El suicidio político de Fillon
“¿Quien puede imaginar al general De Gaulle, procesado por la justicia?”. Esas palabras de Francois Fillon, para descalificar a su rival Nicolas Sarkozy, en las elecciones primarias de la derecha francesa, le persiguen hoy como una maldición en su campaña electoral. Hace pocos días, cuando minimizaba todavía las consecuencias jurídicas del “Penelopegate” declaró a la prensa que “solo retiraría su candidatura en el caso de ser procesado”.
Penelope y François FillonEntre tanto, tres jueces de instrucción han sido encargados de la causa en la que Fillon es acusado de haber empleado de forma ficticia a su esposa y sus hijos. Fillon ha sido convocado por la justicia y su inculpación por abuso de bienes sociales y desvió de fondos públicos le será comunicada el próximo 14 de marzo.
La aceleración de la convocatoria judicial se debe a la reciente y sorprendente aprobación en la Asamblea Nacional, el pasado 16 de febrero, con el apoyo de la derecha y de los socialistas de una enmienda que establece un plazo de doce años para la prescripción de los delitos cometidos por los parlamentarios.
Hasta la fecha no existía un límite de tiempo para iniciar una acción judicial. Este autorregalo de los parlamentarios, diputados y senadores, para ocultar sus muy reprochables prácticas internas, se produce en pleno “Penelopegate”, y si la justicia no hubiera acelerado la «causa Fillon», el candidato a la presidencia hubiese podido escapar a sus acusadores.
Ante el anuncio de su convocatoria por los jueces que han incoado el caso, Fillon ha optado una vez más por abandonar sus “convicciones” y ha arremetido contra la justicia y el complot urdido, según él, desde el gobierno y los medios informativos que buscan, dijo, “su asesinato político”. En la mejor tradición demagógica de la propia Marine Le Pen, quien ignora también olímpicamente las cacerolas que arrastra su partido, Francois Fillon ha hecho suyos los elementos de lenguaje propios de la ultraderecha, acusando a la justicia de atentar contra la democracia y de poner en peligro las próximas elecciones presidenciales.
Las encendidas declaraciones y justificaciones de Fillon parecen, más que un asesinato, un verdadero suicidio político de un candidato que basó toda su campaña en su presunta honestidad, que reclamaba castigos ejemplares para todos los que ejerciendo un cargo publico no dieran pruebas de ejemplaridad, y que anunciaba un programa de austeridad económica para el país, salvo para su propia familia.
La campaña de Fillon se encuentra paralizada hoy con el “Penelopegate”, y el anuncio de su próxima inculpación ha provocado ya la desbandada entre los centristas que aun le apoyaban, preocupados por salvar sus cargos en las elecciones legislativas del mes de junio, en caso de una derrota del candidato de la derecha en la elección presidencial del mes de mayo.
Si, como vaticinan los sondeos, el candidato de la derecha, Francois Fillon, resultara derrotado en la primera vuelta de las presidenciales, caso hasta la fecha inédito en esta quinta república, la implosión del partido “Los republicanos” seria una hipótesis muy probable, pues el presidente ganador deberá constituir una mayoría parlamentaría en las legislativas del mes de junio. Muchos parlamentarios de derechas y de centro se sentirían entonces tentados por acercarse sea a la extrema derecha de Le Pen o al centro derecha de Macron, lo que podría implicar una recomposición del paisaje político partidista y parlamentario.
Emmanuel Macron, programa liberal con una de cal y otra de arena
Emmanuel MacronDe la misma manera el Partido Socialista se ve amenazado de escisión tras la victoria de Benoit Hamon en sus elecciones primarias, que ha puesto claramente de manifiesto la ruptura entre un ala socialdemócrata neoliberal y una base socialista que sostuvo en las urnas las posiciones de izquierdas de Hamon.
Si Hamon no se califica para la segunda ronda de las presidenciales, la explosión del Partido Socialista sería más que probable, provocando un “sálvese quien pueda” en las legislativas del mes de junio. Numerosos son los dirigentes y ministros socialistas que anuncian su posible apoyo a la candidatura de Macron.
Esta elección presidencial en Francia será también la primera vez que se hace sin que el presidente saliente se presente a su propia sucesión. Y la primera vez que ninguno de los candidatos en liza defienda públicamente el balance del mandato presidencial. François Hollande por su parte sigue en silencio toda esta cacofonía que el mismo ha provocado.
Anunciando su candidatura a la presidencia, el pasado mes de noviembre, con su movimiento “En marcha”, Macron, el dimisionario ministro de economía de Francois Hollande, marcó su ruptura con el mandato presidencial y con el partido socialista.
Situándose fuera de los partidos políticos tradicionales, con una campaña de marketing político calcada de la de Obama en los Estados Unidos, con numerosos apoyos financieros, Macron ha hecho su campaña electoral durante meses sin anunciar su programa, que por fin ha empezado a desvelar este mes de marzo.
Su objetivo para el 2017 tiene algo en común con la campaña que en 1974 llevó al poder a Valery Giscard D’estaing, con la creación de la nueva UDF, conglomerado de partidos centristas y neoliberales, que lograron quebrar el monolitismo del todopoderoso partido gaullista, antepasado de ”Los republicanos” de hoy en día. Aunque esta vez Macron no se ha apoyado hasta la fecha en partidos ya existentes, ha atraído a sus filas al centrista François Bayrou.
Desmarcándose tanto del Partido Socialista como de la derecha tradicional, Macron ha creado un movimiento “En Marcha”, que reivindica doscientos mil adherentes –no militantes- por internet, y que tiene un programa europeísta, neoliberal, aunque anunciando algunas medidas para limitar el incremento de las desigualdades.
Macron da pues una de cal y otra de arena, para satisfacer a una amplia franja del electorado que va del centro derecha al centro izquierda, esperando beneficiarse de la doble crisis de “socialistas” y “republicanos”, sin olvidar a los ecologistas, como candidato útil del sistema neoliberal frente a la extrema derecha de Le Pen, y a la izquierda que representan Jean Luc Melanchon y Benoit Hamon.
Macron, quien lleva el oportunismo en su ADN político, y ante las posibles consecuencias electorales del “Penelopagate” no ha dudado en añadir en sus propuestas una ley de moralización de la vida pública para poner fin al nepotismo, práctica corriente en la Asamblea Nacional francesa. En su programa económico asume sin embargo el fracasado pacto de estabilidad con la organización patronal, lanzado por Hollande, pero asegura que no le dejaron llevarlo hasta el final.
Una campaña electoral parasitada por las “primarias”
En este largo prologo de varios meses de confusa precampaña electoral, parasitada por la farsa de las elecciones primarias de la derecha y del Partido socialista, cuyos resultados hoy nadie quiere respetar, no hemos tenido todavía ocasión de escuchar un verdadero debate de fondo sobre el programa de unos y otros, puesto que hasta el 17 de marzo, no sabremos quienes son los candidatos que han obtenido la firma de 500 padrinos, condición sine qua non para validar las candidaturas.
Una gran responsabilidad en esta confusión tienen a mi juicio los grandes medios informativos, que manejan sondeos de opinión para invitar a los que consideran candidatos favoritos. El canal TF1 de televisión francesa ha anunciado ya un debate entre los cinco favoritos, y ello antes de que las candidaturas de unos y otros hayan sido validadas, lo que constituye una escandalosa ausencia de igualdad en el tratamiento de los candidatos.
Marine Le Pen, Emmanuel Macron, Jean Luc Melanchon, Benoit Hamon y Francois Fillon son esos cinco candidatos que los sondeos de opinión colocan como favoritos de la primera vuelta. Con siempre la misma constante: la presencia segura de Marine Le Pen en la segunda vuelta de la elección.
Numerosos son, sin embargo, los candidatos anunciados que aun no se sabe si obtendrán las quinientas firmas necesarias de personalidades electas. Entre ellos, el candidato derechista y soberanista Nicolas Dupont Aignan, los candidatos de la extrema izquierda por Lutte Ouvriere y el NPA, Pierre Larrotuorou del Partido Nouvelle Donne, entre otros.
Charlotte MarchandisePero destaquemos también personalidades venidas de la sociedad civil como Charlotte Marchandise, ganadora de una elección primaria ciudadana en la que participaron 32 000 personas, el doble de los participantes en las primarias de los ecologistas, donde hubo solo 17 000 votantes para designar a Jannick Jadot, quien ha desistido a favor de Benoit Hamon.
El modo de designación y validación de los candidatos a la elección presidencial se encuentra así hoy en tela de juicio, como el mismo escrutinio presidencialista, que se basa en la elección por sufragio universal de un hombre providencial, “un monarca” que acumula constitucionalmente todos los poderes.
La credibilidad y la legitimidad de este escrutinio presidencial va a depender sobre todo de la participación electoral, pues a este ritmo y ante la confusión reinante, es muy posible que el numero de abstencionistas y votos blancos o nulos sea superior un día al de votantes. El viejo chiste de votar por el mal menor, está ya muy usado y al borde de la explosión.
Solo la introducción del escrutinio proporcional y el abandono de este presidencialismo monárquico en plena crisis, en el que nadie cree, por un sistema parlamentario en el que los ciudadanos se sientan representados, puede devolver a mi entender el gusto de la gente a participar en la Rex Pública. Solo la transparencia y el abandono de excesivos privilegios puede devolver la credibilidad a los que han hecho de la política su profesión.