En los últimos años del siglo XIX y comienzos del XX, Lou Andreas-Salomé (1861-1937), judía, hija de un general ruso de origen alemán, musa intelectual, novelista, psicoanalista y mujer libre adelantada a su tiempo que rompió cvon la ideología conservadora del medio burgués en que creció, tuvo a sus pies al poeta Rainer Maria Rilke y al filósofo Friedrich Nietzsche y fascinó al padre del psicoanálisis Sigmund Freud.
En la película, un biopic muy clásico, amable y un poco pesado, ópera prima de la realizadora alemana Cordula Kablitz, nos cuenta su vida desde la infancia hasta una edad avanzada cuando, en 1933 y con 72 años, amenazada por el poder nazi que le prohíbe ejercer su profesión, decide confiar sus recuerdos a un joven editor: su juventud entre la comunidad alemana de San Petersburgo, cuando descubre que el sexo coloca a las mujeres en una situación de sumisión a los deseos del hombre, sus relaciones con Nietzsche y Freud y la pasión que siempre le unió a Rilke, toda una vida marcada por el conflicto entre libertad e intimidad, una existencia tan rica como atormentada.
Nietzsche dijo de ella que era “perspicaz como un águila y brava como un león”, y es la personalidad libertaria de esta protagonista de la historia reciente la que salva una película “incontestablemente alemana, potente pero sin matices, pesada sin gracia” (Jêrome Garcin, L’Obs).
Decepcionante, en suma. Las dos actrices que interpretan a la Lou adulta – Nicole Heester y Katharina Lorenz– carecen de la autenticidad necesaria; en cambio, Liv Lisa Fries, quien la interpreta de adolescente, imprime una gran sensibilidad al personaje.