Ejercer la escribanía ¡ah, mundo, tamaña responsabilidad!
Escribir es transformar adrede la realidad; pasarla por el agua de una hasta que tenga el punto justo de sal.
Somos oro-chrysos-crisálida; cápsula que, para protegerlos, encierra los maravillosos misterios en creación.
Nadie puede saber lo que esconde una pupa en su interior a menos que ceda la capa oscura y gruesa del miedo.
Hay capullos enterrados en el pantano del dolor y otros que cuelgan en la incertidumbre. Sin embargo esperan.
Aguardan sin tener conciencia de que lo están haciendo: maduran nostalgias, refuerzan querencias, se adornan.
No se trata de una espera vacua: es una metamorfosis sustentada en sueños con propósitos y anhelos profundos.
Y llega la palabra. Si es indiscreta romperá bruscamente el manto que abriga al otro provocándole la muerte.
Y llega la palabra. Si es oportuna su lengua húmeda recorrerá el cuerpo abriendo la ventana para la eclosión.
A veces en el proceso de creación queda un exoesqueleto informe, otras, un hilo de seda de valor sin cálculo.
Quien toca con la punta fina de las letras deberá saber que puede dañar para siempre o iniciar un milagro.
No importa si la mariposa alada es parda o multicolor lo que trasciende es que no quiso seguir siendo gusano.
No importa si la palabra que dio aviso de alzar el vuelo era propia o extraña, dijo tenuemente: “aquí estoy”.
Escribir en silencio y poder ser oída por otro ojo, es ejercer el irreverente oficio de despertar crisálidas.
Ejercer la escribanía ¡ah, mundo, tamaña responsabilidad!
Armar las letras, juntarlas adecuadamente para convertirlas en bellas palabras, qué difícil algunas veces! o armarlas para hacerlas despreciables y destructivas, es más fácil. Sigue escribiendo y que del rompecabezas de tus palabras surja la mariposa, que deje ser crisálida para con su belleza llenar la mente y el espíritu de armonía.
Uyyy llega al alma….