El amor está en el aire… y aquí no hay quien respire

Con este título tan radiofónico (y de John Paul Young: «Love Is In The Air, 1978), arranca el musical El amor está en el aire, al que se añade la perversa coletilla «(…y aquí no hay quien respire)». Ahí está el misterio y lo que nos hará preguntarnos a cada paso: si todo es amor, por qué la convivencia lo estropea

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El amor está en el aire, cartel

En él se van a enlazando con estilo, agudeza, y la oportunidad de unos diálogos chispeantes, los temas musicales que enhebran una historia de amor con todos los ingredientes indispensables para hacerla grande e inolvidable como una leyenda: celos, amor, desamor, desesperación, amor-odio, dependencia, ruptura, reencuentro…

La historia de amor que brota y se desprende de la unión de estos ingredientes tan necesarios para vivir en la escena ha sido escrita y dirigida por Félix Sabroso y toma la forma de diez sketches que dan lugar a otras tantas canciones que articulan un espectáculo en clave de comedia que es a la vez mordaz y barriobajera, elegante y muy bien dicha, cantada y llorada, con momentos tiernos y otros en los que no se sabe qué puede pasar…

Todo es posible para la voz aterciopelada de Manuel Bandera y la voz profunda, a veces rota, cazallera, de Bibiana Fernández, que juntas y por separado bucean con sus tonos alegres y sus acentos tristes, desgarrados, en las relaciones de pareja: el primer encuentro, el matrimonio, el sexo, la infidelidad, la dependencia, la renuncia, las mentiras, el desengaño, el olvido nunca conseguido de todo.

Para ello se ha escogido el formato de comedia musical romántica. Dos actores en escena y un piano en directo, con canciones que todos hemos cantado alguna vez. Una mujer que ama. Un hombre que ama. Y la dificultad de expresarse en tales momentos. Para eso están las canciones.

De ahí que estemos asistiendo al festín de amor de cualquier pareja, la etapa de un modelo amoroso encerrado en un repertorio musical de canciones emblemáticas con ironía y sentimiento. Todos nos las sabemos y todos las cantamos al unísono, aunque el espectáculo sea suyo y sólo suyo, de Bibi y de Manu, que así se llaman los dos sobre el escenario.

Los temas son los consagrados por la música amatoria de dos décadas gloriosas del pasado siglo, y sus géneros llevan desde la canción española de los años 70 y 80 (Raphael, Mari Trini, Vainica doble, Rocío Jurado) hasta Bambino («La pared»), pasando por los grandes temas de la canción italiana que consagró San Remo hasta culminar con un hermosísimo y sorpresivo «Vivo cantando», de la eurovisiva Salomé, que cierra el evento con un éxito apoteósico y una esperanza en los corazones, al dejar suponer el regreso de la pareja distanciada.

En el eterno juego del ratón y el gato, hay algo que toca y conmueve al común de los mortales. Ese algo es llevado adelante por dos artistas polifacéticos, versátiles e indisciplinares que ya han trabajado juntos antes y cuya química hace saltar los micrófonos.

  • Título: El amor está en el aire
    Escrita y dirigida por Félix Sabroso
    Intérpretes: Bibiana Fernández y Manuel Bandera
    Dirección musical: Tao Gutiérrez
    Escenografía: Alberto Puraenvidia
    Iluminación: David Picazo
    Piano: Guillermo González
    Teatro Infanta Isabel C /Barquillo, 24- Madrid
    Fecha de la sesión de esta reseña: 24 de enero de 2016
Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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