Barack Obama: “no estamos haciendo lo suficiente»
Tras una cumbre de un día en esta ciudad en el extremo noroccidental de América, gobernantes de varios países del norte del planeta reconocieron que el cambio climático está alterando de gravedad al ecosistema del Ártico, escribe Leehi Yona1 (IPS) desde Anchorage (EEUU)
No obstante, la conferencia Liderazgo Mundial en el Ártico: Cooperación, Innovación, Compromiso y Adaptación (Glacier, en inglés), celebrada el 31 de agosto, concluyó sin que sus participantes se comprometieran a asumir medidas serias para combatir los efectos negativos del calentamiento global.
En la clausura de la conferencia, el presidente anfitrión, Barack Obama, dijo en repetidas ocasiones: “no estamos haciendo lo suficiente”.
El presidente estadounidense advirtió que, si la actividad industrial sigue sin cambiar, continuarán los deshielos, los incendios forestales y los ciclos viciosos peligrosos.
“Vamos a condenar a nuestros hijos a un planeta que esté más allá de su capacidad de repararlo… todo líder dispuesto a apostar a futuro como ese no es apto para liderar”, sostuvo.
La cumbre fue organizada por el Departamento de Estado de Estados Unidos y contó con la presencia de dignatarios de veinte países, entre ellos los ocho del Ártico: Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia y Suecia.
Líderes políticos como Obama, que habían instado a los participantes a tomar medidas más audaces al final de la cumbre, usaron palabras fuertes durante la reunión, pero activistas de la sociedad civil y grupos de científicos aseguraron que faltaron pasos concretos.
La cumbre de Anchorage concitó la atención de grupos ecologistas e indígenas que criticaron la buena reputación que ha adquirido Obama como líder climático, a pesar de haber permitido la perforación petrolera de alta mar en el Ártico.
Numerosas protestas y actos de desobediencia civil no violenta en los últimos meses pretendieron impedir las actividades de extracción de la trasnacional petrolera Shell frente a las costas de Alaska.
“La reciente aprobación de los planes de extracción de (la empresa petrolera anglo-holandesa) Shell en el Ártico es un excelente ejemplo de la disparidad que existe entre el poderoso discurso del presidente Obama sobre el incremento de las medidas ante el cambio climático y las políticas de extracción de combustibles fósiles de su gobierno”, destacó David Turnbull, de la organización Oil Change International.
Todos los países participantes firmaron una declaración conjunta sobre el cambio climático y su impacto en el Ártico, después de la reticencia inicial de Canadá y Rusia, que finalmente añadieron sus firmas.
“Nos tomamos en serio las advertencias de los científicos: las temperaturas en el Ártico están subiendo a más del doble del promedio mundial”, según la declaración, que describe la diversidad de impactos que sufren el paisaje, la cultura y el bienestar de las comunidades de la región.
“A medida que el cambio continúa a un ritmo sin precedentes en el Ártico – elevando el estrés en las comunidades y los ecosistemas, de entornos de por sí arduos – estamos más comprometidos que nunca a proteger tanto las zonas terrestres como marinas de esta región única, y al planeta que compartimos, para las generaciones venideras”, continua.
Sin embargo, los compromisos concretos estuvieron ausentes de la declaración, incluso en temas cruciales como la prospección de combustibles fósiles en el Ártico.
“Aprecio el discurso y la profundidad del reconocimiento de la crisis climática. Sin embargo, esta declaración por desgracia no reconoce del todo una de las graves amenazas para el Ártico y el planeta: la extracción y quema de combustibles fósiles”, señaló Ellie Johnston, de la organización ecologista Climate Interactive.
“Esto es particularmente relevante ya que las naciones y las empresas compiten por el acceso a la extracción en nuestros mares árticos, históricamente helados, que ahora se han vuelto más accesibles debido al calentamiento”, dijo a IPS la activista.
“La extracción de los combustibles fósiles conduce a un mayor calentamiento, lo que lleva a más perforaciones. Se trata de un círculo vicioso que podemos parar”, afirmó.
Los gobiernos alentaron a las compañías de petróleo y gas, pero sin obligación alguna, a adoptar políticas más estrictas y sumarse a la Alianza de Petróleo y Gas Metano de la Coalición por el Clima y el Aire Limpio, una iniciativa que ayuda a las empresas a reducir sus emisiones de metano y de otros contaminantes climáticos de corta vida.
El secretario de estado estadounidense, John Kerry, se dirigió a los participantes – miembros de las comunidades indígenas, representantes gubernamentales, científicos y organizaciones no gubernamentales- en la apertura de la cumbre.
“El Ártico es en muchos sentidos un termostato. Ya vemos que tiene un profundo impacto en el resto del planeta”, declaró.
Kerry también instó a los gobiernos a “tratar de llegar a un acuerdo sobre el clima que sea verdaderamente ambicioso y… mundial” en la 21 Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se celebrará del 30 de noviembre al 11 de diciembre en París.
París “no es el final del camino… Nuestra esperanza es que todo el mundo pueda salir de esta conferencia hoy con un mayor sentido de urgencia y un mejor entendimiento de lo que es nuestra responsabilidad colectiva para hacer todo lo posible y enfrentar los impactos nocivos del cambio climático”, añadió.
Pero más allá de la intensidad de sus palabras, ni Obama ni Kerry reconocieron, como señalaron numerosos ecologistas, que el compromiso de Estados Unidos para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero no llega a la mitad de lo que debe hacer el país para mantenerse dentro del objetivo de un máximo de calentamiento de dos grados Celsius (centígrados).
Si bien los participantes hicieron hincapié en la participación de las comunidades afectadas, en la propia cumbre menos de un tercio de los panelistas y oradores eran indígenas o mujeres, y solo había una mujer afroamericana presente.
- Leehi Yona es periodista e investigadora de ciencia y políticas climatológicas del Ártico en Dartmouth College.
- Editado por Phil Harris
- Traducido por Álvaro Queiruga