Un periodista independiente holandés, Gerbert Van Der Aa, fue expulsado de Marruecos el domingo 17 de febrero de 2019 mientras informaba de los inmigrantes cerca de Melilla y de la situación social en la región del Rif. La policía le llevó a Melilla, indicando que no tenía permiso para ejercer en Marruecos.
Tras estar cuatro días en Marruecos, Gerbert Van Der Aa fue seguido por agentes de policía que le indicaron que no tenía autorización para ejercer el periodismo. Además de informar sobre inmigración había mantenido una entrevista con un defensor de los derechos humanos en Nador para abordar la situación de la revuelta del Rif, así como con una empresaria holandesa-marroquí en Berkane.
El informador ha recordado que Marruecos no da permisos a los periodistas extranjeros para la zona del Rif y que ha ido “varias veces a Nador” sin permiso expreso porque están haciendo imposible el trabajo de los periodistas extranjeros. También llamó a su embajada en Rabat donde le dijeron que no podían hacer nada.
Gerbert Van Der Aa colabora para el periódico NCR y la revista semanal Elsevier, ha escrito varios libros sobre África, uno de ellos traducido al inglés ‘En busca del tuareg’: “El país ha cambiado, es como una dictadura. Antes, tenía mucha confianza y respeto por Marruecos, era un país que se estaba desarrollando….” declaró.
El representante de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) en Nador, Omar Naji, dijo que lo sucedido es producto de querer abordar un “tema tabú” actualmente en su país.
No es la primera vez que hay problemas con periodistas holandeses en Marruecos. El corresponsal de Radio 1, Rik Goverde tuvo que abandonar el país en 2015, lo que motivó una serie de explicaciones del entonces ministro de Exteriores holandés, Bert Koenders. En 2017 la periodista independiente Sjoukje Rietbroek se marchó tras cuatro años de corresponsal diciendo que trabajar allí “era imposible”.
El pasado verano de 2018 el corresponsal de NRC Media, Koen Greven y el fotógrafo español José Colón, quienes hacían un reportaje sobre los inmigrantes marroquíes provenientes de Holanda que volvían al Rif, en concreto en Alhucemas, fueron seguidos por el servicio secreto y les recomendaron irse.
Desde la revuelta del Rif los periodistas extranjeros expulsados han sido: el periodista argelino Yamel Alilat, del diario Al Watan, además de José Luis Navazo y Fernando Sanz, director y delegado en Madrid de la página digital Correo Diplomático, quienes fueron expulsados en la frontera de Ceuta. También el periodista del diario británico The Guardian, Saeed Kamali Dehghan y en septiembre de 2018 el último caso fue el del periodista de la radio pública France Inter, Sebastien David Sabiron, expulsado en Tánger.
Ataque en París
Precisamente, el pasado viernes 15, una conferencia sobre la libertad de prensa en Marruecos organizada por la Asociación para la Defensa de los Derechos Humanos en Marruecos (Asdhom) fue interrumpida por un grupo de provocadores que interrumpió el acto en el local ‘El Maltés Rojo’, antigua sede del Partido Socialista Unificado (PSU), cerca de la plaza de la República.
La charla contaba con la presencia de la expresidenta de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) reconocida con el premio de Derechos Humanos de la ONU, Khadija Riadi, el periodista de investigación exiliado Hicham Mansouri, -encausado en el llamado caso de Maati Monjib en Marruecos- y el periodista del diario francés L’Humanite Hassan Zerrouki. Los organizadores cifraron en 14 los periodistas encarcelados en el reino magrebí.
Los alborotadores eran un grupo de unos quince baljatíes, personas pagadas por el majzén, el régimen, para crear broncas y violencia, algo usual en Marruecos pero que ahora trasciende fronteras. Primero gritaron que Marruecos “no es una dictadura” profiendo insultos, posteriormente amenazaron a los presentes, tiraron una silla, cortaron la luz del local y lanzaron bombas fétidas. Hubo una persona herida leve.
Los baltajíes son los matones del régimen, están formados por pequeños delincuentes y drogadictos a sueldo. Suelen actuar en Marruecos con impunidad y en el extranjero son cooptados por miembros del servicio secreto entre la numerosa colonia marroquí existente.
Tras llegar la policía, los alborotadores desaparecieron. Muchos han recordado a raíz de lo ocurrido, lo sucedido hace más de medio siglo, el caso Ben Barka, el mítico opositor marroquí secuestrado en el centro de París y asesinado posteriormente y recuerdan la posible vinculación del régimen marroquí con las autoridades francesas, por lo que piden la actuación del Ministerio del Interior francés.
De hecho, Reporteros sin Fronteras (RSF) ha solicitado que se abra una investigación sobre lo ocurrido. “Es inconcebible que los periodistas y activistas marroquíes no puedan reunirse en libertad y seguridad en París para hablar de libertad de prensa en Marruecos”, afirma RSF.