Lejos de sus días de esplendor, la Feria Internacional del Libro (FIL) de La Habana intenta sobreponerse al embate de la crisis económica sobre la industria editorial cubana e incentivar el interés por la lectura ante la arrolladora expansión de las plataformas para el entretenimiento, informa Luis Brizuela (IPS) desde La Habana.
«Desde que era estudiante de preuniversitario comencé a venir a las ferias. Aquí he encontrado clásicos de la literatura universal, el teatro completo de importantes escritores y también poesía», comentó a IPS la comunicadora Yinet Paredes.
La jubilada María de los Ángeles Sera aseguró que se acerca cada año a este espacio «en busca de libros de cocina, de pasatiempos y novelas cubanas», aunque al dialogar con IPS lamentó que las tiradas de estas últimas «muchas veces son muy pequeñas y no vuelven a imprimirse».
El estudiante de educación preuniversitaria Jhosvany Hernández reconoció IPS que junto con sus compañeros vino a la feria a comprar un regalo para la novia, y «pasar un rato agradable. No soy de leer mucho, prefiero ver series, películas o jugar en la Xbox (consola)».
Considerada el suceso sociocultural de mayor alcance en esta nación insular del Caribe de 11,1 millones de habitantes, la edición 31 de la FIL transcurre del 9 al 19 de febrero en su sede principal, la fortaleza de San Carlos de la Cabaña, la segunda edificación militar más grande construida por España en América, en una de las márgenes de la bahía de La Habana.
Otras dieciséis subsedes se suman a la venta de libros, presentaciones de textos, paneles, conciertos, exposiciones y proyecciones cinematográficas, como parte de las actividades colaterales en esta urbe de 2,2 millones de habitantes.
La feria recorrerá después las principales ciudades de las regiones occidental, central y oriental hasta la clausura el 19 de marzo en Santiago de Cuba, segunda urbe en importancia del país, a 870 kilómetros al este de La Habana.
En la FIL de este 2023 se encuentran disponibles 4,2 millones de ejemplares y 4200 títulos, en su mayoría de ediciones pasadas.
Con respecto a años anteriores, ganan en relevancia las publicaciones electrónicas, principalmente libros digitales (ebooks) y audiolibros, con unos mil títulos en formatos digitales.
Los organizadores anunciaron más de doscientas novedades de libros en papel y seiscientas en formato digital.
La edición 31 de la FIL tiene a Colombia como país invitado de honor. Por tal motivo, la vicepresidenta de la nación sudamericana Francia Márquez, y la ministra de Cultura, Patricia Ariza, junto con una delegación de más de veinte escritores, artistas, promotores y personalidades colombianas viajaron a la isla para la inauguración y primeras actividades.
Circunstancias complejas
Antes de comenzar la FIL, Juan Rodríguez Cabrera, presidente del Instituto Cubano del Libro, sostuvo en conferencia de prensa que en relación con sus complejas circunstancias, el país ha organizado «la mejor feria posible».
Junto con la disponibilidad de alimentos, medicinas y bienes de primera necesidad, combustibles e infraestructura crítica, los procesos editoriales también fueron impactados por la agudización de la crisis económica desde 2019.
En ello se combinan el fortalecimiento del embargo estadounidense, aplazamientos de las reformas económicas nacionales y la pandemia de covid.
Las menguadas arcas estatales impiden comprar suficiente papel, cuyo precio se ha encarecido en los mercados internacionales, así como tintas y otros insumos, piezas de repuesto o nuevo equipamiento para las imprentas, por lo que persisten retrasos de los procesos técnicos y productivos y de los planes de publicación.
Tal realidad es especialmente sensible como parte de una política que ha priorizado, durante décadas, la accesibilidad de las personas a este producto cultural a través de tiradas de miles de ejemplares, precios económicos e incluso con papel de una calidad modesta.
Desde el triunfo de la revolución de 1959, el gobierno creó instituciones, incluidas imprentas y editoriales especializadas, enfocadas en divulgar clásicos de la literatura universal, de autores nacionales, así como de distintas ramas del conocimiento.
Ello estuvo cimentado por la campaña que en 1961 declaró al país primer territorio libre de analfabetismo en América, al igual que el acceso universal y gratuito a todos los niveles de enseñanza.
Con la desaparición en 1991 de la Unión Soviética, principal socio comercial de Cuba, sobrevino una crisis de la industria editorial.
Otras limitaciones están asociadas a la ausencia de obras clásicas nacionales las cuales ven la luz en ocasiones significativas, pero debieran estar disponibles en las librerías.
«Hay autores muy leídos, y otros que debieran serlo, pero sus libros apenas se publican. Los lectores debemos procurarlos mediante amistades que los traen del extranjero o copias digitales. A veces se priorizan libros de política, de propaganda, en detrimento de otros más literarios, experimentales y de escritores críticos del sistema», dijo a IPS Zeida, una profesora que solicitó omitir su apellido.
Concursos literarios contribuyen a descubrir autores noveles y una red de editoriales territoriales publican obras de jóvenes poetas y literatos. Sin embargo, resultan insuficientes las políticas de promoción y reseñas críticas en los medios.
En los últimos años, personas muestran preocupación por los precios de los libros, sobre todo los de editoriales foráneas que concurren con propuestas muy atractivas, pero muy alejadas del bolsillo medio en un contexto inflacionario que ha devorado el poder adquisitivo de salarios y pensiones.
Durante un recorrido por algunas de las librerías de la FIL, IPS apreció que una cantidad significativa de libros de editoriales cubanas poseen precios por debajo de los 15 centavos de dólar en un país con un salario medio equivalente a 35 dólares.
Lectura inclusiva
Estudios apuntan que las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones han modificado los hábitos de lectura y formas de leer, especialmente entre los jóvenes, ante lo cual comienzan a posicionarse estrategias como el libro digital.
Con el tema La lectura inclusiva, la FIL 2023 dedica varios de sus espacios de reflexión a analizar el impacto cultural de los nuevos formatos para la lectura, mientras algunos expertos vaticinan una coexistencia entre lo análogo y lo digital en los próximos años.
«El mundo digital vino a romper barreras. En el caso de una persona ciega, por ejemplo, para disfrutar de un libro o alguien se lo leía o tenía que esperar a que estuviera disponible en formato braille. Con los audiolibros hoy esa persona ciega puede interactuar de manera más amplia con la literatura. Eso favorece la inclusión de personas con discapacidad», argumentó Bárbaro Barroso.
Ejecutivo del equipo de marketing y derecho de autor de la Editorial Pueblo y Educación, Barroso explicó a IPS los pasos que da la entidad, representada en un stand de la FIL, con algunos de sus productos.
«Incursionamos en los libros transmedia, acompañados con contenidos digitales que ayudan a ampliar la experiencia de la lectura», explicó el profesional, quien compartió detalles de lo experiencia desarrollada con el libro de cuentos infantiles Había una vez, del maestro, pedagogo, escritor y editor Herminio Almendros (1898-1974).
Además del libro impreso, incorpora tres aplicaciones como un audiolibro donde se narran veinticinco de los cuentos, un videojuego y la herramienta digital que al colocar el móvil encima de una ilustración devuelve la imagen en movimiento de una escena del cuento seleccionado.
«Estamos proponiendo al Ministerio de Educación que los libros del próximo perfeccionamiento de la enseñanza en el país vengan acompañados de aplicaciones, juegos educativos digitales y audiolibros. Ello contribuiría a mejorar los procesos de lectura y aprendizaje», señaló Barroso.
Pese a sus ventajas, para la extensión de esta tecnología subsisten retos relacionados con los precios y forma de acceso a terminales de calidad como celulares, tabletas, lectores de libros digitales, computadoras y hasta televisores inteligentes.
Por otro lado, el avance del libro electrónico deberá apertrecharse de mecanismos efectivos para poner coto a prácticas de piratería que afectan los derechos de autor.