La humanidad vive a crédito desde el 20 de agosto

PES.- Ocho meses, solo ocho meses nos han bastado a los terrícolas para agotar el crédito ecológico que teníamos para todo el año.

Overshoot-Day-2013 La humanidad vive a crédito desde el 20 de agostoEl 20 de agosto los habitantes de la tierra hemos consumido el equivalente a todos los recursos que el planeta puede producir en 2013. En tan solo 232 días hemos entrado en situación de “deuda ecológica” y los meses que quedan del año los vamos a vivir “en números rojos”, según la organización no gubernamental canadiense Global Footprint Network (GFN) que cada año calcula este “día triste y solemne” (el Overshoot Day) en que agotamos los recursos asignados de las emisiones masivas de CO2 y la sobreexplotación de los medios naturales.

Desde 2003 los expertos científicos de GFN y la británica New Economics Foundation calculan esta huella ecológica con el objetivo de “evaluar el impacto de las actividades humanas en los ecosistemas del planeta”. Se trata de un indicador creado para “medir la diferencia éntrelo que la naturaleza puede regenerar y lo que se requiere para alimentar las actividades humanas”.

La publicación digital Newsring.fr explica que, según un artículo publicado en el diario Le Monde, ”la primera vez que se rebasaron los recursos fue en 1970. Desde entonces, la fecha se adelanta cada año más lo que significa una rápida aceleración en el proceso de degradación del planeta. En 1980, el Overshoot Day fue el 8 de noviembre, en 2000 el 8 de octubre y en 2009 el 7 de septiembre”. La asociación World Wildlife Fund (WWF) anuncia que la fecha seguirá adelantándose en los próximos años.

El estudio de GFN saca la conclusión de que si cada uno de los habitantes del planeta viviera como un residente medio estadounidense, necesitaríamos cuatro Tierras. “Hoy en día, más del 80% de la población mundial vive en países que utilizan más recursos que los que pueden renovar sus propios ecosistemas naturales”. Según este cálculo, los japoneses necesitarían disponer de 7 territorios como el actual para garantizar un consumo “sostenible”.

Para el director del GFN, “los déficits ecológicos y financieros son dos caras de la misma moneda. A largo plazo, los países no pueden hacer frente a una sin afectar a la otra. No podemos seguir aumentando esta deuda ecológica… Si no, el rebasamiento de los límites ecológicos acabará por liquidar el planeta”. La humanidad toda vive pues por encima de sus medios: “El umbral crítico se alcanzó hace unos treinta años y ahora el consumo humano rebasa con mucho lo que la naturaleza es capaz de proporcionarles, en términos de reciclado del CO2 liberado y de producción de nuevas materias primas”.

El filósofo Dominique Bourg, miembro del comité de vigilancia ecológica de la fundación francesa Nicolas-Hulot y autor del libro El Desarrollo sostenible, cree que “el reto es metafísico y moral. La humanidad está enfrentada a la finitud. El petróleo convencional y dentro de poco el gas, los minerales, los recursos bióticos, el agua en algunos lugares… están afectados muchos recursos indispensables para el crecimiento. Habíamos creído en el infinito y ahora tenemos que enfrentarnos a la finitud. El proyecto moderno pretendía apoyarse en el control de la naturaleza para abrir un horizonte de reconocimiento mutuo universal. Estamos muy lejos de lograrlo” (Philomag.com).

Otro filósofo, Luc Ferry (exministro de Juventud y Educación en dos gobierno Chirac), tiene una visión menos pesimista del futuro: piensa que si bien va a ser imposible reembolsar la deuda ecológica, la humanidad podría conseguir frenar su expansión y asumir el coste, para asegurar el futuro, siempre que se ponga en práctica tres soluciones: “La primera imponer el decrecimiento de forma autoritaria; no creo que fuera una calamidad. La segunda, regular la demografía y la tercera apostar por la innovación científica”.

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El concepto de deuda ecológica define una forma de deuda no monetaria, que tiene dos enfoques: uno más “temporal”, relativo a la deuda de una generación humana frente a las generaciones futuras; y otro “espacial” y “geográfico”, de la deuda acumulada por los países y regiones ricos que han sobreexplotado el medio ambiente o algunos recursos naturales no renovables, o difícil y costosamente renovables, de regiones o países llamados pobres.

La noción de deuda ecológica ha surgido en paralelo y como respuesta a la deuda económica y financiera que asfixia a muchos países del Sur. La deuda ecológica no pretende poner precio a la naturaleza sino definir la responsabilidades socioambientales y las obligaciones que se desprenden de ellas, en términos de acceso equitativo y compartido a los recursos naturales.

Según el Comité para la anulación de La deuda del tercer Mundo, la deuda ecológica es la deuda contraída por los países industrializados con los otros a causa de la expoliaciones pasadas y presentes de sus recursos, a las que hay que añadir la deslocalización de las degradaciones y la libre disposición del planeta para arrojar en él los residuos de la industrialización.

Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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