«Los ojos de Mona». Conversación con Thomas Schlesser

Me reúno con el historiador de arte francés Thomas Schlesser para hablar de su primera novela «Los ojos de Mona», los ojos de una niña amenazados con la oscuridad.

los-ojos-de-mona-cubierta «Los ojos de Mona». Conversación con Thomas Schlesser

Gracias a él descubro el método oulipo, (Ouvroir de littérature potentielle) «Taller de literatura potencial» y a Georges Perec, el referente de Thomas. El mío habría sido Ítalo Calvino, el miembro del método que mejor conozco. El libro, editado por Penguin, va a ser presentado en el Instituto Francés de Madrid.

El «oulipismo» de «Los ojos de Mona», además de en su base artística, se apoya en otra base psicológica, procedente de un trauma infantil y la más importante, la que crea y une todo, las relaciones entre una niña de once años y un abuelo maravilloso, yo diría que atípico. Mona, a su corta edad ya ha vivido una pérdida irreversible, la de su abuela, ocultada por los tabúes de los adultos; está amenazada de otra, también irreversible si llega a producirse; a lo que se suma la inevitable e irreversible pérdida de la infancia.

Inicio mi conversación con Thomas, contándole las profundas sensaciones que la historia de Mona han vuelto a traer a mi realidad. Porque yo soy Mona, también arrastré durante años las consecuencias de una pérdida en mi infancia, ocultada primero y mal contada después por los tabúes de los adultos de mi entorno. No tuve el abuelo providencial que invirtiera su amor en mí y en el arte para curar las consecuencias de mi pérdida, pero la vida sí me ha convertido en abuela referente de una nieta maravillosa. Así que me identifico tanto con el abuelo como con la nieta de la historia. Y con mi posterior encuentro con la belleza a través del arte.

Se lo cuento de manera espontánea, porque la historia me ha tocado en lo más profundo. Y resulta ser una excelente iniciación para que Thomas Schlesser se abra a una conversación desde sus propias emociones. A la razón de la existencia de Mona, cuando le digo que no creo que Mona sea una invención.

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Thomas Schlesser

Thomas Schlesser: No, no lo es. Mona nació en mi mente, tras perder un hijo antes de nacer.

Teresa Fernández: Ya hemos creado el espacio emocional y sincero que va a caracterizar nuestra conversación, mucho más allá de una entrevista convencional por la publicación de su libro en España. Estamos en otra dimensión.

TS: La pérdida de mi hijo fue un golpe muy duro, que me hizo tomar conciencia de la irreversibilidad de las pérdidas. Viví en lo más profundo esa pérdida durante bastante tiempo, pero me hizo darme cuenta de la necesidad de creación que produjo en mí.
Así nació Mona, fruto de una pérdida irreversible. Una niña que pronto va a dejar de serlo. Eso me llevó al sentimiento de pérdida irreversible de la infancia, a esa adolescencia tan dura, tan difícil.
«Los ojos de Mona» es una historia de pérdidas, inevitables a lo largo de la vida, pero también es una historia de crecimiento, porque precisamente las pérdidas vividas a fondo, son la fuente del crecimiento, de la madurez que vamos adquiriendo.

TF: Por si fuera poco, a esa historia de pérdidas inevitables, su historia plantea desde el primer minuto, y tras un episodio de ceguera momentánea de Mona, la posibilidad de que este pueda reproducirse y convertirse en permanente. Una niña amenazada de ceguera, reúne todos los ingredientes para emocionar y enganchar a su lectura.

TS: Cierto. Mona está amenazada de ceguera y ahí empiezan las consultas con el pediatra que no encuentra nada físico que haga temer por la visión de la niña. Nos lleva a investigar las posibles causas psicológicas, ocultas tras la muerte de una abuela que Mona adoraba. Y ahí empieza el protagonismo de un colgante que la abuela Collette le dio junto con un consejo la última vez que se vieron.

TF: Y ahí entra la madre de Mona, la tensa relación entre ellas, las ocultaciones, las visitas programadas semanalmente con un psiquiatra, acompañada del abuelo y la sustitución de éstas, durante un año, por visitas semanales a tres museos de París, visitas que son un secreto entre ellos dos. Un solo cuadro en cada visita. Le digo a Thomas en este punto, que encuentro que las reacciones de Mona a estas visitas son demasiado adultas para su edad.

TS: Es cierto. Pero he querido crear este contraste. Por un lado la relación secreta con el abuelo, una relación de apertura a la belleza y la filosofía del arte, por otra parte terapéutico, que la sitúa en un espacio de madurez precoz. En contraste, salvaguardo su lado infantil en las relaciones con sus compañeros de colegio, sobre todo en su relación con Lili. Ahí sigue siendo la niña de diez a once años. He querido dotarla de esas dos personalidades, la de la niña actual y la de la joven que el abuelo está creando. (Se ríe) Al fin y al cabo, todos tenemos más de una personalidad, ¿no es así?

TF: Me río de buena gana. Sí cierto, todos tenemos varias personalidades, reales o inventadas por necesidad.

TS: Ese paseo por el arte, es para abrirle a la belleza, pero no solo a la belleza. A través de cada cuadro Mona aprende a abrirse a recibir, a sonreír a la vida, al desapego, a confiar en la imaginación, a liberarse de lo material, a respetar a los humildes, a conocerse a sí misma, a lo grande que puede ser lo pequeño, a creer en los milagros, a poner el mundo en pausa, a que no hay sexo débil, a vivir las pulsiones de la muerte, a escuchar su voz interior, a luchar y perseverar, a que el amor es deseo y el deseo carencia… entre muchas otras lecciones para la vida. ¿Entiende ahora por qué esta Mona alcanza una madurez superior a su edad? Mona aprende a sobrellevar el miedo a la oscuridad y a ir comprendiendo que ese miedo está relacionado con el tabú impuesto por la familia acerca de la pérdida de su abuela, que le ha impedido vivir el duelo y que le mantiene enganchada a ese colgante sin saber hasta el final lo que significa en todos estos procesos….

TF: Los tabúes familiares que tanto daño han causado a lo largo de la historia. Sé bien de lo que hablo, por eso me he sentido tan representada en este libro. Fui tanto la Mona que no ha podido vivir su duelo por una pérdida, como la abuela que soy. (No el abuelo que ojalá hubiera tenido)… Me dice Thomas cuando le pregunto por la Y griega en lugar de la I latina del abuelo Henry, y por el origen de su apellido Schlesser, que viene de sus ancestros alsacianos, entre los que se coló un gitano. Otro motivo de mi afinidad con este escritor de trato empático, compartiendo lugares comunes. Le hablo de mi cercana relación con gitanos artistas de Flamenco.
¿Ha pensado usted, Thomas (aclaro que esta conversación ha tenido lugar en francés, por tanto he utilizado el «vous» que traduzco naturalmente por nuestro usted) en los sentimientos inquietantes que su novela puede transmitir a sus lectores adolescentes, padres de adolescentes y adultos a quienes quizá llevará a recuerdos enterrados en su inconsciente freudiano?

TS: Sí, he contado con ello. Es una de las razones por las que mi relato es tan humano, tan cotidiano, tan relacionado con los sentimientos y experiencias de mis lectores, que al sentirse identificados con las vivencias de Mona, puede incluso tener en alguno de ellos un efecto terapéutico. De alguna forma, Mona somos o hemos sido todos. Y Henry, el abuelo necesario y maravilloso que todos hubiéramos querido tener. La tensión en las relaciones de Mona con su madre, identifica las difíciles relaciones entre madres e hijas, tan difíciles de resolver, cuando ninguna de las partes accede a comunicarse…

TF: He felicitado a Thomas por la clase magistral de arte, la mirada sobre el arte, sobre los miedos que se resuelven aprendiendo a mirarlo, que encierra esta novela que desde aquí invito a leer, con la seguridad de que los lectores sabrán apreciarlo.

TS: Eso espero. El arte, desde la prehistoria, ha sido transmisor de todos los aspectos que convergen en el ser humano. Cada cuadro ha enseñado a Mona a vivir con ellos, a reconocerlos, sentirlos y aceptarlos.

TF: Hasta ahora no hemos hablado, Thomas, de la última pérdida posible, implícita en su relato. La de la muerte del abuelo Henry, que aunque parece que está bien, es un anciano.

TS: Teresa, voy a decirle algo que nunca hasta ahora he dicho en ninguna entrevista. Tuve muchas dudas sobre el fin que debía dar a la novela. La duda entre hacer morir a Henry al final o no. Finalmente y gracias a la ayuda de alguien importante para mí, decidí dejarle vivir y creo que acertadamente. ¿Para qué terminar esta hermosa historia, que acaba con la resolución del duelo de Mona por su abuela y la esperanza de la luz, con un drama añadido?

TF: Quiero terminar agradeciéndole que haya dedicado «Los ojos de Mona» a todos los abuelos del mundo.

Teresa Fernandez Herrera
Algunas cosas que he aprendido a lo largo de mi vida. Soy Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, master en Psicología del Deporte por la UAM, diplomada en Empresas y Actividades Turísticas, conocedora de la Filosofía Védica. Responsable de Comunicación y Medios en Madrid de la ONG Internacional con base en India, Abrazando al Mundo. Miembro de la British Association of Freelance Writers. Certificada en Diseño de Permacultura. Trainer de Dragon Dreaming, metodología holística para el crecimiento personal, grupal y comunitario en el amor a la Tierra. Colaboradora en Periodistas-es y en las revistas Natural, Verdemente, The Ecologist para España y América Latina. Profesora de inglés avanzado.

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