Exiliada, agotada, hastiada, vilipendiada, tristemente juzgada, exduquesa e infanta de España. Así comenzará la narración de un examen cuando dentro de algunos años en la PAU si sobrevive aún, alguien le pregunte a los que ahora nacen, ¿qué pasó con Cristina de Borbón?
Nadie hubiera pensado que esta mujer, sexta en la línea dinástica a la Corona de España le dejara este legado a sus cuatro hijos habidos con el hombre que jugaba a la pelota. Además de jugar, la avaricia rompió su saco, el suyo y el de la Fundación Noos que presidía. Meter la mano en la caja cuando todo lo tenía, cuando siendo duque y en nombre del entonces rey de España, tenía todos los privilegios de los que nacen con sangre azul.
Un vasco que no supo moderar su codicia, pecado donde los haya, inexplicablemente real y del todo humano. ¿Qué se le pasó por la cabeza a este chico? Supongo que nada porque nada tenía dentro, porque no es posible que quince años después de su boda asista al espectáculo de la revocación del título de duquesa de su mujer a la que debe querer tanto que la paga con esa moneda; la de mangar sin precedentes.
Es la primera vez en la historia, pero siempre tiene que haber una primera vez, que una infanta se siente en un banquillo por ser presuntamente la cómplice. Una mujer que firmó sin saber lo que su marido le ponía delante; que ciertamente pudiera ser posible, confiada, enamorada y sobre todo, engañada por él. La primera vez que un rey, a la sazón, su hermano, tiene que tomar una decisión tan triste para que su coherencia siga siendo su moneda de cambio, para que el pueblo vea que la justicia es igual para todos. Ya la ha juzgado, Él, el rey de España, tomando una dura determinación y así todo el mundo puede ver que la herencia que le dejará a su hija, la princesa de Asturias, Doña Leonor, futura Reina de este país, será cuanto menos ejemplar, a pesar de ser contra su hermana favorita.
¡Qué triste! ¡qué duro! ¡qué pena! La familia real tan respetada en España manchada por la huella del chorizo vasco, un listillo que vio en la niña la oportunidad para dar el pelotazo, y ¡vaya si lo dió! Se nota que jugaba al balonmano.
Le ha dado la peor lección a sus hijos que año tras año asisten estupefactos al cambio de domicilio como delicuentes, ora Estados Unidos, mañana Suiza, pasado ¿Portugal? ¿Volverán a estar exiliados sine die porque en España con ese apellido ya manchado poco puedan hacer? Los Urdangarín, ¡vaya casta tiene el galgo! ¡Pobre padre ya fallecido, pobre madre belga y pobres hermanos que viven en Vitoria y llevan encima la lacra de ser parientes del chorizo! ¡Hay que ver lo que hace el amor! Quizá saca lo peor o lo mejor del ser humano. Sale todo, hasta la incohrencia, la duda, los peores pecados del hombre confinado a ser aún más rico, a tener aún más poder. ¿Y todo por qué? Pues no lo sé, quizá porque ese descontrol una vez que comienza es imparable y no hay hijos, ni mujer, ni institución que lo pare, porque se llega a ser el peor de la clase y se sigue hasta tener la peor nota.
El 3 de abril del año 12, el juez José Castro decidió imputar al yerno del rey por delitos de malversación de caudales públicos, prevaricación, fraude y falsedad documental. Posteriormente se le añadió el delito contra la Hacienda Pública. Al parecer, según citó el muchacho en la declaración, «la casa de Su Majestad el Rey no opinó, asesoró, autorizó o avaló las actividades que yo desarrollaba». Su esposa, a la sazón, infanta de España, resultaba imputada un año después por apropiación indebida y blanqueo de capitales. Tras varios recursos de Miguel Roca, el expolítico y abogado de la infanta, se desimputó a Cristina para luego volverla a imputar un año después. Para el juez, ella miraba para otro lado y así lo declaró cuando dijo que ella confiaba en su marido. Caro lo ha pagado.
No conocía Aizoon, ni a los empleados que tenía al 50 % con Urdangarín. Si reconoció que sabía que su padre le había pedido en 2006 que dejara los negocios relacionados con Noos, luego algo sabía el rey que mataba elefantes. ¡Otro que tal baila, ahí si que se equivocó!
Lo más triste de todo, es la vejez de la Doña Reina Sofía. ¡Qué triste final para esta reina ejemplar! Un marido que ha contado todo lo que ha querido de sus idas y vueltas en la noria, una hija insultada y juzgada por el pueblo, una familia destruida y separada y una soledad inmensa. Esto es lo peor de todo. Su vida intachable manchada porque el hombre de la pelota hizo su mejor jugada; la de robar en una fundación para niños bajo el título de yerno de reyes, marido de una infanta y ser el «cuñao».
Ahora si que pega decir, «cuñaoooo» y mandarle a la mismísima eme. ¡Qué triste para el rey tener que decidir esto! ¡Cuánto lo debe haber meditado! Su hermana preferida, su alma gemela.Todo esto, 50 años después de su nacimiento. Doña Cristina se sentará en el banquillo por usted, Sr. Urdangarín ¡vaya tela marinera! Por sus pelotas, y nunca mejor dicho querido exduque de Palma, ¡Urdaga pa los amigos! ¡Esto no ha hecho nada más que empezar! Te ha debido merecer la pena, pero con cuatro hijos y siendo miembro de la familia real, tendrías que haberlo pensado antes.
Este es el precio de elegir mal o de morir por amor, ¡nunca se sabe! Fin del examen.
¡Aupa Iñaki! ¡Eskerrik askoooo!
Sin duda una decisión dura….pero acertada. Todos debemos ser tratados por igual…No debemos mirar hacia otro lado….