Este domingo 27 de octubre de 2019 tuvimos el privilegio de asistir al preestreno de la tercera reposición en el Teatro Real de Madrid en lo que va de siglo de la ópera cómica L’elisir d’amore, una de las obras maestras del compositor Gaetano Donizetti con libreto de Felice Romani, estrenada en 1832 en el Teatro della Cannobiana de Milán.
Había muchas expectativas con la nueva puesta en escena de Damiano Michieletto, que supone un atrevido y feliz aggiornamento en el tiempo y lugar de la ópera. La original aldea vasca se transforma en una playa mediterránea, la rica campesina Adina en la propietaria de un chiringuito de playa gestionado por Gianetta. El enamorado Nemorino es ahora un socorrista, Dulcamara sigue siendo el fingido doctor charlatán vendedor de elixires maravillosos, aquí supuesto camello aunque no queda muy claro y el atractivo seductor sargento Belcore se transforma en marinero.
Hubo varios debuts de cantantes en el primer reparto que actuó en este preestreno en el Real: El tenor kosovar Rame Lahaj en Nemorino; la soprano norteamericana Brenda Rae como Adina; repitió en el personaje de Dulcamara que ya hizo en 2013 el bajo uruguayo Erwin Schrott. Belcore fue interpretado por el barítono italiano Alessandro Luongo, conocido ya en España pero no en el Real.
Todos ellos bastante jóvenes, no primeras figuras aún, pero su actuación de este domingo debería suponer un paso adelante en su trayectoria, tanto por su actuación musical como actoral.
El papel de tenor de Nemorino siempre es susceptible de opiniones varias, porque ha sido interpretado por tenores ligeros, como fue el caso de ayer, como por tenores muy líricos, como es el caso de Ruggero Raimondi quien cubrió el papel en 2013. A lo que habría que añadir las inolvidables interpretaciones de Alfredo Kraus en varios teatros españoles (y del mundo, era un especialista). Y si nos remontamos, también Enrico Caruso hizo célebre el aria/romanza cumbre de la ópera, Una furtiva lacrima, aria que transforma la comicidad de la obra en romanticismo de primera clase hasta el final del segundo acto.
Rame Lahaj en su tesitura ligera estuvo muy acorde a su papel de tímido y miedoso, inseguro de alcanzar el amor de Adina. Digamos que su trabajo actoral estuvo a la par de su actuación lírica. Gusta, pero hace inevitable recordar a los grandes intérpretes de este papel de lucimiento para un tenor, en una obra tan multirrepresentada mundialmente.
Alessando Luongo estuvo a la altura en su papel histriónico de seductor de todo lo que se mueve en escena; excelente voz de barítono, buena interpretación musical y excelente actoral, subrayando la comicidad al servicio de su cometido como seductor.
Como se trata de la misma producción de 2013 y Erwin Schrott repite en el papel de Dulcamara, hay que decir que en esta ocasión prescindió del exceso que se le criticó hace seis años. Su papel debe tener un toque excesivo, como el de cualquier charlatán que intente vender humo exitosamente. Muy buen cantante, esta vez estuvo en el punto justo de su papel, realmente enganchó, lo que se tradujo en aplausos al final de la representación.
La norteamericana Brenda Rae también es debutante en el Teatro Real y tras estar correcta en el primer acto que puede considerarse de introducción a los personajes y la trama, se superó a sí misma en sus arias del segundo acto, en el que la comicidad deja paso al romanticismo resolutivo de los sentimientos de los dos personajes principales, Nemorino y Adina. Realmente, el aria/romanza Una furtiva lacrima es el punto desencadenante de otra ópera.
Muy buena la dirección musical del debutante en el Real Gianluca Capuano, sustituto por razón no explicada de Stefano Montanari, suponemos que feliz de estrenarse en el prestigioso coliseo operístico madrileño. Precisamente es especialista en música de los periodos barroco, clasicista y belcanto, género al que pertenece L’elisir d’amore. No es una primera figura pero tiene una sólida trayectoria internacional y es especialista en Donizetti.
La historia de L’elisir d’amore podría resumirse en cómo crear una obra maestra en dos semanas, encargada para cubrir un hueco en el Teatro della Cannobiana de Milán. Claro que a sus 34 años ya había compuesto treinta y seis óperas, algunas de gran éxito como Anna Bolena dos años antes y Lucia di Lamermoor, que llegó dos años después. No podríamos dejar de mencionar La favorita, ópera con la que se inauguró el Teatro Real hace doscientos años.
La música de L’elisir d’amore es un portento de inspiración entre la comedia y el drama, la simplicidad y la hondura, la comicidad y el romanticismo, con personajes inspirados en la Commedia dell’Arte a los que hace crecer en ese prodigioso segundo acto melódico – dramático que define el desenlace de la acción.
Una furtiva lacrima, el momento cumbre que inicia el proceso de profundidad romántico – dramática de la obra, ya estaba escrita sin asignación conocida. Donizetti la insertó en ese momento del segundo acto a petición del tenor Giovanni Battista Genere, primer intérprete de la obra, que quería un aria para exclusivo lucimiento del tenor.
En España se estrenó en 1833, en Barcelona y Madrid. Tuvo gran éxito desde su estreno en Milán y sigue teniéndolo. Es una de las obras más representadas en la historia de la ópera.
En esta reposición 2019 en el Teatro Real se representarán doce funciones, entre el 29 de octubre al 12 de noviembre. El 9 de noviembre el papel de Nemorino estará a cargo del reconocido tenor mexicano Javier Camarena, que el 13 de noviembre actuará en la Gala del Teatro Real.