Todo es sencillo y complejo a la vez. Sin duda, podemos enunciarlo al revés también. Por ende, como interpretación de esta relatividad, vivamos las emociones en primera persona y traslademos las caricias con todo ese amor que nos caracteriza. No perdamos la perspectiva que nos puede preñar de presunciones de inocencia. Tengamos, por favor, el corazón limpio.
En paralelo, tomemos el candil que nos puede iluminar el camino con ese favor que nos debe añadir una entrega nada fortuita. Evitemos consumirnos en las noches que nos hacen un flaco favor en momentos de certeza y de entrega a las buenas causas, que seguiremos con los ojos azucarados en las etapas más adecuadas. Llamemos a los portones más edificantes.
Nos hemos de postular en esa dirección que nos sana. No dejemos que las evidencias ganen partidas en las que hace tiempo que no creemos. Hagamos caso al corazón, que es una buena salvaguarda cuando hay dudas. Intuimos la senda: hay que encararla.
Busquemos la gracia de las cosas, sus ejes, los intereses que nos pueden acunar en momentos de fortuitas coincidencias con esas palabras que huyen hacia ese instante fugaz que todo lo puede justificar. Orientemos los aspectos más cercanos para que nos postulemos en razón de las mejorías que nos deben fortalecer comunicativamente al conjunto.
Hoy es un buen día para comenzar con esa actitud, y, si ya la tenemos, para incrementarla. No consintamos venirnos abajo.