Laura Fernández Palomo
Se cumplieron las peores previsiones. No sólo porque el piloto jordano Muaz Kasasbeh secuestrado el pasado diciembre por Dash (ISIS) haya sido quemado brutalmente en vida, sino porque como ayer confirmó el Gobierno la ejecución se llevó a cabo el pasado 3 de enero. Es decir, la organización terrorista estaba negociando el canje del piloto por la excarcelación de una miliciana iraquí de Al Qaeda cuando Kasasbeh ya estaba muerto.
Los objetivos de esa negociación, durante la que también ha sido decapitado un periodista japonés, parecen estar dirigidos a desestabilizar Jordania y forzar su salida de la coalición internacional que lucha contra ISIS y en la que participaba Muaz como piloto de las fuerzas aéreas jordanas. Su familia había mostrado reiteradamente su rechazo a esta intervención y, dada su pertenencia a una influyente tribu del país, había conseguido poner sobre la mesa el debate público de la pertinencia o no de mantenerse en la coalición. Muaz es el primer árabe ejecutado por la organización.
El video difundo por ISIS es otra muestra de terror propagandístico en el que mezcla imágenes oficiales de los encuentro entre el monarca, Abdulá II, y el presidente de Estados Unidos, Barakc Obama. De hecho, la difusión se hizo cuando el rey se encontraba en Washington en una visita que no había anunciado previamente. Desde allí, pocas horas después de que cientos de jordanos salieran a la calle a pedir venganza, Abdulá se dirigió a la sociedad para reclamar “unidad nacional”, consciente de que el debate ya está sobre la mesa.
La venganza, como ya había anunciado el Ejército jordano anoche, llegó durante la madrugada. Sobre las cuatro de la mañana, hora local, Sayida Rishawi, la terrorista por la que querían canjear al piloto, y otro preso yihadista arrestado en las cárceles jordanas, el iraquí Ziad Karbouli, eran ejecutados según la sentencia que les condenaba a muerte por su participación en atentados. Jordania llevaba más de ocho años sin ejecutar estas sentencias por una moratoria, pero el pasado mes de diciembre terminó con la suspensión y dio muerte a otros presos yihadistas, como si de un “anuncio a navegantes” se tratara.
El país ha amanecido hoy en una tensa calma. Los gritos de venganza que se escucharon anoche no son habituales en una sociedad que tiende al pacifismo, afectada por todos los conflictos de la zona. Jordania hace frontera con Siria e Iraq, donde ISIS en poco menos de un año se ha hecho con extensas áreas de terreno donde impone su draconiano sentido del Islam.
Desde el año pasado, parte de las poblaciones del sur donde dominan los grupos salafistas que declararon su apoyo al EI han registrado manifestaciones en las que eran visibles las banderas negras del grupo terrorista. Sin embargo, ahora el sentimiento de decepción por la muerte de un nacional podría hacer perder apoyo a la organización. Aunque lo que preocupa al Gobierno jordano es la vuelta de los más de 3000 nacionales que luchan actualmente en las filas de ISIS en Siria e Iraq.
Los problemas de seguridad se mezclan ahora con la ira social. Es previsible que la reacción de la familia condicione el posicionamiento del Ejecutivo que, una vez más, debe lidiar entre intereses políticos y sociales.