Tengo altos el colesterol y los triglicéridos, palabra que me choca porque suena horrible y me recuerda esos miles de casi inmortales, anaranjados y gordos tardígrados, parecidísimos a Trump, que dejó caer el robot espacial israelí Beresheet al estrellarse en la superficie lunar en abril de 2019.
De los trumpitos, les platiqué en un artículo de agosto de ese año y por los triglicéridos, el doctor me recetó ahora una tableta diaria de Atorvastatina.
Estaba a punto de tomarla, cuando leí el montón de contraindicaciones impresas en la cajita y desistí recordando una información de la Organización Mundial de la Salud, (OMS) sobre la Iatrogenesis.
El término deriva del griego: iatros ‘médico’ y génesis ‘crear’ y define las enfermedades y reacciones adversas ocasionadas por médicos, intervenciones quirúrgicas y medicinas innecesarias, que causan la mitad de los padecimientos que sufrimos.
Y eso que no toma en cuenta, que seis de cada diez fármacos que se comercian son falsificados; mercado negro que encabezan India, China, Brasil, Rusia, Estados Unidos y México y genera alrededor de mil quinientos millones de dólares al año.
Ni que en México la situación es peor, porque la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) no cumple su tarea de farmacovigilancia.
Desde siempre he sido cobarde para las medicinas, la mayoría me caen mal; por fortuna soy sana y no tengo necesidad de tomarlas, pero cuando debo hacerlo me aterro.
Algo tengo de razón, porque hasta la ONU les teme.
Y para recordar que el principio fundamental de la medicina es no hacer daño, en 2019 instauró los 17 de septiembre como Día Mundial de la Seguridad del Paciente.
Advirtiendo que la tercera edad es el grupo de mayor riesgo, especialmente si se toman varios medicamentos por los peligros de interacción.
Y que se han observado altas tasas de daños, en la medicación pre y post operatoria, cuidados intensivos y medicina de urgencias.
«Los medicamentos son herramientas poderosas para proteger la salud. Pero cuando se prescriben erróneamente, se toman de forma incorrecta o son de mala calidad, pueden causar graves daños», declaró el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, a principios del año pasado.
Advirtió que la medicación es una de las principales causas de lesiones y daños evitables en los sistemas sanitarios de todo el mundo.
Y además del sufrimiento de los enfermos y sus familias, el costo global asociado a los errores en diagnósticos y prescripciones se ha estimado en más de cuarenta mil millones de dólares anuales.
Investigaciones recientes han detectado que el 20 por ciento de las cirugías, son innecesarias; sobre todo, en áreas de ortopedia y cardiología.
Un estudio publicado en 2020 por la Sociedad Británica de Farmacología reveló que en 2018 más de doscientos mil pacientes, sufrieron algún daño en la sanidad pública inglesa por errores de medicación y 63 fallecieron.
Médicos israelíes alertaron que un grupo de antibióticos como gentamicin, causa daño a los riñones al 25 por ciento de los receptores.
Y que la droga genérica para la presión, losartan, contiene ácido methylnitrosobutyric que también los lesiona; pero pidió no suspender de golpe las tomas, por el mayor riesgo que puede ocasionar al corazón y hacerlo gradualmente mientras se receta otra alternativa.
Científicos de todo el mundo han estado preocupados, por las dosis de quimioterapias y radiaciones; porque con alguna frecuencia, no son lo más indicado contra el cáncer.
El estudio Monitorización Terapéutica de Fármacos Aplicada a la Oncología, hecho a fines de 2022 en el Hospital Base de Valdivia (HBV) por investigadores de la Universidad Austral de Chile, reveló que solo una de cada tres personas recibe dosis de medicación dentro del rango terapéutico.
Lo que pone en evidencia, según el diario El Mercurio que publicó las conclusiones en noviembre pasado, la baja precisión de medicación y el elevado riesgo de fracaso al tratamiento por dosis menores o con toxicidad excesiva.
Los errores al recetar, transcribir, administrar y dar seguimiento a la medicación se originan en problemas sistémicos y factores humanos como fatiga, malas condiciones laborales y escasez de personal.
Y también al interés económico, porque la práctica médica y los hospitales se ven como lucrativo negocio.
Por todo lo anterior, la OMS ha pedido desarrollar estrategias y estructuras que puedan mejorar la medicación y que las partes interesadas se comprometan a adoptar el ‘Reto de la Medicación sin Daño’.
Y que, junto con edad, estado general y peso los médicos consideren al recetar, el género del paciente.
En fin, como se dice de los buenos amores, quien tenga un doctor que le haya atinado, que lo cuide, que lo cuide…