Natalia Kanem[1]
Mientras millones de niños y sus familias celebran a sus madres, mis pensamientos están con las mujeres embarazadas y las nuevas madres a las que nuestros equipos del UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas para la salud sexual y reproductiva, prestan apoyo en más de 130 países del mundo; llevo en mi corazón a todas aquellas que, trágicamente, nunca vivirán para ver a sus recién nacidos.
Más de ochocientas mujeres al día -una cada dos minutos- mueren por complicaciones derivadas del embarazo y el parto, que son totalmente evitables. La situación es especialmente grave para las mujeres y niñas atrapadas en los crecientes conflictos y crisis que hay en el mundo. Más de la mitad de las muertes maternas se producen en países afectados por crisis humanitarias o situaciones vulnerables.
En Gaza, las mujeres se enfrentan a condiciones atroces antes, durante y después del parto. En el momento en que comienza una nueva vida, lo que debería ser un momento de alegría se ve ensombrecido por la muerte, la destrucción y la desesperación. Además, el acceso gravemente limitado a los servicios de salud y a la atención obstétrica de urgencia pone en peligro la vida de mujeres y recién nacidos.
En la actualidad, los principales hospitales están en ruinas en todo el territorio de Gaza y ni un solo centro de salud está funcionando a pleno tras los más de 440 ataques sufridos por el sistema de asistencia a la salud desde que comenzó la guerra en octubre de 2023.
En la Maternidad Al-Helal Al-Emirati, uno de los pocos centros de salud que quedan en Gaza, y ahora el principal centro médico para mujeres embarazadas en Rafah, solo tiene cinco camas para partos con unos sesenta al día al momento de redactar este informe. A las mujeres que desean dar a luz en la sala se les pide que traigan su propio colchón y una almohada.
«No paramos de dar a luz», explicó la partera Samira Hosny Qeshta. «Le decimos a la mujer que acaba de dar a luz: necesitamos la cama. Levántate y siéntate en una silla», se lamentó.
La mayoría de las mujeres no han recibido atención prenatal, precisó, y llegan al hospital esperando lo mejor. Muchas sufren infecciones debido a las condiciones de vida antihigiénicas en los campamentos superpoblados, donde cientos de personas pueden compartir un solo retrete y hay escasez de agua potable y suministros higiénicos.
«Vivimos en una tienda de campaña, y cada vez que llueve, se inunda y nuestras camas se mojan», relató Suhad, quien está embarazada de nueve meses y tiene programada una cesárea. Horas después, estará de nuevo en la tienda.
«Será extremadamente difícil después del parto», visualizó. «Desde el dolor físico hasta el frío helado, y no hay ropa de bebé. ¿Qué ha hecho para nacer en una situación así?», preguntó.
Pero aunque sus bebés nazcan sanos y salvos, miles de mujeres como Suhad se enfrentan a la inevitable incógnita: ¿Y ahora qué? ¿Cómo mantener a su recién nacido limpio, caliente, alimentado y vivo?
Muchas de estas madres están demasiado deshidratadas y desnutridas para amamantar a sus hijos, y no hay leche de fórmula disponible.
El UNFPA (Fondo de Población de las Naciones Unidas) entregó kits de salud reproductiva que ayudaron a más de veinte mil mujeres a dar a luz en Gaza. Establecimos una clínica de maternidad móvil en Rafah, y hay dos más que están en camino. Cientos de parteras formadas por el UNFPA ayudan a las mujeres embarazadas y a las madres primerizas que no pueden acceder a un centro de salud u hospital.
También hemos distribuido artículos de higiene, pañales, ropa de bebé, mantas y otros artículos esenciales a miles de madres primerizas. Sin embargo, todo esto no es más que una gota en un océano de necesidades.
El mundo no debe abandonar a las madres de Gaza. Ellas, sus recién nacidos y todos los civiles deben ser protegidos y sus necesidades atendidas. Los hospitales y el personal sanitario nunca deben ser objetivos (militares).
Desde tiempos inmemoriales, las distintas culturas del mundo han honrado el carácter sagrado de la maternidad. En el Día de la Madre, homenajeamos ese vínculo sagrado, recordando a todas las mujeres que crean, protegen y alimentan la vida, incluso en las circunstancias más catastróficas.
Las madres en tiendas inundadas o que huyen de las bombas. Las madres de los rehenes que aún esperan que sus familias se recuperen. Las madres y los recién nacidos que luchan por su vida en abarrotadas salas de hospital, sin medicamentos ni suministros adecuados.
Todas esas mujeres necesitan servicios sanitarios y apoyo para salvar sus vidas. Necesitan dignidad. Y sobre todo, necesitan paz. Esta guerra debe terminar ya.
- La doctora Natalia Kanem es directora ejecutiva de UNFPA
- Artículo difundido por IPS