Ileana Alamilla[1]
¡Y se terminó la inercia en algunas instituciones! Hasta la Contraloría de Cuentas de Guatemala, que tradicionalmente había estado en el letargo, ahora asegura que está haciendo su trabajo. Los señalamientos en contra de quienes han tenido hallazgos o reparos los está haciendo públicos, que es un avance.
Llamaba la atención que los contralores no detectaran las irregularidades o ilegalidades que han existido en la administración pública y que antes se desvanecían con otras irregularidades.
En muchas entidades hay delegaciones de la Contraloría, pero como era usual, había complacencia, pasaba de todo y no pasaba nada. Entidades expertas en el tema lo señalaban, pero como el Ministerio Público y los tribunales estaban asentados en la misma actitud, todos hacíamos como que criticábamos y los corruptos hacían como que no era con ellos.
Hoy la situación sufrió una revolución, aunque sea solo para el manejo de la cosa pública. Esperamos que después se avance a la búsqueda de la justicia social.
Los tres poderes del Estado están señalados, para vergüenza nacional. Seguiremos estando en el ojo público internacional. El Congreso, despreciado por mérito propio, está enfrentando una “depuración judicial” y aunque se empeñen en decir que no son todos y en minimizarlo, la opinión ciudadana los tiene colocados en el sótano de la credibilidad.
Ojalá que no haya un doble rasero en las investigaciones y que todos aquellos que cometieron ilícitos, que cobraron sin trabajar, que contrataron contraviniendo la ley o que aprobaron convenios que perjudican las finanzas de esa entidad sean también sometidos a la justicia y que los que recibieron dinero sin haberlo ganado lo reembolsen. El presupuesto es del Estado, no del Congreso; sus ahorros son incomprensibles e injustos cuando otras instituciones nobles como los hospitales carecen de lo elemental. Su actual pretensión de que se les adjudiquen las expropiaciones de todos los inmuebles alrededor del Palacio Legislativo para que los diputados y sus cortes estén más confortables resulta inoportuna.
En el Ejecutivo tuvimos a un nido de hampones apropiándose de manera obscena de los recursos del Estado. Hicieron un verdadero pillaje, saquearon las arcas nacionales con todo el descaro del mundo, al grado de que los cabecillas están detenidos y, con las revelaciones de ayer, el juicio será un puro trámite. Seguramente no saldrán de su prisión, lo que los salvará de recibir de la población en forma directa el desprecio que se merecen.
El Sistema de Justicia está también en entredicho por algunos malos juristas y abogados. Tanto en el Organismo Judicial como en el Ministerio Público se ha encontrado a personas señaladas de actos reñidos con la ley, lo cual por una parte es positivo, pero por la otra genera una fundada desconfianza. Bien dicen que justos pagan por pecadores, que en el caso de la justicia, es totalmente imperdonable.
Pero por otro lado hay juzgadores probos y abnegados a quienes no se les reconocen los méritos; es más, siguen amenazados y no se les proporciona la seguridad que solicitan y necesitan.
Los resultados de las últimas investigaciones nos han impactado profundamente. La desvergüenza y la rapacería del anterior gobierno traspasaron el umbral de lo imaginable. Ahora colocan al Estado en otro problema, pues ya las cárceles VIP no se dan abasto, los corruptos están hacinados, ya no pueden comprar la clase de privilegios y lujos a los que se habituaron, robándole al Estado.
Pero esto no es suficiente. Lo que sigue es lo que hay que construir para salir de este averno en el que estamos sumidos y poner fin a la pesadilla. Ya hay indicios de cómo hacerlo. Los nombramientos recientes, el desempeño de las instituciones con otra mística y visión son el principio del cambio. No permitamos que haya vuelta atrás.
- Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, fallecida en enero de 2018.