Mientras en la Conferencia de Seguridad que se está celebrando en Munich se comienza a percibir al presidente ruso, Vladimir Putin, como un auténtico enemigo, y se habla del rearme de Occidente (Estados Unidos, Europa y sus aliados), la madre del opositor ruso Alexei Navalny ha viajado hasta la prisión del Artico donde el viernes falleció su hijo, para reclamar que el cuerpo sea entregado a la familia.
La petición se ha topado con la negativa de los responsables penitenciarios, que arguyen la necesidad de seguir investigando las causas de la muerte lo que, según Kira Yarmysh, portavoz del disidente muerto, es una excusa para conservar el cuerpo hasta que consigan borrar las huellas de lo que ya no dudan en calificar como «asesinato».
(A pesar de que el título ha quedado obsoleto por los recientes acontecimientos, recomiendo vivamente a los interesados ver el documental «Alexei Navalny, el hombre al que Putin no pudo matar», dirigido por el realizador británico Jon Blair y narrado por el comentarista y presentador televisivo Marcel Théroux, que está emitiendo Movistar y que cuenta detalladamente –con intervenciones de un corresponsal en Moscú del prestigioso diario The Guardian, otros disidentes rusos, algunos de los cuales consiguieron salvar la vida en atentados e intentos de envenenamiento como el sufrido por el propio Navalny en 2020, y la gente del equipo de Navalny y de su Fundación contra la corrupción- la vida de Navalny, el principal opositor de Putin, al que finalmente, y después de varios intentos fallidos, ha conseguido eliminar).
Cuando el sábado 17 de febrero de 2024, la madre de Alexei navalny llegó a las puertas dela colonia penitenciaria donde su hijo pasó los dos últimos meses de su vida, los responsables del establecimiento penitenciario le entregaron una nota en la que se decía que Navalny había fallecido el viernes, a las 14:17 horas «a causa del síndrome de muerte súbita», según ha contado en X (antes twitter) Ivan Zhdanov, director de la Fundación anticorrupción creada por el fallecido.
A la madre y a los abogados de Navalny les han dicho que el cuerpo fue trasladado a la morgue de la vecina ciudad de Salekhard y que permanecerá allí «hasta que acaben las investigaciones», sin fecha concreta.
Mientras tanto, en Moscú, la policía continúa deteniendo a personas que depositan ramos de flores en recuerdo de Navalny, en el monumento dedicado a algunas víctimas de las purgas y los gulags de la era soviética, en la Plaza Lubianka, muy cerca de la sede del FSB, heredero de muchos de los hombres y los métodos de la antigua KGB, la policía política soviética.
En los informativos televisados de toda Europa se están difundiendo reportajes en los que se ve como miembros de la policía de Putin, con ropas de civil, recogen por la noche los ramos de flores y otros objetos conmemorativos depositadas por muchos ciudadanos rusos que lamentan la desaparición del más importante de los líderes de la oposición, que hasta ahora había conseguido escapar a las maniobras del dueño del Kremlin para hacerle desaparecer.
Según la información del canal Euronews, el grupo OVD-Info, que sigue de cerca la represión política en Rusia, desde la muerte de Navalny han detenido al menos a 273 personas en Moscú y diez en San Petersburgo, donde un sacerdote ha celebrado un servicio religioso en memoria de Navalny.
En ambas ciudades, así como en otras ciudades del país, la policía está vigilando los monumentos conmemorativos y fotografiando a las personas que intenten acercarse a ellos.