¡He aquí un muestrario! (y 2)
La semana pasada mostré una parte de lo que, en mi opinión, son las impropiedades más frecuentes en los medios de comunicación social y en el habla cotidiana, sobre todo en Venezuela, que es la realidad que conozco.
¡He aquí un muestrario! (1)
La semana pasada no tuve tiempo de elaborar el acostumbrado comentario de cada sábado, y por eso, una vez más pido disculpas al equipo...
¡O sea, no han entendido!
El profesor José Vásquez Manzano, lo digo una vez más, es uno de los pocos docentes que en el estado Portuguesa, Venezuela, maneja con relativa facilidad el lenguaje que emplea. Esa ha sido su preocupación y su ocupación desde hace mucho tiempo.
«Un error oficial»
Tengo amigos con los que de manera frecuente intercambio impresiones sobre las impropiedades más frecuentes en los medios de comunicación social y en el habla cotidiana, en la que incurren muchas personas, y siempre llegamos a la conclusión de que ocurren por descuido o por despreocupación, lo cual se traduce en el hecho de que no han tomado en cuenta la importancia de hablar y bien de escribir de mejor manera.
Inventar palabras tiene sus riesgos
Los más recientes artículos de este trabajo de divulgación periodística, lo digo una vez más, han recibido varios comentarios que, aparte de elogiosos, son una evidencia de que a pesar de la generalizada apatía por mejorar la escritura y la expresión oral, existe un selecto grupo que se preocupa y se ocupa de hacer bien ambas cosas. ¡Esa ha de ser la actitud, bien por ellos!
¡Armamento, maquinaria, triz, vialidad y otras palabras!
Mi artículo de la semana pasada fue objeto de comentarios favorables, por parte de personas que se preocupan por hacer un mejor uso del lenguaje que emplean, lo cual me es satisfactorio, al tiempo que me estimula a seguir aportando elementos que pudieran contribuir al mejoramiento de la expresión escrita y oral. ¡Esa es y será la intención!
¿Una guaya de alta tensión? ¡No lo creo!
El artículo de hoy surgió de una nota de sucesos, publicada en un diario digital del estado Portuguesa, Venezuela, cuyo título señalaba el fallecimiento de un ciudadano luego de haber hecho contacto con una «guaya de alta tensión».
El «cuarto cuarto»
Tengo amigos narradores y comentaristas deportivos con los que suelo intercambiar impresiones acerca de las impropiedades más comunes en los medios de comunicación social y en su área de trabajo. Siempre les he dicho que hay unos muy buenos y otros que lamentablemente no han entendido la importancia de su profesión, lo cual no les permite desempeñarse con éxito, además de que frecuentemente son blancos de fuertes cuestionamientos.
¿Por la mínima diferencia?
Siempre he considerado indispensable que muchos comunicadores sociales (diaristas y locutores) se preocupen por escribir bien y hablar de la mejor manera, pues esa es su herramienta básica de trabajo. Es justo reconocer que existe un marcado interés por disipar las dudas y adquirir soltura en la redacción de textos y en la expresión oral, lo cual es plausible, pues solo así podrán tener el éxito deseado.
«Una gran pregunta conlleva a una gran investigación»
Cuando se incurre en una falta, lo cortés y lo valiente es pedir disculpas, aunque hay quienes, sin ningún argumento y con cierta dosis de autosuficiencia, aseguran que las disculpas no se piden, sino se dan. No tengo dudas de que se piden, y por eso les pido disculpas al equipo de redacción de este importante de comunicación social y a los seguidores de este trabajo de divulgación periodística, por la ausencia de la semana pasada.