“La dama de la Ciudad Prohibida” es una sutil historia de encuentros y desencuentros
Hay una clase de lectores, más numerosa de lo que se piensa, que busca en los libros sólo un entretenimiento con el que hacer compatibles sus horas de ocio con su afición a la lectura. Rechaza los arduos vericuetos de la novela moderna, las técnicas literarias vanguardistas y las lecciones reflexivas de los ensayos y las novelas de tesis para gozar con historias simples, lineales, bien contadas y, a ser posible, bien escritas.
La dama de la Ciudad Prohibida, portada de Ediciones BExiste un variado número de géneros literarios dirigidos a este público, desde la novela histórica a la de aventuras, de la policiaca a la romántica, de los relatos de viajes a los de fantasía y ciencia ficción, y en algunos casos la obra es una sabia mezcla de todos ellos.
Escritores como Jesús Maeso de la Torre, de quien hace unos meses hablábamos aquí a propósito de la teoría de los best sellers y del género de la novela histórica, es un consumado especialista en esta literatura. Siguiendo la estela y la atmósfera creadas a raíz de “La caja china” acaba de publicar “La dama de la Ciudad Prohibida” (Ediciones B), un relato en el que se mezclan la aventura, los viajes, la iniciación, el amor, el erotismo y la amistad, en una trama cuyo sentido último es el de la lucha contra la injusticia y la tiranía.
El comienzo de la novela sitúa a la protagonista, Lin Shui, en el escenario en el que se va a llevar a cabo un sacrificio humano (en forma de enterramiento en vida) en la persona de su hermana Xiaomei. El régimen tiránico impuesto por Kangxi, sucesor del viejo emperador fallecido a cuyas exequias asiste Shui, es el responsable de acciones como éstas y de una serie de misteriosos asesinatos cuyos ejecutores trabajan a favor del nuevo régimen. Shui, concubina del viejo emperador, es víctima también de ese nuevo régimen y obligada a abandonar la Ciudad Prohibida, donde los nuevos mandatarios hacen y deshacen a su antojo.
Las peripecias de su nueva vida y los peligros a los que ha de enfrentarse fuera del clima de lujo y de los placeres y comodidades a las que estaba acostumbrada, jalonan la trayectoria a la que se entrega Lin Shui con una única finalidad: la de desvelar un misterio que amarga su existencia.
“La dama de la Ciudad Prohibida” es antes que nada una novela de aventuras, trenzadas a la manera de ir sucediéndose unas a otras, una a consecuencia de la anterior y aquella generadora de la siguiente, como un juego de muñecas rusas que van apareciendo sucesivamente. En cada una de esas aventuras los avatares a los que han de enfrentarse los protagonistas de la novela resultan unas veces desagradables y otras gratificantes (“Pero qué es la existencia sino una cadena de avatares?”, dice uno de los personajes en un momento decisivo de la novela).
Pero al tiempo que se van desarrollando las aventuras, “La dama de la Ciudad Prohibida” es también, como hilo conductor de todas ellas, una historia en la que, a la manera de la novela negra, los personajes van investigando una trama que exige de ellos y de los lectores un notable esfuerzo deductivo hasta llegar a interpretar los indicios que conducen, con riesgos notables, a un desenlace previsible.
Escrita en un lenguaje culto, enriquecido con un amplio y oportuno vocabulario perfectamente identificado con la época, el lugar y los personajes, “La dama de la Ciudad Prohibida” es una historia exótica y cosmopolita en la que Maeso consigue situar al lector en ambientes que recrea con maestría, fruto de su experiencia como escritor de novela histórica, porque, aunque “La dama de la Ciudad Prohibida” no lo sea, el trabajo de documentación utilizado para la construcción de ambientes, personajes y acontecimientos contribuye a crear sensaciones de verosimilitud.