El arzobispo Sanz y el presidente Barbón, que lo son de la archidiócesis de Oviedo y del Principado de Asturias, respectivamente, tuvieron estos días un encuentro cordial en el que el primero resaltó el cristianismo del segundo (¿por qué la religión católica se arroga siempre ser la cristiana habiendo tantas iglesias identificadas con Cristo?).
«Entre la iglesia diocesana y la presidencia del Principado siempre hay cuestiones en las que remar juntos», señaló el prelado, en alusión a «las políticas sociales y la presencia de la iglesia a través de Cáritas en las labores para ayudar a los más desfavorecidos».
También Sanz Montes -el único prelado barbado de España- realizó alguna petición a Barbón en relación con el maravilloso patrimonio histórico-artístico astur: «El Prerrománico -dijo su eminencia- no es un lujo privado del que poderse aprovechar. Es verdad que esa propiedad es fundamentalmente de la iglesia católica [no cristiana, en este caso], pero queremos que esté abierto, con las puertas de par en par, y para ello a veces tenemos que pedir ayuda», dijo.
Que no se olvide, Barbón, pues, de las necesidades de inversión en los monumentos prerrománicos, sugiere Sanz. ¿Se podría interpretar por estas palabras que sin esa ayuda las puertas del Prerrománico, de cuya entradas solo la iglesia católica se aprovecha, podrían cerrarse?
He de recordarle a su eminencia que la iglesia española ha recibido más de dos mil millones de euros en restaurar sus catedrales, cuya entrada cobra a los contribuyentes que colaboran en esa restauración con sus impuestos.
Ligar la conservación de sus catedrales a que los visitantes paguen, como hace la iglesia española, y perseguir además más ayuda estatal, me parece vergonzoso, sobre todo porque la esa misma iglesia sigue manteniendo ocultos los ingresos que recibe por la entrada en sus templos.
¿Hará el gobierno progresista que a lo mejor viene lo que a los anteriores gobiernos del PSOE le hubiera correspondido hacer? ¿Qué pasará finalmente con las inmatriculaciones?