Putin quiere detener ahora a Yulia Navalnaia, la viuda de Alexei Navalny  

Acusada de «participación en un grupo extremista», la policía del dictador ruso, Vladimir Putin, ha recibido una orden de detención contra Yulia Navalnaia, la viuda de Alexei Navalny, opositor del régimen ruso fallecido a los 47 años en febrero pasado mientras cumplía  condena en una colonia penitenciaria del Gulag soviético en el Artico, más allá del Circulo Polar, en la región de Iamalo-Nénétsie, a donde fue trasladado en secreto en diciembre de 2023 para cumplir una condena de diecinueve años de internamiento por «extremismo».

Navalny, abogado y activista, «la bestia negra del presidente Vladimir Putin», quien le hizo detener en varias ocasiones, era miembro del Consejo de Coordinación de la Oposición Rusa, presidente del Partido Rusia del Progreso Futuro, uno de los fundadores de la Fundación anticorrupción FBK y fundador de la ONG Memorial -hoy ilegalizada y con la mayor parte de sus miembros encarcelados o exiliados-, organización de defensa de los derechos humanos y de preservación de la memoria de las víctimas del poder soviético, especialmente durante la etapa estalinista, y también de las exacciones más recientes cometidas por el poder que preside Vladimir Putin.

Actualmente exiliada, Yulia Navalnaia, quien juró  proseguir el combate de su marido, ha entrado a formar parte del listado de «personas buscadas», según ha escrito en Telegram el servicio de prensa de los tribunales de Moscú, a partir de una orden de búsqueda emitida por el tribunal Basmanny de la capital rusa. La reacción de Navalnais no se ha hecho esperar: «Vladimir Putin es un asesino y un criminal de guerra. Su lugar está en la cárcel», ha escrito en X. 

Tras el asesinato de Navalny su viuda, colocándose al frente del Movimiento que en todo momento le apoyó y durante tres años estuvo luchando para conseguir su libertad, periódicamente se dirige a sus partidarios pidiéndoles que no pierdan la esperanza 

Anteriormente, Putin había intentado asesinar a Navalny en varias ocasiones, la más sonada cuando, en agosto de 2020, resultó envenenando con Novitchok, una substancia tóxica letal creada por los servicios secretos soviéticos, que fue colocada en los calzoncillos del opositor, quien perdió el conocimiento en un vuelo cuando regresaba de participar en varios mítines en Siberia, Trasladado de urgencia a un hospital de Berlín, pasó varios meses en la capital alemana recuperándose del envenenamiento.

De regreso a Rusia, el 17 enero de 2021 fue detenido por el FSIN (servicio penitenciario ruso) a su llegada, en  el control de pasaportes del mismo aeropuerto, puesto a disposición judicial e internado en una cárcel de la región de Moscú, en principio para cumplir una condena de treinta días por haber violado las medidas de control judicial –que le impusieron en 2014-  al ir a al extranjero para curarse del intento de envenenamiento. 

Poco antes, en diciembre de 2020, Navalny había publicado en Internet la grabación de la conversación telefónica que mantuvo con un agente de los servicios de inteligencia rusos FSB (antigua KGB) llamado Konstantin Kudriavtsev, experto en armas químicas formado en el Ministerio de Defensa ruso quien, sin saber con quien hablaba, le contó detalles del intento de asesinarle en agosto de aquel año. 

Según las publicaciones  Bellingcat et The Insider, Kudriavtsev sería «el coordinador de un comando del FSB compuesto por químicos y médicos que estuvo siguiendo la pista de Navalny desde 2017 y que se encontraba al mismo tiempo que él en la ciudad siberiana de Tomsk», donde tuvo lugar el envenenamiento que estuvo a punto de costarle la vida, el 20 de agosto de 2020.

En su  blog, Navalny explicó cómo, utilizando un sistema que le permitió falsificar su número de teléfono en Berlín y ayudado por Christo Grozev, periodista investigador de Bellingcat, engañó a Kudriavtsev presentándose como ayudante de Nikolai Patruchev, secretario del Consejo de Seguridad de la Federación de Rusia, diciéndole que necesitaba su testimonio para confeccionar un informe.  

Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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