Todo comenzó en París cuando en 1950 un joven artista de Amsterdam llamado Ed van der Elsken decidió instalarse en la capital francesa después de abandonar una vocación de escultor frustrada por la guerra y los avatares de una vida inquieta.
París era entonces un foco de atracción para artistas holandeses que buscaban fama y reconocimiento internacionales: el pintor Karen Appel, los escritores Rudy Kousbroek y Simon Vinkenoog y el fotógrafo Kryn Taconis le habían precedido en el éxodo. Fue este último quien recomendó a Van der Elsken a Pierre Gassmann, director del laboratorio fotográfico de Magnum, después de valorar sus imágenes tomadas por Elsken en las calles de La Haya.
En París continuó con los personajes callejeros, fotografiando a artistas ambulantes, mendigos y clochards. Van der Elsken se instaló entonces en el barrio de Montmartre, donde conoció a Ata Kandó, una pelirroja fotógrafa húngara, doce años mayor que él y madre de tres hijos, con la que se trasladó al barrio de Saint-German-des-Prés para vivir un apasionado romance. Fue en aquellos años cuando su relación con la actriz Vali Myers inspiró su fotolibro “Una historia de amor en Saint-Germain-des-Prés” (el título en inglés fue “Love on the Left Bank”). Publicado como una fotonovela, el libro cuenta en imágenes el romance entre el mexicano Manuel (Roberto Inignez) y Ann (Vali Myers). Entre la realidad y la ficción, esta obra supuso una ruptura con la tradición humanística de la fotografía documental de la posguerra.
Fotografía en las calles
El trabajo en el laboratorio le resultaba monótono y aburrido y decidió abandonarlo definitivamente para continuar su carrera de street photographer, ahora en la orilla izquierda del Sena, la mítica Rive Gauche, donde fotografiaba a los amantes que se abrazaban en las orillas del río y a los borrachos y drogadictos que se refugiaban bajo los puentes.
Entró entonces en contacto con la bohemia parisina instalada en los bares y los cafés de Saint-German-des-Prés, a la que fotografiaba de noche y de día. Entre los escritores que frecuentaban aquel barrio sobresalía el filósofo Guy Debord, líder de la Internacional Situacionista y autor de “La sociedad del espectáculo”, el libro de cabecera de la intelectualidad progresista francesa hasta el mismo mayo del 68. Las fotografías de Van Der Elsken fueron uno de los materiales más apreciados por Debord para sus collages. La fortuna hizo que Edward Steichen, el conservador del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) seleccionase algunas de las fotografías de calle de Van der Elsken para la exposición “Postwar European Photography”, una de las cuales además iba a formar parte de la mítica exposición “The Family of Man” de 1955.
De regreso a Ámsterdam, ya casado con Ata Kandó, comenzó a interesarse por el cine de la mano del realizador Jan Vrijman e inició una carrera de documentalista que iba a simultanear con la fotografía hasta el final de su vida. Es en este momento cuando se interesa por la vida de los adolescentes inseguros y desorientados de los barrios urbanos de las ciudades holandesas, a los que dedica su libro “Tenemos 17”.
La vuelta al mundo y el jazz
A pesar de que su pasión era la fotografía de calle, en 1956 aceptó un encargo de la editorial De Bezige Bij para hacer un amplio reportaje sobre la reciente independencia de la República Centroafricana, que se publicó con el título de “Bagara” (Búfalo). Se trata de un trabajo próximo a la antropología cultural en el que las imágenes de Van der Elsken muestran la vida cotidiana de los indígenas del país. A su regreso, ya divorciado de Ata Kandó, se casó con Gerda van der Veen, con la que inició en 1959 un viaje de 14 meses alrededor del mundo (África, Asia, Norteamérica) para publicar las fotografías en un libro que, para su frustración, no encontró editor hasta diez años más tarde. Se publicaron con el título de “Sweet Life” y en los cuatro volúmenes de “Weredreis in foto’s”.
Una de las grandes pasiones de Van der Elsken fue la música de jazz, y a este tema dedicó una de sus mejores obras, con fotografías tomadas a lo largo de varios años en conciertos de los grandes músicos de la época. Chet Baker, Miles Davis, Lionel Hampton, Ella Fitzgerald… desfilan por las páginas de “Jazz” transmitiendo todo el ambiente de una música cuyos sonidos parecen oírse a través de las imágenes.
Japón y el final
Un reencuentro en 1971 con Vali Myers, quien vivía rodeada de animales en una zona campestre de Italia con su joven amante Gianni Menichetti, le inspiró el documental “Muerte en el Port Jackson Hotel”, en el que hizo un retrato de la artista, entre la nostalgia y la decadencia. Divorciado de Gerda, su nueva pareja Anneke Hilhorst le inspiró la colección de fotografías publicadas como “Eye Love You”.
En 1979 publicó una recopilación de imágenes de las calles de Ámsterdam desde 1947 a 1970, con fotografías de jóvenes rebeldes y personajes peculiares de la fauna que poblaba entonces aquel asfalto urbano, y en 1980 un fotolibro en color y blanco y negro con imágenes de la vida campestre en el lago Ijsselmeer, cerca de Edam, a donde se había retirado a vivir.
La acogida de su obra por los japoneses hizo que viajase a este país con mucha frecuencia a partir de 1986 y le dedicase “El descubrimiento del Japón”, donde volcó su fascinación por el país y por sus costumbres y donde retrató a mafiosos con trajes americanos, transexuales, luchadores de sumo y a los empujadores de las aglomeraciones en las puertas de los vagones del metro de Tokio.
Aquejado de un cáncer terminal, Van der Elsken preparó su adiós documentando la evolución de su enfermedad en la película “Bye”, que se estrenó en 1991, un año después de su muerte a los 65. Fue su última obra, en la que ejerció de director y de protagonista. Un autorretrato íntimo y muy personal en el que no se privó de manifestar su miedo, su dolor y su tristeza. También su sentido del humor.
- TÍTULO: Ed van der Elsken
- LUGAR: Fundación Mapfre. Madrid
- FECHAS: Hasta el 20 de mayo (20:05:2018)
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