No he tenido prisa en escribir sobre este nuevo gobierno francés por estimar que la designación de Gabriel Attal como nuevo primer ministro no es noticia relevante. Una vez más mucho ruido y pocas nueces. Pero vayan aquí algunas reflexiones.
Ante el callejón sin salida ultraderechista en que se encuentran Macron y su fantasmagórico y minoritario partido Renaissance, el presidente ha optado por un miniajuste ministerial en el que remplaza algunos peones, colocando personajes más allegados a la derecha sarkozysta, pero bajo la dirección del joven Attal, fiel y breve exministro de Educación nacional, y del que dicen sus biógrafos que tenía antaño el carné del partido socialista, cuando estaba a las órdenes de Marisol Touraine, otra exsocialista convertida al neoliberalismo autoritario macronista.
Lo que resulta más significativo y escandaloso en este reajuste ministerial que pone termino a la mediocre carrera de «miss 49,3», como aquí llaman a la dimisionaria Elisabeth Borne, es la designación como ministra de la Cultura de la derechista Rachida Dati, no por ser sarkozysta, lo que no es tampoco noticia, sino por estar actualmente procesada y acusada de «corrupción» y «tráfico de influencia» por el tribunal nacional financiero.
Macron, quien en 2017 había prometido que «todo ministro implicado en un proceso debería dimitir», ha decidido ahora en nombre de la sacrosanta «presunción de inocencia», incluir a una inculpada en su nuevo gobierno. La pretendida «republica ejemplar» se ha convertido en un club de personajes políticos procesados por la justicia.
Mediapart ha contabilizado más de cuarenta personajes entre ministros y políticos allegados a Macron que arrastran hoy cacerolas jurídicas por motivos de corrupción diversos y variados. De ellos, los que más escándalo han provocado recientemente son el juicio del titular de justicia Eric Dupont Moretti, o del titular de interior Gerald Darmanin, con varias causas sobreseídas y acusado recientemente de haber favorecido fiscalmente al PSG.
Como ya lo hizo con el caso «Benalla», Macron ha abandonado sus consejos de ejemplaridad por la protección pura y simple de sus allegados colaboradores. Estar procesado ya no es hoy en la república bananera macronista una cacerola vergonzosa, sino un mérito que te puede conducir a ser ministro de la cultura.
En cuanto al resto del gabinete del fiel y joven Attal, cabe destacar sobre todo la llegada de algunas caras viejas del sarkozysmo que se añaden a Rachida Dati, como por ejemplo el consejero económico de Attal, Emmanuel Moulin, quien ya ejerció ese cargo con Nicolas Sarkozy. O la poco conocida Catherine Vautrin en el ministerio de Trabajo, quien es presidenta del mini partido Horizontes del ex primer ministro Edouard Philippe. Malos chistes con caras viejas.
Como colofón de la no noticia de este reajuste ministerial, nada mejor que las propias palabras de Rachida Dati, cuando decía lo que pensaba de Macron y de los macronistas, una organización formada con «traidores de derechas y traidores de izquierdas». Lo mismo decían también Darmanin o Bruno Le Maire el ministro de economía. Pero eso era antaño, antes de que esa banda de oportunistas sin convicción política alguna cambiase de chaqueta, como decía la vieja canción de Jacques Dutronc.
El partido LR (sarkozysta) ha acogido con mucho disgusto el chaqueteo de los sarkozystas reclutados por Macron, y su presidente Eric Ciotti, allegado a la extrema derecha ha anunciado ya la expulsión de Rachida Dati de las filas de su organización.
Destaquemos también el nombramiento en el ministerio de Educación nacional, de otra sarkozysta, Amelie Oudea Castera, quien nada más llegar se ha destacado con una declaración de desprecio por la escuela pública, alardeando de haber preferido para sus hijos la escuela privada más reaccionaria. La respuesta indignada de los sindicatos de la educación nacional ha sido inmediata y masiva ante esa injuria contra la escuela pública y laica de la república.
Señalemos también la designación al frente del ministerio de Asuntos exteriores del fiel macronista Stephane Sejourné, otro exsocialista tendencia Strauss Kahn y ex compañero sentimental del hoy primer ministro Gabriel Attal, quien no tiene por cierto ninguna experiencia diplomática. Un nombramiento que confirma la tendencia de Macron en su política exterior como en el resto de pedir consejos a la empresa norteamericana Mckinsey, más que a la red de diplomáticos de carrera que Francia dispone en el mundo. Los profesionales de la diplomacia han hecho saber su descontento al presidente en varias ocasiones.
Pero mientras la prensa dominante vende la hagiografía de Attal, «el más joven primer ministro de la quinta república», y nos informan de su vida privada como asumido homosexual, las movilizaciones en este país prosiguen regularmente todos los fines de semana, tanto contra la ultraderechista ley de inmigración, como por la paz en Palestina y contra el genocidio perpetrado por el gobierno de Netanyahu. La inflación aumenta junto con las desigualdades sociales y el número de personas sin techo en este país en pleno invierno: 330.000 personas sin techo han sido contabilizadas por la Fundación Abbé Pierre en Francia. Es decir 130 por ciento más que en 2012.
Macron ha formado un nuevo gobierno a su imagen y semejanza, para seguir gobernando en solitario como minoritario «monarca presidente», pero su primer ministro deberá ahora someterse al voto de confianza del parlamento, nunca logrado desde que inició su mandato presidencial. Si Attal respeta la democracia parlamentaria, eso sí que sería una importante y buena noticia.
Mientras tanto, comparto con ustedes una caricatura y dos fotos que si son noticia en este país, aunque los medios informativos dominantes los ignoren en sus titulares: Las manifestaciones en contra el genocidio en Palestina, y contra la ley ultraderechista sobre la inmigración.