Estás donde debes. Has aparecido en ese plantel que te coloca en el frontispicio del triunfo, que tanto mereces, por el que has bregado más que nadie.
Tienes a tu alcance ese amor que nos envuelve de pasiones que lideran los pasos de antaño, de siempre. Eres grande, pese a tu estatura. Tu dimensión humana arrasa con todo.
Superas la hostilidad con suavidad, con ternura, con fórmulas que quitan la impaciencia. Tus opciones llegan cuando deben. Poco a poco cada cual queda en su sitio.
Nos encontramos en lugares de pensamientos no siempre confluyentes, pero que lo son gracias a ti. Nos regalas libertad. No aceptas que otros te impongan el camino. Consensuas. Es lo que te gusta hacer, pero sabes, y plasmas, que todo no vale. Has cambiado con empatía, intentando recoger buenas cosechas.
Te has enfrentado a los años y a lo que sucede en un nuevo encuentro que ahora brinda versiones cariñosas. Al menos, eso es lo que pretendes. Por ti, lo sé, no quedará. Has ganado en modos y sueños. Tienes unos y otros. Los que estiman que poseen la sartén por el mango saben que no albergan ni sartén ni perciben dónde se ejerce el mando.
Comienza el espectáculo, y tú eres el protagonista.