Hoy en día la familia y sus figuras maternas y paternas, que deciden tener hijos e hijas han de hacer el enorme esfuerzo de dedicarles tiempo, no vaya a ser que aprendan a vincularse desde un más que probable apego empantallado. Qué tiempos aquellos en los que se decía que niños, niñas y adolescentes tenían mucho peligro con internet…
Desde el punto de vista psicológico, el apego se refiere a la forma de vincularnos emocionalmente desde el principio de nuestras vidas, con nuestros progenitores. Figuras que son responsables de aportar los cuidados físicos y emocionales a sus retoños, primero de bebés y después a lo largo de todo su desarrollo. Además, tienen la función de educarles desde su apoyo afectivo incondicional, enseñándoles a ir desarrollando su autonomía para crecer como personas sanas y valientes. ¡Menudo trabajo! ¡Ahí es nada…!
Pero cabe hacerse una serie de preguntas:
- Si una persona está distraída de sí misma, ¿va a ser capaz de concentrarse en otra?
- Si una persona no se conoce ¿se puede querer a sí misma?
- Si una persona no se conoce ¿puede querer a otra ?
- Si una persona basa su vida en las dependencias ¿puede educar en autonomía?
- Si una persona basa su vida en echar su basura emocional a los demás ¿puede educar?
- Si una persona considera que obedecer es la piedra filosofal de la educación ¿puede educar en autonomía?
Mucus, la inteligencia mocarra hecha ente, esputa:
El mal de la historia de la humanidad
es la falta de desarrollo en afectividad.
Cuantas más carencias emocionales
menos recursos educacionales.
Y ahora vienen las pantallas
a ejercer de murallas…
¡Menos mal que nos queda la risa
démonos prisa!