Hospital público Nuestra Señora de Sonsoles en Ávila
He pasado la última semana por una de las pocas cosas buenas que te hacen entrar en un hospital, el nacimiento de un hijo, en el de Ávila. En el Hospital público Nuestra Señora de Sonsoles.
Durante la semana hemos pasado por distintos servicios del mismo: Urgencias, Partos, Planta de maternidad, Neonatología, Reanimación… y en el tiempo libre que he tenido he pensado en las «reformas necesarias» de la Sanidad Pública, para terminar por convencerme que es muy necesario realizarlas.
He llegado a esa conclusión después de analizar, sin ser un experto en sanidad, varios factores: factor humano, modelo organizativo, resultados obtenidos… junto con otra información que llega desde distintos medios como el coste de la sanidad, la eficiencia…
Con todo ello me he dado cuenta que todo el personal con el que he tenido oportunidad de tratar ha sido extraordinario. Gente más agradable que otra pero todos, sin excepción, auténticos profesionales. Los procedimientos internos, protocolos, etc… totalmente lógicos y con sentido, que buscan el bienestar del paciente por encima de cualquier otra cosa. El resultado, excelente, tanto en el momento del parto, para la madre y para el bebé, como en el momento de la recuperación.
Si esto lo juntas con las evidencias de la buena relación de coste por paciente de la sanidad española, su eficiencia demostrada y el buen ejemplo que es para otros países, me he convencido de que es necesario aplicar ciertos criterios de la empresa privada a la Sanidad, para garantizar la sostenibilidad del sistema.
Porque… una empresa privada en la que su mano de obra fuese excelente, sus procedimientos y sus resultados adecuados, la relación coste por servicio de las mejores del mundo y con una alta eficiencia estaría garantizando su funcionamiento durante años. Si esa misma empresa tuviese mala imagen, su jefe de márketing se iría a la calle, ¿no es así?. Si el Consejero Delegado de esa empresa planteara un cambio radical en su gestión, sus accionistas montarían en cólera y le cesarían de sus responsabilidades, ¿no es así?.
Pues yo tomo mi responsabilidad como “accionista” de esta “empresa” que es la Sanidad Pública, y exijo que se vaya a la calle todo aquel gestor que plantee modificar sustancialmente lo que funciona. También exijo la dimisión de aquel que no ha sabido hacer ver la importancia y el buen funcionamiento de la misma. Espero que sea cuestión de tiempo que el resto de “accionistas” se lo digan alto y claro a los gestores de la Sanidad, en las urnas, en la calle, o donde haga falta. Señores, si no saben hacerlo mejor, váyanse (o mejor, les echamos), pero dejen en paz la Sanidad Pública y a sus profesionales.
Sirva esta carta para apoyar a la generalidad de los empleados de la Sanidad Pública, y en particular a los que tuvimos la suerte de encontrarnos durante los días de hospitalización en el Hospital Público Nuestra Señora de Sonsoles de Ávila.
Alberto López Casillas