Benoit Hamon, exministro disidente de Francois Hollande, fue el ganador de la segunda vuelta en las elecciones primarias del Partido Socialista en Francia, con el 58,72 % de los votos emitidos, frente al ex primer ministro Manuel Valls, quien obtuvo el 41,28 % de sufragios.
La participación electoral fue alrededor de 1 900 000 electores, trescientos mil más que en la primera vuelta.
La más amplia movilización en esta segunda ronda no ha jugado pues a favor de Valls, y la aritmética de la primera vuelta favorable a Hamon se ha consolidado de forma evidente. La primera conclusión de esta elección primaria es pues una evidente derrota de Valls y Hollande, pues el ex primer ministro era el único que ha asumido el desastroso balance del mandato presidencial iniciado en 2012.
La renuncia del propio Hollande a ser candidato a su propia sucesión, y la huida del tránsfuga Emmanuel Macron, fueron la primera parte de esta derrota anunciada, que se confirma ahora con la victoria de Hamon frente a Valls. Se trata pues de una evidente sanción del propio electorado socialista frente a la política económica y social de Hollande y Valls, que condujo a la ley Macron y a Ley Trabajo, no obstante la oposición de una poderosa movilización sindical en todo el país, y a pesar de las protestas de toda una franja de parlamentarios socialistas.
Benoit Hamon ha defendido frente a Valls “valores” y “propuestas” de izquierdas, como la abrogación de la ley trabajo, la reducción de la semana laboral, el subsidio social universal y la reestructuración de la política fiscal, una visión de una sociedad más justa, humanista y no sometida al diktat de la “productividad” y de los “beneficios financieros”, la transición ecológica en lucha contra los lobbys industriales, así como la instauración de una sexta Republica que modifique las actuales instituciones. Propuestas que le sitúan en sintonía, en gran parte, con las defendidas por Jean Luc Melenchon.
Un programa que le ha valido ser calificado de “utopista” e “izquierdista” por los fieles guardianes del actual dispositivo electoral. Ha sorprendido también ver que los “elementos de lenguaje” erróneos se contagian a periódicos como “El país” en España, que califica de izquierdista a Benoit Hamon en sus titulares.
En los debates en Televisión, los comentaristas no han cesado en calificar de “izquierda que quiere gobernar” al hablar de Valls y de “izquierda que no quiere gobernar” a Benoit Hamon. Para no faltar a la verdad, deberían decir que ambos quieren gobernar, pero uno con una política de derechas y el otro con una política que busca ser de izquierdas.
En Francia, como en Europa, cuando la prensa seria no caía en tantos excesos, se solía calificar con razón de “izquierdista” a la extrema izquierda extraparlamentaria, que preconizaba la revolución, sin necesidad de pasar por las urnas. Pero los comentaristas de los grandes medios televisivos han decidido ahora que la extrema izquierda empieza en Hamon, la extrema de la extrema en Melenchon, la extrema de la extrema de la extrema en Arlette Laguillier u Olivier Besancenot, y sin contar otras corrientes libertarias.
A este ritmo dentro de dos días, nos van a explicar que François Fillon y Emmanuel Macron son peligrosos izquierdistas frente a Marine Le Pen, quien para poner las cosas en su sitio cabe precisar que hoy representa una extrema derecha xenófoba muy influyente en las filas mismas de LR (los republicanos, o derecha conservadora). El partido de Le Pen, que antaño representaba una extrema derecha extraparlamentaria y antisistema, se ha convertido hoy en una fuerza política aceptada por la clase política y los grandes medios informativos, a condición de descafeinar un poco sus referencias históricas fascistas.
Pero los que están hoy bien cómodamente asentados en las instituciones de esta Republica nos agitan permanentemente dos espantapájaros: el de la inestabilidad política de la IV República y el de Marine Le Pen, invitada sin embargo en todos los platós de televisión, en el juego hipócrita del espectáculo político.
La racha de políticos favoritos de cierta prensa eliminados electoralmente se va ampliando, de Juppé, a Sarkozy, de Hollande a Valls. Y cualquier elector de izquierdas socialista o no, ha podido saborear esta victoria de Hamon, un socialista que por fin que se reclama de izquierdas, en ruptura con los que dijeron que eran de izquierdas, pero hicieron todo lo contrario al llegar al poder.
Jean Luc Melenchon prosigue con éxito su campaña en YouTube
La situación electoral a cuatro meses de las presidenciales es sin embargo compleja y arriesgada en razón de ese modo de escrutinio presidencialista, que excluye la representación proporcional, ignorando la verdadera relación de fuerzas entre los partidos y la composición social del país.
Si en lugar de elegir un presidente-monarca, se eligiera en Francia, como en otros países europeos, una mayoría parlamentaria con un Presidente del gobierno, parece evidente que podríamos asistir a una alianza electoral entre Hamon y Melenchon, con posibilidades de ganar o al menos pesar realmente en el mundo político.
Las instituciones de la V República hacen difícil hoy esa alianza, pues la primaria socialista excluyó a Melenchon y a una parte de los ecologistas. El candidato de “Francia insumisa”, conocedor de esas instituciones, lanzó su candidatura precisamente para ocupar el terreno de la comunicación, cuando la prensa “bien intencionada” le prestaba muy poca atención.
Desde entonces y sirviéndose de Internet y de las redes sociales Melenchon ha desarrollado de forma exhaustiva su programa electoral, que a falta de mayor espacio en los “medias” tradicionales, puede ser leído y consultado en YouTube, en espera de la apertura de la definitiva campaña electoral con los candidatos definitivamente declarados y validados.
Melenchon ha superado ya los 180 000 abonados en su red YouTube, con una campaña que busca movilizar al electorado de izquierdas y ecologista, abandonado por las incumplidas promesas de Hollande, pero sobre todo, para intentar traer a las urnas a esa multitud de abstencionistas que la clase política se obstina en ignorar olímpicamente.
El éxito de esa campaña de didáctica explicación de su programa electoral, al margen de la gran prensa nacional y de la radiotelevisión, es reconocido por todos, incluso por aquellos que regularmente le acusan de “caudillo populista”, aunque reconocen que es un excelente orador. Otro elemento de lenguaje “populista” del que se usa y abusa sin ton ni son, del que hablaremos en otra ocasión.