Biram Dah Abeid ha sido liberado. Así lo ha ordenado en Nouackchott, la Corte Suprema de Mauritania. Hace nueve meses, dábamos cuenta aquí de las irregularidades escandalosas de su juicio, por parte del tribunal inferior de la ciudad de Aleg (agosto de 2015).
Éste, a su vez, continuaba la senda de una condena precedente en Rosso (enero de 2015). Biram Dah Abeid fue condenado junto a Brahim Ould Bilal (Ramdane, según otras fuentes). Ambos son destacados activistas y dirigentes de la Iniciativa por el Resurgimiento del Movimiento Abolicionista (conocida por las siglas IRA), que lucha contra las prácticas esclavistas aún arraigadas en varios países de la cuenca del río Senegal.
Los dos pertenecen a la población negro-africana de los “haratines” o “moros negros”, que conforman casi la mitad de la población de Mauritania. Biram Dah Abeid y su compañero han pasado año y medio en prisión. No es su primera estancia en la cárcel.
Hay que recordar que Biram Dah Abeid se atrevió a declararse candidato en unas elecciones presidenciales. Eso aumentó la ira de quienes afirman que –oficialmente- la esclavitud ha desaparecido. Tras su última detención el 11 de noviembre de 2014, y en el primer proceso posterior, Dah Abeid fue condenado por “pertenencia a una organización no reconocida legalmente”, “llamamiento a una reunión no autorizada” y “violencia contra la fuerza pública”. En un país de menos de cuatro millones de habitantes, un millón había firmado la petición de libertad para Biram Dah Abeid, distinguido internacionalmente por su lucha a favor de los derechos humanos. La ONU lo reconoció en 2013, concediéndole su Premio de los Derechos Humanos.
En 2012, quemó en público un volumen que contenía la jurisprudencia del islam suní malequita, mayoritario en Mauritania. Según los abolicionistas mauritanos, en esos textos no sólo se justifica, sino que se preconiza la esclavitud.
Impunidad de los esclavistas
Oficialmente, la esclavitud ha sido abolida tres veces en Mauritania, la primera en 1981. El año pasado, su parlamento la declaró “crimen contra la humanidad” y la letra de la ley castiga ese delito con la pena de veinte años de cárcel y una indemnización a las víctimas. Al menos, eso es lo escrito en los textos jurídicos y en las leyes de Mauritania.
Pero la asociación IRA denuncia que esa práctica ancestral persiste: “Familias enteras pertenecen a la familia de sus amos durante toda su vida. Y los descendientes de esclavos siguen trabajando la tierra como esclavos, sin derecho alguno. Siguen dando parte de lo que cosechan a sus amos tradicionales”, según denunciaba Biram Dah Abeid en una carta que dirigió en noviembre (desde la cárcel) a Amnistía Internacional. En Mauritania, la esclavitud se nutre de la impunidad de la que gozan los esclavistas.
Amnistía Internacional ha expresado su alivio por la liberación de los dirigentes abolicionistas, pero recuerda la existencia de otros prisioneros de conciencia en Mauritania, como el bloguero Mohamed Mkhaïtïr (33 años).
A finales de 2014, fue condenado a muerte por apostasía. Su supuesto delito es haber escrito una nota criticando a quienes utilizan la religión islámica para avalar la discriminación de determinados grupos sociales. Mkhaïtir es el primer condenado a muerte por apostasía, desde la independencia del país en 1960.
La persistencia de la condena contra Mohamed Mkhaïtïr, junto a la liberación de Biram Dah Abeid, expresa bien las contradicciones de las autoridades de Mauritania. Ante el mundo, quieren mostrar que han abolido la esclavitud . “Lo han hecho tres veces -escribe Marie-France Cros, especialista en cuestiones africanas del diario belga La Libre Belgique- pero la ley que criminaliza esa práctica, votada en 2007, no ha sido aplicada nada más que una sola vez. Mientras, sigue habiendo decenas de millares de esclavos ‘por su ascendencia’; es decir, porque son hijos de padres o de madre esclava”, tal y como denuncia la citada IRA.
Predomina la impunidad de los esclavistas, mientras los abolicionistas son acosados, detenidos y encarcelados. El argumento reiterado contra ellos es que siembran “odio y división” entre árabes y negros, componentes étnicos del país. Utilizan contra ellos la acusación de “apostasía” porque reniegan de las interpretaciones religiosas que sirven de base a la continuidad de la esclavitud.
Biram Dah Abeid, activista contra la persistencia de la esclavitud.
Hace días, antes de ser liberado, Biram Dah Abeid escribió al Presidente de Mauritania, Mohamed Ould Abel Aziz: “Desde el fondo de esta lúgubre celda de la prisión de Nouakchott, grito a la cara al Jefe del Estado que no me ablandaré nunca. No me doblegaré jamás. Y aún tengo suficientes recursos corporales y morales para combatir el sistema racista, esclavista y despótico que usted encabeza”.
Mauritania es uno de los principales colaboradores de la Unión Europea, y de España en particular, para la contención de la inmigración procedente de países africanos.
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