Diecisiete mujeres protagonistas de espectáculos sobre trece de hombres, más dos premios a mujeres por su actuaciones en 2019, Gema Moneo y Lela Soto. Si a esto añadimos la creación ¡Viva! de Manuel Liñán, un homenaje a la mujer y al componente femenino en el hombre, en el que todos ellos bailan no solo vestidos de mujer, sino que también bailan como mujeres durante todo el espectáculo, sumamos veinte y los protagonistas masculinos se quedan en doce.
¡Viva!
“De pequeño me encerraba en mi cuarto y me vestía con la falda verde de mi madre. Me adornaba el pelo con flores, me maquillaba, y bailaba a escondidas. Ese baile era impensable fuera de esas cuatro paredes”. Manuel Liñán.
Las mujeres protagonistas: Rafaela Carrasco, Isabel Bayón, María Moreno, Olga Pericet, Sara Baras, Mercedes de Córdoba, La Lupi, Maise Márquez, Luisa Palicio, Noelia Sarabea, Paula Comitre, Cristina Aguilera, Carmen Herrera, Belén Maya, Hiniesta Cortés, María Vargas y Saray García.
Artistas veteranas y emergentes, ganadoras de premios del festival del año pasado, de años anteriores y de otros premios, copan siete de los doce estrenos absolutos, van dejando una excelente estela de su capacidad de creación en danza protagonista, cante y compás de atrás, guitarra y los conciertos de cantaoras protagonistas.
En el Teatro Villamarta, sede principal del Festival, la joven veterana Rafaela Carrasco tuvo el honor de abrirle el 21 de febrero con un estreno absoluto basado en el mito de Ariadna. Los mitos griegos siguen vigentes en todas las sociedades actuales; hablan del amor y del desamor, del abandono, de la soledad, de la sumisión a la figura paterna, de la recuperación y salvación. Cante, toque y compás por palos flamencos, danza de absoluta vanguardia, flamenca y clásica, con quince artistas en escena, resuelven la complejidad de narrar con estos lenguajes un mito anclado en nuestra cultura occidental y aggiornato a idénticas situaciones en nuestros días. El resto del milagro lo logra un diseño de iluminación y sonido puro arte, que roza un buen porcentaje de la puesta en escena.
He contado la compañía de la gran artista sevillana Isabel Bayón, programada para presentar en el festival su espectáculo Yo soy, su creación más íntima, estrenada en la Bienal de Sevilla 2018 y presentada en teatros de dos continentes. No pudo ser, se lo impidió una inoportuna lesión, algo más frecuente de lo que parece entre bailarines. Pero el nombre de Isabel Bayón es recurrente en los Festivales de Jerez y resuena internacionalmente desde hace años, como el de una de las grandes creadoras de espectáculos flamencos y otras danzas y músicas de la mejor vanguardia, que ella ha ido planteándose como retos para su propio crecimiento profesional. Hoy en día los currículos se encuentran con un clic en internet. El de Isabel es apabullante.
La joven María Moreno es una gaditana veterana de festivales de Jerez, donde ganó el Premio Revelación en 2017. María sigue creciendo, sigue retándose a sí misma mediante espectáculos tan experimentales como el que se vio aquí el lunes 24 de febrero, De la Concepción. A ver quién se atreve a dudar de ese reto cuando ha reclutado para dirigirla nada menos que a Andrés Marín para el guión y la dirección musical y a Eva Yerbabuena para la dramaturgia y la dirección escénica. Un espectáculo estrenado en el Teatro Central de Sevilla -dedicado a obras experimentales- en 2018.
Estamos acostumbrados a diseños de iluminación basados en el tenebrismo de Caravaggio y Ribera en el siglo XVII, -los fondos oscuros para poner en valor las figuras iluminadas, en un ejercicio de realismo mágico extraordinario- pero el diseño de Antonio Valiente no es eso, porque la negrura intensa y corpórea lo invade todo y el mejor ejemplo es el baile por soleá, en el que, para colmo, María va vestida de negro con detalles rojos y baila con una lentitud inusual, como si la densidad de la negrura le agobiase y perdiese capacidad de movimiento. Empezamos a respirar de nuevo con las cantiñas finales, vestida de bata de cola blanca, haciendo volar un mantón blanco alrededor de su figura, ahora sí, sabiamente iluminada.
De la Concepción ha querido ser una obra autobiográfica, libre de influencias, con un propósito de sorprender al público, quizá también a ella misma. El cante y la teatralidad impecables del sevillano Pepe de Pura y el cante de Enrique el Extremeño aportan realidad, así como la guitarra de Óscar Lago. La intervención tan gaditana y oportuna de Roberto Jaén liberó tensiones en el momento justo. María Moreno sigue creciendo y madurando en cada nuevo proyecto.
La maestra incontestable de la danza, Olga Pericet, habitual en todos los festivales, presenta en Jerez Un cuerpo infinito, creación de 2019 en residencias en Mont de Marsan (Francia) y en el Mercat dels Flors de Barcelona. Un cuerpo infinito es un reconocimiento al mito Carmen Amaya, la bailaora que traspasó los muros de la Casa Blanca. No es un homenaje a Carmen –dice Olga- pero sí está su pulso, su eco, su vibración, su esencia infinita. Olga es una de las grandes impulsoras de la revolución flamenca y Carmen fue una de las más grandes bailaoras de la historia. Pericet la describe como materia oscura de un universo de astros.
No es frecuente ver condensada tanta belleza en un contexto tan minimalista como Cuerpo Infinito. ¿Palabras? Concentración de artistas exquisitos: Antonia Jiménez, con su guitarra la Negra, pura precisión técnica y virtuosismo; el cante limpísimo de Inma La Carbonera y de Miguel Lavi; la trompeta experta en juegos casi mágicos de Jorge Vistel, la percusión de Paco Vega; el cuarteto coral de Elvia Sánchez, Cristina Teijeiro, Jesús Lara y Pablo Monteagudo. Un cuerpo técnico de grandes artistas que ha logrado una coordinación exquisita en el movimiento escénico y efectos especiales. Todo al servicio de una obra excepcional por una artista excepcional. Para verla más de una vez.
Sigue en los espectáculos del Teatro Villamarta la gran Sara Baras con su ballet, Sombras, que es y no es flamenco. Los mundos reales que proyecta están relacionados con el flamenco, aunque en su vestuario está siempre ausente. Los mundos irreales, los mundos de las sombras están a años luz del flamenco o de cualquier otra cosa identificable. Son los mundos creados por Sara. Las transiciones de unos mundos a otros son bruscas, de lo real a lo irreal, que se percibe como remoto o inexistente. Si Sara ha querido crear inquietud lo ha conseguido plenamente, eso sí, con una puesta en escena, iluminación y sonido admirables. Podemos decir que Sombras produce percepciones múltiples, en función de la subjetividad de cada espectador, no digamos de cada crítico. Lleva casi tres años por teatros de tres continentes con aforos llenos. Muy inteligentemente, Sara ha puesto a prueba la percepción humana.
Dos artistas mujeres presentarán en el Villamarta espectáculos ya estrenados, Mercedes de Córdoba y La Lupi. Dos veteranas en frecuentar teatros mundiales con sus compañías y con otras compañías. Mercedes con su creación Ser, ni conmigo ni sin mí, estrenada en el Teatro Góngora de su ciudad natal en 2018. Ella es Premio Nacional de Danza y segundo premio del Festival del Cante de las Minas de La Unión. Avala el espectáculo la dirección de Ángel Rojas.
La Lupi estrenó Lenguaje oculto en el Teatro Cervantes de Málaga, a mediados de diciembre pasado. Un espectáculo dirigido por el director teatral Juan Dolores Caballero, también director de la Distopía de Patricia Guerrero. Existen no pocas afinidades entre ambas obras, no en la realización, sí en el contenido. La experiencia de una mujer hundida, sin fuerzas para levantarse, encuentra remedio en la enajenación y ahí se desenmascara la naturaleza humana tras el comportamiento y formas sociales. Ignora si su existencia ha sido real o producto de un sueño. Es un juego de oposición realidad–fantasía. Al despertar, la nota final de alegría llega impregnada de cinismo. Un modo de sobrevivir.
La Sala Compañía, iglesia jesuita desacralizada se estrenó este año con Maise Márquez, ganadora del Premio del Concurso Turín de la Frontera 2019 con Habla la Tierra, su tierra de Murcia canta y baila por todos los aires de Levante. Un espectáculo agradable, sencillo y sin complejos, para dejar claro que hay un antes y un después de cada premio. Savia nueva se llama el ciclo en el que participa Maise. Savia nueva con mucho futuro para este flamenco del siglo XXI.
El espectáculo que presentó Luisa Palicio en estreno absoluto, Tempus, se quedó pequeño para la sala Compañía. Hubiera lucido y merecido lucir en el gran espacio escénico del Villamarta. Es veterana en Jerez, fue Premio revelación en el 2015. Tiene elegancia y clase. Ayer supo resolver airosamente la complejidad de esta puesta en escena con relojes físicos y virtuales. El tema del tiempo no es cosa menor, tiene no pocas dimensiones y transiciones, que ella y su elenco de toque -piano incluido- cante, percusión y el baile de Alejandro Rodríguez, destacando el cante lleno de poderío de Ana Gómez, fueron desgranando con todas las letras que ponen de manifiesto la importancia en nuestras vidas de algo tan intangible, tan inmaterial como el tiempo. El péndulo está para recordarnos la implacabilidad de su paso, ya sea por aires de Cádiz, bulerías, alegrías, tanguillos, cantiñas … Va y no vuelve, pero ellos, -ella- casi milagrosamente permanecen, aunque solo sea en la escena. El reducido escenario de la sala Compañía hizo pensar todo el rato como habría sido esta puesta en escena en el Villamarta. ¡Una gozada! Porque Luisa y los suyos estuvieron más que a la altura. Todo se andará.
En próximos días actuará en este mismo espacio Noelia Sabarea con Las Quijanas – Las cuatro locuras del Quijote, con el maestro Javier Latorre como director. La coreografía, de ambos.
Otra sala del Festival, la pequeña y cercana Sala Paúl, presenta a no pocas artistas jóvenes: Paula Comitre, Carmen Herrera, Belén Maya, Cristina Aguilera e Hiniesta Cortés. En el ciclo De la Raíz, en el Palacio de Villavicencio, actuará la cantaora de raíces flamencas, María Vargas, gitana de Sanlúcar de Barrameda, donde el Guadalquivir se pierde en el Atlántico, camino de las Américas. Y en los Claustros de Santo Domingo, Saray García, bailaora gitana de aquí mismo, de Jerez de la Frontera, la mayor cantera flamenca del mundo…
En total diecisiete espectáculos con mujer protagonista por trece con protagonismo masculino. ¡Cómo cambian los tiempos! Como me decía hace poco Patricia Guerrero, otra artista habitual en Jerez “hoy en día la mujer artista y sobre todo artista flamenca tiene muchos apoyos.”
Ayer, caminando por el barrio jerezano de Santiago, fui a ver en la antigua calle de la Sangre 23, detrás de la iglesia de Santiago, la casa donde vivió la cantaora Tía Anica la Piriñaca, (1899–1987) que solo pudo cantar profesionalmente cuando enviudó ¡a los 80 años! como quién dice ayer. Y esto me hace recordar a Carmen de la Jara, que hace un par de años me habló de las Bulerías de las tres madres, dedicadas a la madre de Camarón de la Isla, Juana de la Cruz; a la madre de La Perla de Cádiz, María la Sabina y a la madre de Santiago Donday, Rosa la Papera. Las tres cantaoras frustradas por el hecho de ser mujeres y, por añadidura, gitanas.
Afortunadamente eso ya es la prehistoria.