Están en todas partes, son idolatrados por millones de personas que siguen sus andanzas a pies juntillas, son pan de tertulia, comidilla de barra de bar, carne de contrato y ganan millones de euros, muchos millones algunos de ellos. Y además alguno va de altanero, insultón, chulo y faltón a lo Makinavaja de ese amplio barrio no chino, sino futbolero y se permite la desfachatez rayana en la estulticia de “cagarse en la puta madre que le parió” a un juez de línea que, como su nombre indica, es un juez que imparte justicia sobre el terreno de juego.
El sujeto en cuestión se llama Piqué y forma parte del Barça, un equipo de mucho relumbrón que para colmo ha salido en su defensa. Al parecer, con estos ídolos del balón cabe todo, por lo que solo resta rendirles pleitesía.
Ha ocurrido hace escasas fechas en un partido de fútbol y la noticia ha sido comentada hasta la saciedad en todos los medios de comunicación, porque lo cierto es que el fútbol es hoy por hoy el pan nuestro de cada día para millones de personas que necesitan su ración de futbolina diaria como los fumadores necesitan su ración de nicotina. Cada cual es muy libre de hacer con su vida y tiempo lo que crea conveniente, faltaría más, y puede seguir haciéndolo por los siglos de los siglos.
Pero la frase lanzada por Piqué de “Me cago en tu puta madre” hacia el árbitro creo que resulta algo inadmisible, máxime cuando se trata de un ídolo público al que siguen millones de personas, sobre todo niños. Y resulta que después de semejante fechoría verbal, a este déspota de la palabra le castigan con la sanción más leve de las tipificadas como graves: cuatro partidos, en lugar de los ocho o doce con los que podía haber sido sancionado. Entonces, señores jueces en la cosa balompédica, me gustaría preguntar como lego en la materia que me considero: ¿qué tiene que hacer un futbolista para merecer sanción mayor? ¿Cagarse en la puta madre que parió al árbitro, y ya de paso sacarse el músculo colgante y rociarle con una larga y cálida meada?
A todo esto se une que el Barça, club al que pertenece el sujeto de marras, ha salido en su defensa intentando demostrar su inocencia argumentando en el pliego de descargos que no existía ánimo alguno de ofender, porque la frase “tu puta mare” es típica catalana. Tampoco ven culpa alguna estos doctos balompédicos catalanes en que un jugador le lance a un árbitro un “vete a tomar por el culo”. La Real Academia de la Lengua debería reservar alguna silla a estas lumbreras lingüísticas para cuando abandonen sus poltronas.
Creo que los aficionados al fútbol y la sociedad en general se merece un poco de respeto tanto por parte de los dioses del balón como de directivos que medran en su rededor. Serán muy buenos con el balón entre los pies, harán virguerías, filigranas, pero a veces cuando los oyes hablar, te das cuenta de que algunos son incapaces de hilar una frase con sentido. Y eso también lo están viendo millones de personas, muchos de ellos niños.
Considero que el “me cago en tu puta madre” de Piqué es una falta de respeto a un juez, una bestialidad en toda regla. Al verlo en televisión, imagen repetida hasta la saciedad, me parecía estar viendo a un ser primario de Cro Magnom que emitía rugidos a falta de mejores argumentos. He oído rebuznar a muchos burros en mi vida, y sus rebuznos me parecen música celestial comparados con los exabruptos de un sujeto al que idolatran cientos de miles de personas. Con su pan se lo coman.