Vigésimo noveno día del duodécimo mes de 2024
Estamos en un periodo de cierto descanso, cuando llegan estas fiestas, salvo que estemos en una misión especial, entramos en modo automático y nos podemos permitir que el personal se relaje un poco y pueda dedicarse a sus asuntos propios.
En esta ocasión estamos un poco alejados de la Tierra y no merece la pena el desplazamiento así que he decidido quedarme en mi camarote y repasar antiguas lecturas.
Me detengo en un libro de Jorge Wagensberg, Barcelona, 1948-2018, investigador y profesor de la Universidad de Barcelona, escritor y gran divulgador científico, director durante quince años de CosmoCaixa, uno de los museos de referencia científica en todo el mundo.
Escribió sobre diversas materias científicas con gran éxito. A mí me conquistó con El gozo intelectual, un libro publicado en 2007 por Tusquets Editores en la colección Metatemas.
Puede que al leer el título nos podamos sentir un poco cohibidos. Puede que pensemos que no vamos a estar a la altura del libro, que se nos escapará. Ni caso, adelante. Además, en estas fechas de tanta algarabía no viene nada mal un poco de reposo y aislamiento que nos proporciona la lectura.
A todos nos resulta placentero experimentar el gozo. Y todos tenemos inteligencia, aunque no tengamos un trabajo que requiera su especial uso. Tranquilamente podemos leer este libro y disfrutar.
Es verdad que se refiere, casi en exclusiva, al gozo que se experimenta en la ciencia, pero es un ensayo sobre la adquisición de conocimiento, según su autor, y sus fundamentos los podemos aplicar a nuestra vida diaria.
Se divide en dos partes bien diferenciadas. En la primera, se desarrolla la teoría del título. Llama «gozo intelectual» al que ocurre en el momento exacto de una nueva comprensión o de una nueva intuición.
Pero ¿qué es comprender? ¿qué es intuir?
Comprender es entender el significado de algo, es percibir la naturaleza o las ideas profundas contenidas en ese algo. Cada salto en la comprensión tiene asociado un gozo. Intuir es presentir, es sospechar lo que vamos a comprender.
Estímulo, conversación y comprensión o intuición, son las tres fases para la adquisición de un nuevo conocimiento. El estímulo es la necesidad, la curiosidad, la predisposición a entender lo que percibimos de la realidad. La conversación es fundamental en la adquisición del conocimiento, conversaremos con el medio que nos rodea, le haremos preguntas y nos irá respondiendo, e iremos comprendiendo.
Conversaremos con nosotros mismos, reflexión, y nos iremos respondiendo, comprendiendo.
Conversaremos con otras personas, intercambiaremos ideas, conocimientos, desconocimientos, escucharemos y nos escucharán, y comprenderemos.
Estudiamos intensamente un asunto, investigamos, cometemos errores, iniciamos de nuevo el camino, conversamos, comprendemos.
¡Gozo intelectual!
A medida que intuimos, que conocemos, comprendemos mejor el mundo que nos rodea, disfrutamos más de la belleza de la naturaleza o la creada por nuestros artistas.
Sin duda alguna el conocimiento nos hace menos manipulables, más libres. Quizás sea por eso que muchos se empeñen en que sigamos viviendo en la ignorancia, negando la razón y la educación.
En la segunda parte, bastante más extensa, ya que recoge más de sesenta artículos o relatos en los que trata de explicar, con éxito, la práctica de ese gozo, el intelectual, con multitud de ejemplos extraídos, en su mayoría, de la experiencia vital y científica del autor.
Puedo garantizar que esta parte les reconfortará plenamente. Va introducido cada ejemplo con una pequeña descripción más o menos científica que luego se aclarará con el caso de la vida cotidiana.
Sin embargo, en esta pequeña crónica son la parte más corta porque prefiero que las descubran y se sumerjan en cada una de ellas con la mente y la curiosidad abiertas.
Fíjense que títulos llevan llevan estos artículos… La travesía de las iguanas, La nación asexuada, La vitrina hipercúbica de comprensión súbita, Misterio en el museo de Zoología, Ha nacido una roca, Agujeros no tan negros, La hormiga astronauta,…
Les sugiero que completen la segunda parte con alguna historia suya. No hace falta ser científico para haber experimentado algún gozo intelectual, algún momento como cuando por fin comprendimos el funcionamiento de electricidad, al menos así lo fue para mí.
Aunque sin duda, gozos han debido haber que no alcanzaremos ya como los del primer hombre, o mujer, que se asomaron por un microscopio, o un telescopio. ¿¡Se imaginan!?