Dicen en Francia que Macron «se tomaba por Júpiter, y acaba como Nerón», dispuesto a incendiar el país para aferrarse al poder sea como sea, negando el resultado de las elecciones que dieron la mayoría relativa a la coalición de izquierdas del Nuevo Frente Popular.
El cinismo o la ignorancia política de Macron ha llegado a tal extremo que considera normal haber gobernado él con mayoría relativa, durante dos años, bloqueando el parlamento y aliándose con los neofascistas, mientras dice ahora que la izquierda no puede gobernar con mayoría relativa.
La actitud de Macron es una tentativa de golpe de estado contra la democracia expresada en las urnas. Como decía León Gambetta en 1877, «el presidente deberá someterse o dimitir».
Para los que no entienden aun hoy la lógica de Macron, permítanme recordar que la lógica no tiene nada que ver con la razón.
Lo lógico para un pirómano es incendiar, lo lógico para un egocéntrico es mirarse el ombligo, pero los comportamientos «lógicos» no son siempre razonables, y Macron ha superado con creces los límites de lo irracional.
Al negar el voto antifascista de las recientes elecciones anticipadas que él mismo provocó, y al negar la victoria del Nuevo Frente Popular, el derrotado iliberal Macron se sitúa fuera del arco republicano.
Si persiste en su ceguera, la movilización social de la población en la calle, y la acción sindical en las empresas a todos los niveles, será necesaria para hacerle respetar la democracia y el Estado de derecho.
Los sindicatos de ferroviarios han anunciado ya una importante concentración el 18 de julio para reclamar el reconocimiento del resultado de las urnas, y el respeto del programa de la coalición ganadora.
Consenso en la izquierda
Por su parte el Nuevo Frente Popular busca un consenso para proponer un primer ministro y un gobierno en la sesión parlamentaria del próximo 18 de julio.
La propuesta de una personalidad de izquierdas como Huguette Bello, presidente del consejo regional de la Reunión, había encontrado el consenso de todos los partidos del Nuevo Frente Popular, a excepción del PS que ha bloqueado su candidatura.
La responsabilidad de Olivier Faure, secretario general del PSF, partido que obtuvo 1,74 por ciento en las presidenciales de 2022, será enorme si sabotea la llegada al poder de la coalición de izquierdas.
Lo que queda de Partido Socialista Frances, se juega su futuro político. Su aparente buen resultado en esta segunda vuelta legislativa es un señuelo, pues ha sido posible gracias al dispositivo de desistimientos, de la misma manera que los resultados de «Ensemble» (macronistas).
El PSF deberá optar en los próximos días por apoyar la llegada al gobierno del Nuevo Frente Popular o bien acabar de disolverse en esa nebulosa corriente macronista neoliberal, que solo acepta la democracia, cuando gana las elecciones.
En la Asamblea Nacional los macronistas persisten entre bastidores en tender la mano a la extrema derecha, para intentar impedir la llegada de la izquierda al gobierno.
La posición de Macron es absolutamente irresponsable, y más aún en vísperas de los Juegos Olímpicos.