El periodista mexicano Roberto Toledo, a quien arrebataron la vida el pasado 31 de enero en Zitácuaro, Michoacán, no estaba en el punto de mira de alguien a quien «incomodaba». Era el medio en que trabajaba el destinatario de las balas.
Monitor Michoacán, donde colaboraba Toledo, es un medio crítico que denuncia regularmente la corrupción en el seno del gobierno de Michoacán, así como los incontables casos de violencia que se producen en la región.
El aciago 31 de enero, tres individuos llamaron a la puerta del local donde se ubica la redacción. Roberto fue quien abrió. Los hombres dispararon a quemarropa y se dieron posteriormente a la fuga. El periodista sucumbió a sus heridas en la ambulancia que le conducía al hospital.
El director del digital, Armando Linares, ha confesado a Reporteros sin Fronteras, RSF, que cree que el objetivo era el medio, no el periodista, y que «cualquier otro que hubiese abierto la puerta habría sido asesinado». Su convicción se explica también por el hecho de que Toledo se situaba casi siempre detrás de la cámara, desde hace dos años, y solo escribía en el medio de forma ocasional. «Recababa informaciones, se ocupaba de las fotos e imágenes. No quería firmar sus artículos para evitar problemas; los firmaba yo», explicó Linares.
La dirección de Monitor Michoacán ya había recibido amenazas telefónicas anónimas hace algunos meses, motivo por el cual el abogado del medio pidió medidas de protección al Ministerio del Interior (encargado del mecanismo federal de protección de los periodistas). Según Linares, esta petición jamás fue recibida, ni tratada por las autoridades federales.
Poco tiempo después, en el lugar del asesinato se encontraron dos carteles con extraños mensajes amenazantes dirigidos a los abogados de la publicación y firmados por el Cartel Jalisco Nueva Generación, el más influyente de la región. RSF ha podido confirmar que la existencia de esos carteles fue filtrada a medios locales por la Fiscalía de Michoacán.
Tras condenar los hechos, el portavoz de la Presidencia de la República, Jesús Ramírez, aseguró que Roberto Toledo no trabajaba como periodista, sino como asistente de un gabinete jurídico. Sin embargo, el digital Aristegui Noticias desmintió la versión demostrando que Toledo era coautor de al menos dos artículos en el medio, que publicó entre julio de 2021 y el 31 de enero de 2022, uno de los cuales denunciaba favoritismos en el seno de la policía local.
Según los registros de este medio, Periodistas en Español, desde el año 2017 ya son 66 los comunicadores que han sido «silenciados para siempre», aunque quizás la cifra sea mayor, pues aún no se sabe nada de dos desaparecidos en 2021: Jorge Molontzín Centlal y Felipe Romero Chávez.
Para hacer frente a esta situación, RSF ha lanzado un exhaustivo estudio sobre los mecanismos de protección en cuatro países de América Latina: México, Honduras, Brasil y Colombia. La organización prevé publicar las conclusiones detalladas de este informe, junto a una serie de recomendaciones, de aquí a finales de febrero.
«El tiempo apremia. ¿Cuántas víctimas más se necesitan para que el Estado mexicano afronte el problema?», ha afirmado el director de la Oficina de América Latina de RSF, Emmanuel Colombié.