La principal consecuencia de la Guerra Civil española fue el franquismo, el periodo de tiempo durante el que transcurrió la dictadura del general Francisco Franco.
En la segunda mitad del año 1936, tras el fracaso del golpe militar, convertido en guerra civil, quienes se habían levantado contra el régimen democrático republicano, conservadores antiliberales y anticomunistas (y unos pocos fascistas verdaderos), sustituían la autoridad allá donde la iban derrotando por un Nuevo Estado pronto encabezado por el general Franco. La victoria de los sublevados llegó definitivamente en abril de 1939.
El pretorianismo militar ganador volvió a anteponer el orden a la libertad y la propiedad individual a la redistribución de la riqueza. La coalición vencedora de la Guerra Civil, vestida por el Ejército y la Iglesia católica, le concedió al paternalista Franco todo el poder.
El franquismo fue un régimen autoritario, represivo, con iniciales ademanes de totalitarismo. La democracia orgánica institucionalizó el régimen franquista, instituido como una monarquía tradicional y católica (sin rey).
El primer franquismo fue el de la autarquía suicida, el hambre, el castigo a los derrotados y las tremendas consecuencias de la Guerra Civil. Cuando en 1953 se llega a los pactos económicos y militares con Estados Unidos y el Concordato con la Santa Sede, España se incorpora (como una anomalía) a Occidente.
El Plan de Estabilización de 1959 abre a España al desarrollismo de la década de 1960, ya en pleno segundo franquismo. Es también el tiempo de la contestación rebelde estudiantil y el de la conflictividad obrera.
El último lustro, los años del tardofranquismo, son los de la crisis energética mundial, los de las huelgas y el naciente terrorismo internos, los de la agonía del régimen que acaba en la agonía de Franco y en el punto final que es el 20 de noviembre de 1975.