Tercer día del tercer mes de 2024. Tengo problemas de visión que con la edad se han multiplicado por tres, de muy cerca, de cerca y de lejos. La solución se presentaba fácil (sin recurrir a cirugías que bastantes tengo ya), unas gafas progresivas.
Desde la adolescencia fui miope y he llevado gafas toda mi vida. Pero bien entrada la cincuentena aparecieron los problemas de presbicia, así que para leer me tenía que quitar las gafas y para lanzar la mirada al infinito y más allá siempre puestas. Esta fue la solución durante varios años pero al cabo apareció el tercer inconveniente, la distancia del ordenador, ahí ni quitándolas ni poniéndolas conseguía tener una buena visión, la solución como ya dije y me dijeron, las gafas progresivas.
En la óptica me aseguraron que con ellas podría leer un libro, leer o escribir en el ordenador y ver todo lo que ocurriera a mi alrededor y en lontananza.
La prueba para determinar dónde se situarían las distintas lentes en el cristal no podía fallar, a pesar de mis dudas, me aseguraron que era un método rigurosamente científico. Sobre una montura sin lente pusieron un trozo de celofán en el centro, con ellas puestas me indicaron que mirara al frente y con un rotulador marcaron el punto en el que se fijaba el centro de mi mirada. Descreído de mí insistí en que no me parecía muy fiable pero me convencieron de que uno debe confiar en los profesionales y que salvo un par de días para acostumbrarme todo iría bien, vería perfectamente todas las distancias con una sola gafa.
Bueno, en realidad el periodo de adaptación nunca concluyó porque no me adapté. Y no me adapté precisamente dónde peor estaba, ya que para lejos, las de siempre, para cerca no tenía necesidad, pero para el ordenador no había manera, ni acercando la pantalla ni alejándola ni subiéndola ni bajándola. Lo mismo hacía con mi cabeza, la subía, la bajaba, la giraba hasta provocarme tortícolis.
Me quejaba en la óptica y me insinuaban que era cuestión de tiempo; luego que con una nueva medida, como la primera, y con unas nuevas lentes, hasta tres hubo que hacer, se resolvería mi problema, pero no hubo manera.
Así que ahora voy con dos gafas, las progresivas que me sirven para lejos, y las del ordenador, que también tuve que pagar, para cerca no necesito ninguna. Esto provoca dudas en mi visión ya que a veces me levanto del ordenador y camino con las de cerca puestas y no veo un carajo de lejos, confundiendo personas y enseres, o al contrario me siento delante de la pantalla y todas las letras se me confunden, todas las imágenes se difuminan y no entiendo los mensajes que veo.
Esto me vino a la cabeza cuando escuché la crónica del crítico de cine y televisión Carlos Boyero sobre la cuarta temporada de la serie True Detective, Noche Polar, lo mismo se ha confundido de gafas y por eso no le ha gustado nada, o quizás se puso unas antiguas que no le han permitido ver por donde van los nuevos tiempos.
