La derrota ante el Atlético en el Bernabeu ayer, en la final de la Copa del Rey, parece que va a desencadenar la tormenta perfecta en el Real Madrid. Tormenta precedida por otras muchas sonadas.
En deportes de equipo, es un axioma, que entre todos los factores que deben sumar para construirle sólidamente, el más importante, el fundamental, es la cohesión de equipo. Y ésta, que brilla por su ausencia desde hace tiempo en el Real Madrid, es en cualquier equipo responsabilidad del entrenador. En el Madrid, los fallos en la cohesión, han sido notorios desde hace mucho tiempo.
Domingo 2 de enero 2012, en ‘Marca’, después de un Clásico, leíamos: “Tensión máxima en el vestuario. La distancia entre Mou y el núcleo del equipo aumenta. El entrenador se siente solo ante las críticas de la prensa tras la derrota.” El viernes 7, reunión tormentosa para analizar el partido. Toda la cohesión y convivencia pacientemente construidas entre el equipo y su entrenador se han ido al garete en solo 48 horas. El segundo capitán, Sergio Ramos no está de acuerdo con la ‘protección’ frente a la prensa que pide el entrenador. Mou: “Me has matado en la prensa”. Ramos: “No, Mister, usted solo ha leído los periódicos, no ha escuchado lo que realmente hemos dicho”. Mou reprocha a Ramos el cambio de táctica en los marcajes a Puyol. Ramos: “Piqué y Puyol estaban haciendo pared y decidimos cambiar la estrategia de marcaje”. Mou de nuevo: “¿Estás jugando a ser el entrenador?” Ramos: “No señor, las circunstancias del juego aconsejaban estos cambios. Como usted nunca se ha vestido de corto no sabe que a veces se dan estas situaciones.”
“La tensión se mastica. Los jugadores no están de acuerdo con el planteamiento excesivamente defensivo del Clásico. No pueden entender el cambio sistemático del sistema de juego solo contra el Barça.”
Las cosas no han ido a mejor en el vestuario desde enero de 2012. No puede prescindir de Sergio Ramos, pero sigue sin entender el histrionismo del andaluz. Su sistema ha sido el de ordeno y mando, nada de esa relación cercana combinada con el respeto al buen hacer que es lo que hace ganar autoridad ante el equipo. Durante un tiempo, jugadores decisivos han chupado banquillo porque por alguna razón solo fundada en la mente del entrenador, le han caído mal. Y ya la guinda sobre el pastel. Tiene al mejor portero del mundo, dos veces campeón de Europa, campeón del mundo y en la plenitud de su rendimiento le somete a un ostracismo total. “No jugará mientras yo esté aquí”. Con todos mis respetos al portero López, ¿alguien se cree que a Casillas le hubiera endosado siete goles el Borussia en 180 minutos de juego? Para desgracia de Mou, Casillas está aún más presente en ausencia.
Mourinho lleva tiempo jugando a una incomprensible autodestrucción, incomprensible tanto si se va como si se queda. La cohesión es inexistente y eso y posiblemente solo eso, ha traído el caos al equipo de mayor presupuesto en Europa, con la plantilla más completa de Europa. Este hombre, a quien en los medios nunca se le ha visto sonreír, siempre con gesto hosco, como de cabreo permanente incluso en los triunfos, tiene algo que le descalifica. ¿Es un buen entrenador el que se olvida de la cohesión del equipo, siempre de bronca con algún jugador? ¿Es buen entrenador quien es incapaz de admitir una reflexión, incluso una crítica, que no comunica con sus jugadores, y castiga sin jugar a gente decisiva en los resultados? ¿Que su respuesta es invariablemente “no tengo que dar explicaciones”? En términos de psicología del deporte, la respuesta es, no. Mou es la cruz de la moneda.
La cara de la moneda en este caso, en la final de ayer es Simeone. En año y medio ha transformado por completo un equipo, tradicionalmente apodado “el Pupas”. Simeone ha curado las pupas al Atlético. Ha sabido hacer crecer a sus jugadores, ha conseguido el 100% de su rendimiento, ha cohesionado un vestuario difícil, con complejos históricos. Ha construído donde había destrucción. Es cercano, tiene esa autoridad basada en una excelente gestión deportiva, no se crea enemigos internos ni externos. El Atlético es su casa desde sus años de jugador, siente sus colores y esto cuenta muchísimo. No es un mercenario bien pagado pero que no siente afecto por el club que entrena.
La victoria de ayer del Atlético es tanto el resultado de la excelente gestión deportiva de Simeone como de la pésima gestión deportiva de Mourihno.
¡Felicidades Atleti!