Memoria catalana de Gregorio Morán

Es como si Gregorio Morán hubiese aprovechado su mes de rehabilitación, después de sufrir un infarto, para plantearse esta Memoria personal de Cataluña que inicia con la carta de despido que recibió del diario La Vanguardia, en el que venía firmando desde hace muchos años unos artículos muy celebrados, comparables a los de los mejores columnistas del país, bajo el título de Sabatinas intempestivas.

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Gregorio Morán

El motivo de ese despido, a cuyo responsables crítica Morán por no haber dado la cara, fue su artículo Los medios (de comunicación) del Movimiento Nacional, fechado el 22 de julio de 2017. El texto fue inaceptable para el periódico por su comparanza con los medios de comunicación del viejo régimen dictatorial. Su contenido lo republica en su introducción el periodista asturiano, y la prohibición de seguir escribiendo en ese periódico es, según su criterio, el primer efecto público y notorio, y nunca citado, de las limitaciones de la libertad de prensa en Cataluña.

Escrito en primera persona, de un modo claro y directo, sin circunloquio alguno como en él es norma y resulta inhabitual en esta época paniaguada y de insoportable liquidez, Gregorio Morán denuncia las imposturas del tiempo que nos ha tocado vivir, en el que las más enteras y verdaderas falacias se hacen pasar por solemnes verdades incuestionables, con la dignidad de cada cual vendida al mejor postor.

El periodista ovetense, después de ponernos en antecedentes en la introducción, abre el libro con una historia resumida y sumamente crítica del diario La Vanguardia, así como de sus directores y algunos de sus colaboradores más reconocidos, historia que es de suponer habrá servido para que en ningún caso ese periódico se haya eco de esta memoria catalana de su antiguo colaborador. Pasa después el autor a contarnos las interioridades del proceso catalán -lo más interesante sin duda del libro-, con una remontada en el análisis de varias décadas, hasta los tiempos del pujolismo caudillista.

Gregoria Morán hace memoria, una amarga memoria de su relegación profesional a un exilio interior, comparable con el de quienes lo sufrieron en la dictadura franquista, «escribiendo desde una sociedad en la que no pasas de ser un superviviente de tiempos mejores». El autor considera, con el ácido estilo que lo caracteriza y que en esta ocasión se deja notar especialmente, que el independentismo ha puesto el «eje catalanista» por encima de la «lucha de clases», que se ha convertido en un «tabú» intocable.

La segunda década de este siglo, según Morán acumula más movimiento en Cataluña que en cien años. El periodista lo define como «un movimiento espasmódico y giróvago en torno a una obsesión: hacer de sí mismos los protagonistas de una independencia».

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