Si usted es gente de pueblo, sabrá a qué me refiero
Hay quien intelectualiza desde la academia, hay quienes lo hacemos desde las vivencias, desde las escaleras del barrio.
Es tropezarse en pleno ascenso con un niño quien al saludo “¡Épale! ¿Cómo estás?” responde con dejo melancólico: “No sé…hoy me siento como en La Menor” ¿Acaso existe un modo más bello de identificar una emoción?
Es seguir al desorden de unas caderas de muchachas, alegría de percusión latente y al intentar abrirme paso entre ellas entre un tramo de peldaños y el siguiente escuchar que me dicen “Tómeselo con calma que esta revolución no puede llegar jadeando a la cima”. Buena metáfora para entender la perspectiva histórica que vivimos.
Llegar al corrillo de mayores y participar en la discusión acerca de si integrar la naciente Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) implica el abandono de la Organización de Estados Americanos (OEA) y si es conveniente que la Celac tenga una Comisión de derechos humanos o éstos deben estar transversalizados en todas sus líneas de acción. Cátedra de geopolítica olorosa a guarapo de café colao con papelón.
Arribar al escalón 432, ventana panorámica al suroeste de Caracas, encontrarme a los-de-siempre-en-actitud-sospechosa portando sus armas (una guitarra, el Diccionario Panhispánico de dudas y los periódicos del día) y unirme al entramado de “si en la búsqueda de la verdad poética es necesario el uso de la tilde diacrítica para evitar anfibologías o si, no existiendo la verdad absoluta, las tildes, como énfasis de la palabra, deben ser de uso discrecional”. Definitivamente, en este contexto RAE, no nombra la Real Academia Española sino Razonamientos Apuntalados en la Escalera.
Observar la estética de los murales que animan a la lucha por la dignidad humana y la preservación amorosa del planeta y reconocer que ya no pintamos como antes; en estas manifestaciones la cultura de la muerte ha sido sustituida por la esperanza y el llamado a la vida.
Si usted es gente de pueblo, ser de la calle, sabrá que la intelectualidad no es un oficio. La reflexión sobre lo que hacemos genera conocimiento y para esta producción no hay día feriado.