La honradez de Victoria Rosell

Comparto el criterio del historiador Diego Díaz, del que debo leer en cuanto pueda su reciente libro Disputar las banderas. Los comunistas, España y las cuestiones nacionales (Ediciones Trea), cuando ayer se refería a una de las buenas noticias que nos ha traído la inicial malandanza del curso político.

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Victoria Rosell y Pablo Iglesias en un acto electoral de las legislativas del 22N de 2015

Lo es y mucho, en un país donde la justicia está justamente tan mal considerada, la condena del magistrado Salvador Alba por parte del Tribunal Superior de Justicia de Canarias por confabular contra la también juez y diputada de Podemos Victoria Rosell. Al tal Alba se le condena a seis años y medio de prisión y dieciocho años de inhabilitación (ya no volverá a ser juez), así como a indemnizar a su colega con 60 000 euros por los daños morales ocasionados. Se le atribuyen al citado sujeto los delitos de cohecho, prevaricación y falsedad en un documento oficial.

La actual diputada de Podemos por Las Palmas tuvo que renunciar a la Diputación Permanente del Congreso después de que el Tribunal Supremo admitiera, gracias a un informe de Alba ahora declarado falso, la querella que el exministro José Manuel Soria había presentado contra ella.

Según manifestó Rosell en el juicio celebrado el pasado mes de julio, las maniobras del juez Salvador Alba para apartarla de la judicatura y perjudicar su incipiente carrera política tenían como finalidad “ayudar” al entonces ministro de Industria, Energía y Turismo y presidente del Partido Popular canario, José Manuel Soria, en la querella que había interpuesto contra su rival política en las elecciones generales celebradas en diciembre de 2015 (nada nuevo en la saga de ignominias perpetradas contra el partido morado). Soria hubo de dimitir al año siguiente como ministro por la red de sociedades que mantenía en paraísos fiscales.

Lo que dice mi estimado amigo Diego Díaz es que hicieron bien en ir a por Victoria Rosell: «Es el tipo de candidata a la que el poder debe tener miedo. Una jueza comprometida que abandona un trabajo con prestigio y bien pagado para meterse en líos y ganar mucho menos como diputada de Unidas Podemos. Es decir, alguien con principios, que se lo cree y que además es valiente. Apuntaron bien, pero afortunadamente el tiro salió por la culata».

Victoria Rosell se emocionaba ayer comentando la noticia y nos transmitía su sentimiento a todos los que creímos en ella, después de pasar tres duros años en los que una de sus hijas preadolescente compartió aula colegial con el hijo del magistrado condenado.

Hoy es uno de esos venturosos días en que se puede celebrar con esa sentencia la frase que debería guiar el proceder de todas : «En res publica, en iustitia probus, clarus et humilis»: «En la cosa pública, en la justicia, hay que ser honrado, claro y humilde». Gracias por lo que te toca, Victoria Rosell.

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