Según los datos aparecidos en la prestigiosa publicación médica BMJ, de los hospitales universitarios de San Jorge, no existe base científica alguna para promover el uso clínico de los llamados sexbots. Estos androides, diseñados para satisfacer los deseos sexuales de algunas personas podrían propiciar algunos de los problemas que estas tienen.
Si bien la industria que ampara esta tecnología sexual supone más de 30.000 millones de dólares estadounidenses, la ciencia no avala su uso ni puede hacer recomendación alguna a favor del uso de los sexbots y por supuesto, aconsejan al público general que sean escépticos en torno a los supuestos beneficios.
«El hecho de que el desarrollo del mercado de los sexbots reduzca el riesgo de violencia e infecciones, o incluso la explotación de las trabajadoras sexuales, es solo una especulación”, explican las autoras en el artículo de BMJ.
Los robots sexuales conocidos por androides están destinados actualmente al uso masculino y se suelen proponer como estrategia de reducción del daño para disminuir la violencia sexual contra las mujeres y niños. No existe ninguna evidencia científica que apoye estos beneficios para la salud y no pueden aconsejarse como buenos salvo en cuatro supuestos en donde se fomente un sexo más seguro, un potencial terapéutico, el tratamiento de pedofilias o el cambio de las normas sociales.
“No está claro si la pedofilia es un trastorno médico que puede ser tratado. En vista de la falta de pruebas, llamamos a la cautela respecto al uso de los robots sexuales con apariencia de niños como ‘tratamiento’, a no ser que sea probado de forma rigurosa, científica y éticamente aceptable”, explica Bewley, una de las autoras del estudio.
A pesar de la falta de recomendaciones actualmente los robots sexuales son cada vez más económicos y tecnológicamente más avanzados. El uso clínico de los sexbots debería rechazarse hasta que se hayan postulado los beneficios, la reducción del daño y los usos terapéuticos que aún necesitan una comprobación empírica.