España: un nuevo Rey que enfrentará grandes problemas

Tito Drago

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El príncipe Felipe en el centenario del Instituto Español de Oceanografía. © Casa de S.M. el Rey / Borja Fotógrafos 21040610

El Congreso de Diputados de España aprobó hoy la ley de abdicación del rey Juan Carlos, que llevará a que el 19 de este mes se apruebe esa decisión y se reconozca su reemplazo al frente del estado del príncipe Felipe, quien a partir de ese día será reconocido como Felipe VI.

De los 350 diputados, a favor de la abdicación y de la proclamación de Felipe VI votaron 299 miembros del gobernante Partido Popular, los opositores del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), UPyD, UPN y Foro Asturias, en contra los hicieron 19 de grupos izquierdistas y se registraron 23 abstenciones de grupos nacionalistas.

Aunque votó a favor de la abdicación y de la designación del nuevo rey, el PSOE planteó que a partir de este acto se impulsará una reforma constitucional, con cambios institucionales que, en primer lugar, modifiquen la ley electoral, el funcionamiento de los partidos y el modelo territorial de toda España, lo que seguramente afectaría también a los movimientos nacionalistas de algunas comunidades.

El presidente del gobierno, el centroderechista Mariano Rajoy, aprobó lo ocurrido y señaló que “a ningún español le intranquiliza la abdicación porque nadie considera que se haya producido un vacío en el poder, ni que se haya abierto una etapa de incertidumbres. España permanece tranquila porque se apoya en la estabilidad de su sistema político y la solidez de las instituciones constitucionales”.

Partidos minoritarios de la izquierda (IU, ICV y CHA), han votado en contra, piden un referéndum sobre el modelo de Estado y mostraron su línea de oposición con carteles reclamando “Referéndum, ya” y portando escarapelas con la bandera republicana en sus solapas.

Estos hechos me hacen recordar cuando el 4 de abril de 1992, como presidente del Club Internacional de Prensa entregué el Premio Especial al Rey por “su papel decisivo en la democratización y modernización de España, y por su contribución destacada al diálogo, la solidaridad y la paz entre las naciones”. El Rey afirmó ese día que “Este premio es un reconocimiento a la energía creadora y voluntad de modernización del pueblo español, principal protagonista de la transformación democrática de España, que me propuse realizar desde el primer momento de mi reinado”.

También debemos recordar que cuando se produjo el fallido golpe de estado del 23 de febrero de 1981 ocurrió algo muy particular, que me contó a mí Manuel Prado y Colón de Carvajal, entonces jefe de la casa del Rey. Me informó de que siendo en torno a las once de la noche de ese día el príncipe Felipe, de 13 años entonces, estaba próximo a dormirse sentado en una butaca y Prado, amigo personal del Rey desde su adolescencia, se ofreció para llevarlo a su cama a dormir. «La respuesta fue: déjalo aquí, que esté atento, porque mañana nadie le podrá contar lo que estamos haciendo».

“¡Qué razón tenía! Con la cantidad de veces que hemos tenido que oír que el Rey retrasó su mensaje a la Nación a la espera de que se definiera el golpe», concluyó Prado, el único civil y no funcionario de la Casa Real presente allí todo el 23 y el 24.

Otro testigo que me contó esto fue el periodista Jesús Picatoste, enviado por la cadena oficial Televisión Española para dirigir el equipo que grabaría el mensaje del Monarca, ya que no estaban en condiciones técnicas de transmitirlo en directo desde La Zarzuela, quien estaba presente cuando ocurrió lo relatado por Prado.

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