La fotografía minimalista acaba de perder a una de sus fundadoras, representante de una corriente que revolucionó el panorama de la fotografía artistica de la posguerra. Hilla Wobeser (194-2015) trabajó unida a su marido Bernd Becher (1931-2007) desde que se conocieron como estudiantes en Dusseldorf en 1959 (se casaron en 1961).
Antes de dedicarse a la fotografía, Bern había sido un pintor de cierto éxito, pero a finales de los años 50 se dio cuenta de que la fotografía se adaptaba mejor a sus intenciones artísticas debido a su interés por los edificios industriales. De las publicaciones ilustradas del siglo XIX y de los primeros fotógrafos paisajistas alemanes tomaron algunos de los modelos que recrearon en sus fotografías.
El matrimonio Becher se especializó en legar a la posteridad la arquitectura industrial de Europa y los Estados Unidos, trasladando a estas construcciones, algunas ya en ruinas, un espectacular sentido escultórico. Su primer libro, publicado en 1970, se tituló Esculturas anónimas. Una tipología de edificios técnicos.
Su trabajo se inscribe en el contexto de la reconstrucción de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, y gracias a su labor muchas de estas construcciones (grandes depósitos, torres de refrigeración, depósitos de gas, hornos de cal, silos de cereales, elevadores de grano, minas de carbón, refinerías de petróleo…) se salvaron de la destrucción.
La consagración artística de Bernd y Hilla Becher se produjo en la Documenta del año 1972, y en 1990 su obra fotográfica obtuvo el León de Oro de escultura de la Bienal de Venecia (entonces no había premio de fotografía). En 2004 fueron galardonados con el Premio Hasselblad.
Siempre utilizaron el blanco y negro, con encuadres ajustados y tomas desde un punto de vista elevado, y siempre de gran nitidez, para que la atención del espectador se centrase en objetos concretos.
Su influencia sobre grandes fotógrafos contemporáneos (Thomas Ruff, Candida Höfer, Axel Hütte, Thomas Struth, Andreas Gursky) se ha manifestado a través de la Kunstakademie de Düsseldorf, un centro que hasta entonces solo se había dedicado a la pintura. Ellos continuaron allí el magisterio de la Subjektive Fotografie de Otto Steinert y del movimiento de la Nueva Objetividad. En ese centro Bernd Becher se convirtió en 1976 en el primer catedrático de fotografía artística de una Academia de Bellas Artes.
Hilla Becher falleció el 10 de octubre en su domicilio de Dusseldorf a los 81 años, ocho más tarde de la muerte de Bend. El reconocimiento internacional de su obra fue tardío a causa de su difícil asimilación por parte del mundo del arte, aunque desde el principio fue muy valorada por ingenieros y arquitectos, que apreciaron su dedicación a la conservación de un rico patrimonio industrial.