Sucede muy raras veces que un político, sobre todo, un titular de Asuntos Exteriores, abandone su cargo entregando un «testamento político» dirigido a sus pares y… a la nación. Un documento que justifica su buen hacer, su esmero en llevar a buen puerto todas y cada una de las tareas encomendadas por el Estado, por el Gobierno de su país. Sin embargo, a veces sucede…
La semana pasada, el ministro saliente de Relaciones Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif, envió a los parlamentarios de Teherán un amplio informe sobre las últimas negociaciones llevadas a cabo en Viena con los países que avalan el pacto nuclear -Alemania, Francia, Reino Unido, China y Rusia – empeñados en salvar el acuerdo tras la aparatosa retirada de los Estados Unidos, cuando Donald Trump optó por romper la baraja, tratando de congraciarse con su socio israelí, Benjamín Netanyahu.
El conservador hebreo buscaba una coartada para llevar a cabo un operativo bélico contra el régimen de los ayatolás; Trump, por su parte, pretendía reforzar los lazos con la monarquía wahabita, molesta por los reiterados intentos de la Casa Blanca de involucrarla en el Acuerdo Abraham, la portentosa panacea llamada a solucionar todos los problemas de Oriente Medio.
Mientras el actual inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, procura enderezar los entuertos de su antecesor, el nuevo Gabinete israelí trata de frenar la maquiavélica estrategia de Netanyahu, que contempla un sinfín de acciones – directas o indirectas – contra Irán; atentados, incendios, ataques cibernéticos.
La salida de Trump y de Netanyahu del escenario de la política internacional abre nuevas perspectivas para la solución de la crisis nuclear.
El informe del exministro de Asuntos Exteriores de la República Islámica de Irán señala que la Administración Biden estaría dispuesta a levantar la casi totalidad de las sanciones impuestas a Teherán para facilitar el retorno al acuerdo nuclear de 2015.
La versión original (en farsi) del documento de Zarif se convierte, pues, en un testamento político destinado a los halcones del nuevo Gobierno iraní. Comentando el aún no publicado informe del negociador persa, un portavoz del Departamento de Estado confirmó que las exigencias formuladas por Zarif figuran en la lista de prioridades establecida por los representantes diplomáticos.
¿Aceptables? Aparentemente, sí, aunque no se había llegado a un entendimiento final. No se acuerda nada hasta que todo esté acordado, señaló la fuente estadounidense.
Según el informe de Mohammad Javad Zarif, el presidente Biden estaría dispuesto a eliminar no sólo las sanciones impuestas por Donald Trump al anunciar la retirada de los Estados Unidos del acuerdo, sino también la mayoría de las sanciones que el antiguo inquilino de la Casa Blanca decretó posteriormente, basándose en la llamada estrategia de máxima presión. Entre ellas se incluyen la inclusión de la Guardia Revolucionaria Islámica iraní en la lista de organizaciones terroristas o las sanciones contra el líder supremo de la revolución, el ayatolá Ali Khamenei.
Por otra parte, alrededor de mil personas o entidades iraníes serían eliminadas de la lista negra de Washington y se retirarían muchas sanciones que dificultan que las empresas estadounidenses comercien con Irán.
Algunas sanciones permanecerían vigentes incluso después de formalizarse el acuerdo, como el veto a las entidades bancarias iraníes o a compañías dedicadas a la compra venta de metales preciosos.
Tampoco se suspenderán las sanciones relacionadas con las actividades terroristas, el ensamblaje de misiles balísticos o las violaciones de los derechos humanos.
Los pasos que tendría que tomar Irán para alcanzar un acuerdo con Washington incluirían la aceptación del protocolo adicional que permite inspecciones nucleares más estrictas de la ONU, el rediseño del reactor de agua pesada de Arak, la limitación del enriquecimiento al 3,67 por ciento y la entrega de más de 300 kg de uranio enriquecido.
Los iraníes renunciarían al uso de las centrifugadoras IR-2m, IR-4 e IR-6, limitándose a utilizar unas 6104 centrifugadoras antiguas IR-1. Sin embargo, las centrifugadoras modernas permanecerían en Irán y la investigación y el desarrollo de nuevos modelos de centrifugadoras continuará.
Por ende, Zarif insta a los miembros del Parlamento y, ante todo, al nuevo Gabinete conservador a mostrar pragmatismo y hacer concesiones en lugar de manipular a la opinión pública.
Llegar a un acuerdo requiere coraje y voluntad para priorizar los intereses nacionales sobre los intereses personales Ningún acuerdo es perfecto para ninguna de las partes, y el maximalismo sólo conduce a negociaciones erosivas e interminables, advierte el diplomático persa.
La pelota está, pues, en el campo de Ebrahim Raisi.