Heimat, la otra tierra

Retrato colosal de un pueblo y de un país

heimat_la_otra_tierra-cartel Heimat, la otra tierraHeimat (Die andere Heimat), es una película alemana de 2013, prólogo (precuela) de la monumental trilogía del mismo nombre1 que el realizador Edgar Reitz dirigió en 1984, 1993 y 2004 (en total más de 55 horas), multipremiada y considerada como una de las mejores obras de su cinematografía, dedicaba a la historia alemana del siglo XX.

La que ahora llega a la gran pantalla, dando un salto atrás en el tiempo y centrada en los acontecimientos de un siglo antes, se presenta en dos partes –»Crónica de un sueño» y «El éxodo»- que constituyen una auténtica sinfonía de cuatro horas de proyección, con un descanso de cinco minutos, filmadas en cinemascope y blanco y negro (o sea todos los matices del gris) con excepción de unos cuantos elementos que aparecen en color: un friso mural, flores, un ágata gigante, una moneda de oro…, imágenes grandiosas y paisajes de leyenda (por decir algo, comparables a los de los inmensos westerns de John Ford) para una obra colosal, una saga fuera de lo común.

La acción transcurre en el pueblo ficticio de Schabbach, en una Prusia renana todavía feudal, la actual Alemania, a mediados del siglo XVIII cuando el sueño de los campesinos pobres de Renania era emigrar al continente sudamericano, fundamentalmente a “Eldorado” del Brasil, donde la política colonial del emperador Dom Pedro ofrecía casa y tierra a los agricultores llegados del viejo continente. Un episodio histórico real, poco conocido incluso por muchos alemanes para quienes la “emigración alemana” se limita a la huida de los perseguidos por el III Reich.

La acción comienza en 1842 y se prolonga hasta 1844. El herrero Johann y su mujer Margret tienen tres hijos: Lena, la mayor, que ha abandonado el hogar familiar para vivir con el padre de su futuro hijo, Gustav y Jakob. La situación económica es catastrófica y son muchos los compatriotas que ya han emprendido el camino del exilio, se han ido a “la otra tierra”. Jakob, el menor, hace planes para seguirles en cuanto le sea posible. “Cuando se marchan –dice Jakob- los otros se llevan todo, hasta los orinales… Yo me iré sin nada. Tan solo unos cuantos libros y una bolsa con pan negro”. Libros que le va prestando su tío, el tejedor, quien los conserva escondidos entre la maquinaria del telar. Pero el regreso del hermano mayor, Gustav, del servicio militar, y la obligación de casarse con la chica a la que ha dejado embarazada durante una fiesta, le obligan a resignarse y quedarse a cuidar a los padres mientras vivan. Será Gustav quien emigre a Brasil con su flamante familia; en tanto, Jakob seguirá estudiando las lenguas de los indios de la selva amazónica.

Las razones de esa emigración no son solo económicas, existe también una suerte de curiosidad antropológica, de fantasías y fantasmas estimulados por el romanticismo de la época, los primeros relatos de los escritores – viajeros europeos y, especialmente en Alemania, el interés por el estudio de lenguas y otras formas de mirar el mundo. A través del personaje de Jakob, Edgar Reitz ha mostrado hasta que punto esas fantasías estaban incorporadas al imaginario popular, incluso en los pueblos más remotos y míseros.

Interpretado por Jan Dieter Schneider, Jakob es un auténtico héroe romántico. Hijo de campesinos, forma parte de la primera generación alfabetizada tras la anexión de la zona por Prusia. “Los ‘mer’ y ‘au revoir’ salpican el habla de los campesinos, el anciano tío entona cantos republicanos. Antes de los prusianos, la región conquistada por Napoleón formaba parte del departamento francés de Moselle (…) En Jakob se da una comunión entre naturaleza, escritura, ansia de libertad, un amor traicionado y el gusto por los descubrimientos científicos” (Frédérique Franchette).

El relato sigue a esta familia durante dos años, les vemos trabajando, atravesando inviernos glaciales, víctimas de la enfermedad, del luto colectivo (el crudo invierno ha matado a siete niños, a los que entierran juntos), soportando los abusos de la aristocracia local, descubriendo el amor, fundamentalmente sobreviviendo. Pese a los inevitables conflictos entre generaciones, e incluso entre los dos hermanos (Gustav ha seducido a la novia de Jakob), la familia permanece unida, solidaria. A pesar de que el padre no soporta su amor por los libros y la lectura, Jakob es la esperanza del clan. Cuando sus planes se tuercen y, resignado, no solo se queda en el pueblo sino que incluso se casa con la chica que estaba destinada a su hermano, se convierte en una especie de “santo laico, sacrificado por el destino” (Jacques Morice).

Pese a la magnitud de la epopeya que Reitz ha escrito y dirigido justo es reconocer que la lentitud narrativa, y el aspecto artificial de algunas situaciones, pueden hacer difíciles para el espectador las cuatro horas que dura la película2 (Más difíciles, sin duda en la primera parte, donde el relato pretende ser más naturalista; la segunda, melancólica y al mismo tiempo más activa, despierta mayor empatía. En este punto conviene subrayar que, pese a que la segunda parte es continuación de la primera, ambas son totalmente autónomas y podrían verse como dos películas distintas).

  1. Heimat, financiada por la WDR (la televisión de Colonia), y concebida inicialmente como una única película, necesitó de cinco años y cuatro de trabajo. Situado por su creador « en la mitad exacta de la línea Paris-Berlín, eje fundamental de la creación de Europa », el pueblo de es la síntesis de los cinco pueblos donde Edgar Reitz y su equipo rodaron, movilizando a los habitantes (Mathias, el padre herrero, interpreta su propio papel) la película recibió el Premio Fipresci de la crítica internacional en Mostra di Venezia y se estrenó en salas comerciales en el otoño de en 1984. “Para mi gran sorpresa –manifestaba Reitz a Télé 7 Jours en enero de 1987- las 15h40 de proyección no han sido realmente un obstáculo. Por 40 marcos el público tenía derecho a la entrada y las comidas. La sesión comenzaba el sábado a las 14h y terminaba el domingo con un desayuno».
  2. Desde los últimos días de agosto de 2015, durante 7 semanas y a razón de una entrega semanal, el canal franco-alemán ARTE esta emitiendo Heimat 1, los jueves a las 22h55.
Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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