Facebook compra nuestros datos en WhatsApp

La mi­llo­na­ria ad­qui­si­ción de la pla­ta­for­ma de men­sa­je­ría re­ve­la un hecho que a me­nu­do ol­vi­da­mos: rara vez los ser­vi­cios en In­ter­net son gra­tui­tos. Mu­chas veces los pa­ga­mos con nues­tros datos per­so­nales,señalan los colegas de Derechos Digitales.

logo-whatsapp-facebook Facebook compra nuestros datos en WhatsApp19.000 mi­llo­nes de dó­la­res pa­ga­rá Fa­ce­book por What­sApp, la po­pu­lar apli­ca­ción de men­sa­je­ría ins­tan­tá­nea, según anun­ció el pa­sa­do miér­co­les la com­pa­ñía de Mark Zu­cker­berg. Los ex­per­tos coin­ci­den en que se trata de una ma­nio­bra para au­men­tar la pre­sen­cia de la red so­cial en los te­lé­fo­nos mó­vi­les, seg­men­to de usua­rios que les había re­sul­ta­do un tanto es­qui­vo, hasta ahora.

Evi­den­te­men­te, esto sig­ni­fi­ca­rá in­te­gra­ción entre ambas pla­ta­for­mas, con nue­vos ser­vi­cios que pro­ba­ble­men­te fa­ci­li­ta­rán e in­cen­ti­va­rán su uso, al mismo tiem­po que la com­pra com­ple­men­ta el vo­lu­men y la ca­li­dad de los datos per­so­na­les que Fa­ce­book ma­ne­ja.

¿Y qué datos ma­ne­ja What­sApp? En pri­mer lugar, el ser­vi­cio de men­sa­je­ría co­lo­ca como exi­gen­cia bá­si­ca que sus usua­rios re­ve­len su nú­me­ro de te­lé­fono, pero no solo eso: al acep­tar los tér­mi­nos de uso de la apli­ca­ción, les per­mi­tes re­co­lec­tar toda la in­for­ma­ción con­te­ni­da en la agen­da de tu ce­lu­lar, in­clu­yen­do nom­bres, di­rec­cio­nes de co­rreo elec­tró­ni­co y nú­me­ros de con­tac­to. De modo que no im­por­ta si la usas o no, pro­ba­ble­men­te estás en la base de datos de la com­pa­ñía.

Pero el ver­da­de­ro po­ten­cial de esta in­for­ma­ción no ra­di­ca en los datos por sí mis­mos, sino en la po­si­bi­li­dad de trian­gu­lar­los con toda la otra in­for­ma­ción que Fa­ce­book ya posee sobre no­so­tros. Hay que re­cor­dar que tanto What­sApp como Fa­ce­book han sido cues­tio­na­dos por sus po­lí­ti­cas de pri­va­ci­dad. La pre­gun­ta es obvia: ¿de­be­ría­mos preo­cu­par­nos?

En pri­mer lugar, la ad­qui­si­ción de What­sApp por Fa­ce­book es un claro ejem­plo del modo en el que se ha desa­rro­lla­do In­ter­net en los úl­ti­mos años, donde la ma­yo­ría del trá­fi­co de in­for­ma­ción de­pen­de, en gran me­di­da, de un grupo bas­tan­te re­du­ci­do de em­pre­sas gi­gan­tes­cas, que tien­den pe­li­gro­sa­men­te al duo­po­lio. De hecho, What­sApp re­cha­zó la ofer­ta de mil mi­llo­nes de dó­la­res rea­li­za­da por Goo­gle un año atrás para com­prar la com­pa­ñía.

Ahora, ¿qué es lo que hace im­por­tan­te a una com­pa­ñía como Goo­gle o Fa­ce­book? Bueno, tú. Si Fa­ce­book está dis­pues­to a pagar 19 mil mi­llo­nes de dó­la­res por What­sApp, es por sus 450 mi­llo­nes de usua­rios. A ese pre­cio, cada usua­rio de What­sApp vale USD $42.

Este dato es in­tere­san­te, ya que a me­nu­do ol­vi­da­mos que los ser­vi­cios web rara vez son gra­tui­tos y mu­chas veces los pa­ga­mos con nues­tros datos per­so­na­les, es decir, con nues­tra pri­va­ci­dad. Mi­ra­do desde el pris­ma más pe­si­mis­ta, In­ter­net se pa­re­ce cada vez más a una dis­to­pía or­we­lia­na, donde dos (¿o tres? ¿o una?) com­pa­ñía sabe ab­so­lu­ta­men­te todo sobre ti.

Pero lejos de las vi­sio­nes apo­ca­líp­ti­cas sobre la red, una cosa es cier­ta: cada vez te­ne­mos menos con­trol sobre nues­tra pri­va­ci­dad, en gran me­di­da por­que así lo hemos ele­gi­do, qui­zás sin pen­sar que no hay vuel­ta atrás. No sa­be­mos qué hace exac­ta­men­te Fa­ce­book, Goo­gle, Ama­zon, Yahoo o Twit­ter con nues­tra in­for­ma­ción, ni quién tiene ac­ce­so a ella.

Evi­den­te­men­te, mucha de esta in­for­ma­ción queda en manos de los avi­sa­do­res, grupo eté­reo y mis­te­rio­so, en­car­ga­do de des­ci­frar qué que­re­mos com­prar y ofre­cér­nos­lo a tra­vés de «pu­bli­ci­dad con­tex­tual». Otras veces, esa in­for­ma­ción cae en manos de las agen­cias de es­pio­na­je gu­ber­na­men­tal, como bien de­mos­tró Ed­ward Snow­den.

En ese sen­ti­do, sin un com­pro­mi­so real de los es­ta­dos por res­pe­tar la pri­va­ci­dad de sus ciu­da­da­nos, la exis­ten­cia de me­jo­res bases de datos es pe­li­gro­sa.

Pero no se trata de ge­ne­rar alar­ma. Pa­ra­fra­sean­do una de nues­tras cam­pa­ñas, no hay que te­mer­le a In­ter­net. Es por eso que la re­co­men­da­ción es a in­for­mar­se res­pec­to de las nor­mas de uso y las po­lí­ti­cas de pri­va­ci­dad de las pla­ta­for­mas que uti­li­za­mos, y ser usua­rios res­pon­sa­bles.

No­so­tros somos la pri­me­ra ba­rre­ra de de­fen­sa a nues­tra in­ti­mi­dad, y eso im­pli­ca saber qué puedo y qué no puedo com­par­tir en la red, en qué pla­ta­for­mas con­fiar y en cuá­les no. Y tam­bién en exi­gir nues­tros dere­chos, tanto al Es­ta­do con me­jo­res re­gu­la­cio­nes, como a los pri­va­dos, con nor­ma­ti­vas cla­ras que ga­ran­ti­cen nues­tra pri­va­ci­dad.

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2 COMENTARIOS

  1. Menos mal que alguien deja de cantar loas al «joven emprendedor Zuckerberg que ha cambiado la vida de media humanidad» (y muy particularemnte la suya) y dice lo que realmente hay detrás de los 19.000 millones desembolsados por la compra de la mensajería instantánea más popular del momento. ¡Qué manía con empeñarse en creer que lo de Internet es todo gratis! Como he leido esta mañana, no recuerdo donde, «el comunismo no contó nunca todo lo nocivo que podía llegar a ser, pero en lo que dijo del capitalismo se quedó muy corto».

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