duda, y no es la primera vez que alguien no enteramente dedicado al juego escribe sobre el mismo. Me viene a la cabeza el actual entrenador del Betis, Quique Setién, quien ha escrito sobre el mismo e incluso hizo una necrológica de Bobby Fischer (1943-2008).

También hay muchos de sus colegas escritores que abordan la crítica ajedrecística, citaré al italiano Paolo Maurensig, quien además de haber dedicado varias de sus obras al más que milenario juego, ha escrito sobre partidas en El Corriere della Sera.

Para mí lo paradójico es que haya seguido un juego que, por definición, no admite trampas alguien que hizo una –pequeña, conste, para mí un pecado absolutamente venial- para seguirlo in situ. Pero bueno, no es el único, insisto, y para nada, grave.

Hay otros escritores que, se supone, propagan el noble juego y hacen trampas mayores. No diremos nombres por no hacerles publicidad –que no necesitan, conste- y porque no digan que uno quiere darse a conocer a su costa. Citaré sin nombrarle el caso de alguien, -propagado por una fundación ajedrecística- que hace un panegírico del ajedrez, y que está condenado en sentencia firme por plagio, es decir, un claro tramposo elogiando un juego limpio. Sin duda, una paradoja. Otro caso es el de un escritor, conocido por sus astracanadas y que reside fuera de España, que plagia ideas y artículos ajedrecísticos ajenos sin citar la fuente, si malo es copiar párrafos, peor es copiar ideas concretas.

En todo caso, y volviendo al libro, como bien apunta y recorre Valero en su escrito, nos acompañan siempre las dos obras mejores sobre el ajedrez en la literatura mundial: ‘La defensa’ de Vladimir Nabokov (1899-1977), –citada precisamente en su visita en Suiza, país donde vivió y murió el autor- y ‘Novela de ajedrez’ de Stefan Zweig (1881-1942).

En la referencia a Alexander Alekhine (1892-1946) y a pesar de lo que le dijo su “amable maitre” (página 144), ni fue el mejor ajedrecista de la historia, -eso es bastante opinable-, y si bien nació ruso, murió francés en Portugal. Lo que sí es cierto, aunque algunos sigan intencionadamente ocultándolo y escriban de Hitler, citando la vieja foto falsa de su partida con Lenin, o del ajedrez ario, no mencionan al mayor defensor público de esa teoría, el entonces campeón del mundo y ufano amigo de criminales nazis, léase Hans Frank (1900-1946).

La citación (página 127) de George Steiner, conlleva el error del año de la disputa del conocido como enfrentamiento del siglo, fue, como se sabe, en 1972, citar 1973 es un error aunque imagino llevado intencionadamente por el título del libro que, efectivamente, cita un año después. Ignoro los motivos del autor francoestadounidense al poner esa fecha, ya que, lo confieso y entono el ‘mea culpa’, no he leído su obra ‘Campos de fuerza’ -hoy libro inencontrable en España-.

En cuanto a su reflexión casi final sobre la “excéntrica comunidad” ajedrecística que relaciona con una antigua religión, “en la que yo no había creído nunca, o tal vez, sí había creído, pero sólo en mi lejana adolescencia” habría que contestarle con lo que escribió un colega suyo comparando esa comunidad con “la última orden de caballería” existente sobre la tierra a lo que añade: “un juego que se juega en silencio no puede ser un mal juego”. En todo caso, son opiniones literarias.

A los lectores que disfrutan con la buena literatura y el ajedrez, es más que recomendable este libro, su lectura es amena y reflexiva con aportación de un buen puñado de datos y pensamientos sobre los escritores que van apareciendo en sus líneas. Como dice el autor, después de la lectura, por favor, jueguen una partida de ajedrez.

Duelo de Alfiles. Vicente Valero
Cuatro apartados, Obras citadas e Índice
Editorial Periférica. Octubre de 2018
166 páginas. 16 euros

Jesús Cabaleiro Larrán
Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona, rama Periodismo con cursos de doctorado, estudios sobre Marruecos contemporáneo y el Sáhara Occidental. Más de 35 años de periodismo, la mayoría en prensa escrita, ha trabajado a ambas orillas del Estrecho de Gibraltar, casi 13 años en el extinto diario El Faro Información, en Algeciras, donde empezó de redactor y del que fue su último director y en Tánger dos años en un diario digital. Además ha participado en la mayoría de los Congresos de Periodistas del Estrecho desde el inicial en 1993 hasta 2019. Titulado en ajedrez por la UAH y UNED. Amante de Portugal. Ha publicado un libro, ‘Artículos periodísticos. Apuntes para la historia de la prensa de Algeciras’.

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