Coincidiendo con la apertura de la audiencia en el tribunal de justicia en París del caso Sarkozy-Gadafi, sobre la financiación ilegal por el dictador libio Muamar el Gadafi de la campaña electoral del ex presidente francés Nicolas Sarkozy en 2007; se estrena en Francia la película documental «Personne n’y comprend rien» del cineasta bretón Yannick Kergoat.
La película está basada en un formidable trabajo de investigación periodística (más de 150 artículos) desarrollado desde hace ya catorce años por Mediapart, periódico digital participativo e independiente. Además de la publicación de un libro en 2017.
Fabrice Arfi, Karl Laske y Michael Handerberg son los periodistas a cargo de esa investigación, quienes junto con otros personajes aportan sus testimonios y las pruebas de la trama de esta escandalosa relación entre la dictadura libia y el Estado francés en la persona de su entonces presidente.
El titulo recoge con ironía una de las frases pronunciadas por Nicolas Sarkozy cuando la TV pública y privada le invitaban a explicar su caso: «Nadie comprende nada», refiriéndose a las múltiples acusaciones de que es objeto y asegurando que no había ninguna prueba de todo lo afirmado mientras, acusaba de difamación al periódico Mediapart, cuyas informaciones bien documentadas permitieron más tarde que fuera incoado por la justicia el caso todavía en curso.
Conviene subrayar que los abogados de Sarkozy y de sus colaboradores perdieron todos los procesos por difamación intentados contra Mediapart, reconociendo siempre la justicia lo bien fundado de las informaciones publicadas. Los tribunales deberán ahora pronunciarse sobre la culpabilidad o no de los acusados, que gozan según la ley de la «presunción de inocencia».
Pero antes de adentrarnos en el proceso de la financiación ilícita libia que es el centro del documental, conviene explicar a nuestros lectores que este caso es tan solo uno, y sin duda el más importante por ser un verdadero escándalo de Estado, de los seis procesos que arrastra el expresidente Sarkozy.
El 24 de febrero de 2024 Sarkozy fue condenado a un año de cárcel con seis meses de condicional en el caso Bygmalion, relativo a la financiación de la campaña electoral de 2012.
En el caso Bismuth (también llamado de «las escuchas telefónicas») en mayo del 2024 fue condenado por corrupción y tráfico de influencias. Sentencia, de tres años de cárcel, de los cuales uno en arresto domiciliario con brazalete electrónico y tres años de privación de derechos cívicos, condena confirmada definitivamente el pasado mes de diciembre.
En el caso de los sondeos del Eliseo, fue considerado irresponsable penalmente en su calidad de jefe del estado.
En el caso Bettancourt proceso incoado, pero finalmente sobreseído.
En el caso del dinero ruso una investigación fue abierta en 2020 por sospecha de tráfico de influencias y lavado de dinero, en que se vio involucrado el expresidente.
Caso Copa del mundo de Qatar, instrucción abierta en 2022 en la que Sarkozy es acusado de haberse beneficiado personalmente con la atribución de la copa de futbol a dicho país.
El otro asunto pendiente es el caso de la financiación libia que centra la atención de este documental: La campaña electoral de Sarkozy en 2007 por Gadafi. Luna de miel entre Gadafi y Sarkozy que duro cuatro años antes de que Francia y la ONU declarasen la guerra al dictador libio, que fue capturado y ejecutado.
El expresidente está acusado de financiación ilegal, corrupción pasiva, ocultación, malversación de fondos públicos y asociación de malhechores. La primera audiencia se celebró el 6 de diciembre 2024 en París.
A él se añade otro asunto pendiente subyacente: el caso de la retractación en 2020 de un testigo de cargo: Ziad Takiedin, quien será juzgado aparte y que concierne la manipulación y tentativa de soborno de un testigo de cargo clave en ese proceso para que retirase las acusaciones formuladas ante los tribunales.
Documental riguroso sobre un escándalo de Estado
La investigación lanzada por Mediapart sobre el que se anuncia como el mayor escándalo de Estado en el que se ve implicado un presidente de la república, arranca en 2011. Tras la muerte de Gadafi y el caos provocado por la guerra en Libia, dos personajes acusan a Sarkozy de haber recibido, en gran parte en efectivo y otras a través de cuentas en paraísos fiscales, sumas que alcanzan los cincuenta millones de euros, para financiar su millonaria campaña electoral contra la socialista Segolene Royal. Ellos son el influyente mediador Zia Takiedin y el hijo de Gadafi, Saif Al Islam Gadafi.
Zia Takiedin, es lo que en diplomacia llaman un «abridor de puertas» o un «agente de corrupción», intermediario oculto en operaciones ilegales en las que se comprometen los Estados. Turbio personaje que estuvo involucrado ya en el caso de la financiación de la campaña electoral de Edouard Balladour en 1993, con venta de armamento a Pakistan, cuando su portavoz era precisamente Nicolas Sarkozy, antes de cambiar de chaqueta y llegar a ser ministro del interior con Jacques Chirac (enemigo jurado de Balladour) en 2002. Y cinco años antes de llegar a ser presidente de la república en 2007.
Esta trama de corrupción política en las altas esferas del Estado, que podría inspirar a los guionistas de largas series televisivas, está muy bien argumentada, con una voz en off, explicaciones de los protagonistas de la investigación, diversos testimonios, entrevistas e imágenes de archivo extraídas de la prensa radio o televisión, que hacen ameno ese galimatías que Sarzozy afirma no comprender.
Para todo espectador incluso neófito en estas artes, las cosas parecen sin embargo bastante claras. La luna de miel entre Sarkozy y Gadafi en 2007 se vio interrumpida con las rebeliones de la primavera árabe de 2010, cuando recibió en el Eliseo a los dirigentes de la protesta anti Gadafi. En 2011 con la guerra civil en Libia, Francia intervino activamente con el aval de la ONU para derrocar a Gadafi. A partir de ahí se destapó el escándalo y la denuncia de financiación oculta.
Como subraya Fabrice Arfi en Mediapart, Sarkozy no es el único expresidente o ex primer ministro condenado aquí por la justicia, pero de todos ellos se lleva la palma por la gravedad de los hechos. Le precedieron Jacques Chirac, presidente condenado; su primer ministro Alain Juppé, condenado; François Fillon primer ministro y presidenciable condenado; y como colofón, Sarkozy presidente, condenado y arrastrando un proceso tras otro. Esto en un pasado reciente.
Sabido es que según la gravedad de las acusaciones contra unos u otros, los políticos no tardan en volver «lavados» de sus condenas o acusaciones al cabo de cierto tiempo, hundiendo cada vez más la credibilidad de la democracia y de una justicia a varias velocidades, arrastrando las instituciones en el camino de una república bananera, en donde corrupción, rima con impunidad.
El estado de derecho se ve así amenazado por una ofensiva de los políticos corruptos contra el poder judicial, que se debe en toda democracia independiente del poder político.
Con película y proceso, la gran cuestión con que abrimos este 2025 es justamente la de saber si la magistratura y el aparato judicial en Francia será capaz o no de mantener su independencia contra las múltiples tentativas de corrupción y tráfico de influencias, o si bien la trumperizacion y berlusconizacion de la vida política van a invadir Europa.