En medio del hedor. Rodeados de putrefacción. En los prostíbulos de la verdad. En los sótanos de la justicia. Por debajo de la Historia y los armarios, se ha colado una noticia que apenas ha sido comentada.
Lucas León Simón
El Gobierno -¿?- ha condonado a los bancos el pago de 36.000 millones de euros que habían constituido el “fondo de rescate” a la misma y que habían sido adelantados al FROB en el 2009.
Es decir, a pesar de que esa mentira con barba llamada Rajoy dijo con teatral solemnidad que “El rescate no le va a costar un céntimo a los españoles”, nos ha costado no un céntimo sino millones de ellos. Y que los banqueros especuladores, los creadores de agujeros y burbujas pinchadas, los cobradores de indemnizaciones y jubilaciones de vergüenza, se queden con el santo y la limosna.
Este mundo se acaba. No puede subsistir con tanta mentira, con tanto robo, con tanto panteón de profesionales del engaño.
36.000 millones que valen por todo el atraco a la sanidad y enseñanza públicas, por toda la bajada de sueldos, por toda la congelación de las pensiones, por todo el manantial de derechos, robado a punta de decreto ley, por estos conejos de monte que se disfrazan de ministros. Juntos.
Los hechiceros de esta Iglesia donde gobernar es igual a robar, esgrimen el bastón de su mayoría lograda con el fraude y la mentira, con el soborno y la financiación ilegal y privilegiada. Se aferran a ella y vacían y prostituyen las santas palabras: política, verdad, parlamento, justicia, honradez… Cada vez que hablan sube el pan. O la luz. O los impuestos.
Sus discursos son conjuros para seguir robando, engendrar sobornos y amnistías fiscales para ellos mismos o sus banqueros de cabecera y convierten en carne de Cáritas a millones de ciudadanos a los que fríen a copagos, reducciones y recortes.
Esta nube de defraudadores, blanqueadores, dinero negro, embutidos, morcillas y chorizos se ha tirado en bandada sobre nuestros magros sueldos y pensiones, sobre nuestra yugulares e hipotecas.
Pueden no dejar nada, pero morirán de podredumbre. La Historia dirá de ellos que fueron polvo. Más polvo ladrón. Fin de la cita.
Esto se soluciona con el pueblo en la calle, forzando una nueva asamblea constituyente para crear una constitución participativa, con listas abiertas y democrática.
Por ahora los partidos políticos se mueven, lentamente, en este sentido, pero atribuyendose a ellos mismos la prerrogativa de hacer estos cambios…
El cambio tiene que venir de la calle, de una verdadera pressión popular.
Ojalá sea pronto.