Todos temían lo peor, un partido conflictivo. Ora esteladas, ora pitadas, ora insultos, ora banderas, ora, ora, ¿qué hora era para que esta bella mujer vestida y pintada con el mismo tono durmiera a pesar de los gritos y pitos de los señoritos?
El Barcelona se llevó el triunfo de la Copa de Su Majestad El Rey, tras una lucha por meter un gol, no, dos, a los sevillistas que no paraban de llorar tras su empeño. Ciertamente tuvo que ser en la prórroga porque las cosas difíciles no se consiguen a la primera.
En el palco, allí estaban todos; una Ada Colau presa de la novedad, hay que ver qué bien se ve cuando se es Vip, Josep María Bartomeu, todo él un griterío y Carles Puigdemont que intentó ser un titular a lo Mas; el que tuvo, retuvo y guardó para la vejez, pero no. El titular y la popularidad se la ganó la mujer de rosa; aburrida, somnolienta, abducida por el conjunto culé y diciéndose a sí misma, ¡vaya tela de partido y ahora la prórroga, me muero de sueño!
Y así fue, dicho y hecho. Los goles de Jordi Alba y Neymar no hicieron otra cosa que justificar la victoria de los culés.
Unos Reyes que cumplían su duodécimo aniversario entre gritos y pitos y su delicadeza a la hora de referirse a los niños que invadieron el graderío. Los hijos de, quizá en otros años, la futura cantera del Barcelona. Como siempre la Familia Real, dejando el listón alto; el del saber estar en donde estén; ya sea entre esteladas y banderas de otro país o en el suyo propio. Eso es lo de menos, o lo de más… Todos somos españoles porque se nos nota, al final, se nota, y no dejamos que se deje de notar…
La mujer de rosa, era la de Ángel María Villar. ¡Ay madre, qué sueño! El mismísimo presidente de la Real Federación Española de Fútbol. «Tú entrega las medallas y el título que yo me voy echando un sueño». Un partido lleno de encanto por los niños que finalmente ocuparon todos los titulares; ya no había goles, existían gestos, miradas, la incredulidad por estar ahí; un momento en los brazos de papá. Los niños no entienden de esteladas, de odios y rencillas, de titulares para desgastar al enemigo. Y además, Andrés Iniesta; la generosidad hecha persona, la humildad hecha futbolista; uno de los mejores, hablando en nombre de los ganadores. ¡Sí señor!
En cambio la doña sí se durmió como la Cenicienta, vestida de rosa, solo faltaba que la hubieran llamado por teléfono como a la mujer de rojo, «solo llamaba para decirte que te quiero…» decía la canción. Villar estaba muy ocupado para esas tontunas. ¡A dormir hija que vas a ser viral! Y encima de rosa toda ella, labios, ojos, ropa y canción… porque seguro que ya tiene una.
Dicho y hecho.